-Papá, ¿Qué debo hacer? ¿Qué quiere usted que haga?
-Llama a mis amigos. Diles que me compren un féretro, no tenemos dinero. Cuida a tu hermano. Te amo.
La poeta lojana Pamela Cuenca, de 23 años, vivió un infierno personal a inicios de mes, el pasado 8 de abril, la fecha en la que falleció su padre. No murió de COVID19 -el resultado de los exámenes llegaron después de su muerte, negativo- sino de una neumonía no especificada en Loja, de acuerdo al certificado de defunción emitido.
Pero en el contexto de la emergencia sanitaria y el confinamiento que vive el país a causa de la pandemia mundial del coronavirus, enfermarse y necesitar asistencia médica de cualquier tipo puede ser letal, como sucedió con Pamela y su padre, Miguel Ángel Cuenca, de 59 años, con una discapacidad visual del 82%
"Mi papá murió creyendo que era positivo para COVID19. Eso le dijeron en el IESS, sin prueba, sin resultado. En un panorama donde todo aquel que tenga una enfermedad respiratoria es sospechoso hasta que no se pruebe lo contrario, sin considerar enfermedades pre existentes, cuadros clínicos o historial médico. La tragedia es lo único que las familias podemos esperar", dice la poeta en una carta abierta.
Recibió una llamada:
-Hija, soy positivo, no voy a salir de esta. No voy a sobrevivir.
-¿Quién dijo eso, en qué momento le hicieron la prueba, cómo pudo pasar, por qué?
-Vino una doctora. Me dijo que soy positivo y me van a trasladar al Hospital General de Loja Isidro Ayora.
"Estaba incrédula sin saber qué hacer en el encierro, en mi casa. No entendía nada y hasta ahora no entiendo", dice la joven.
En su texto cuenta que esa madrugada fue interminable. No pudo dormir ni dejar de pensar. A las 09:40 de la mañana recibió la que fue la ultima llamada de su padre, la última vez que escuchó su voz exhausta, con la respiración forzada: "Dios te bendiga, hija. Te amo por siempre. Esas serían sus últimas palabas de él para mÍ".
Falleció a las 16H30 según el registro médico, pero Pamela se enteró a las 20h00. "Sentí una especie de mareo extraño recorriendo mi cuerpo, un dolor muy fuerte y solo sali corriendo de casa", cuenta.
En el IESS de Loja se encontró con la esposa de su papá y esperaron largo rato hasta que alguien les diera algun tipo de información. Finalmente llegó la funeraria y ellos hablaron con los médicos. Les dijeron que se debía activar el protocolo de muerte por coronavirus porque se trataba de un paciente sospechoso y debía ser incinerado. El Jefe de Epidemiología del hospital dijo que Miguel Ángel había sido tratado como caso COVID19 por precaución.
En el crematorio no hubo misa ni familia ni amigos ni bendición. A ella y la pareja de su padre les permitieron decir unas palabras antes de la incineración. Y eso fue todo.
Aunque la pesadilla parecía terminar ahí, no fue así. Al día siguiente, la cuenta de Twitter de un canal de televisión local publicó un video de 24 segundos donde mostraban cómo dos personas de la funeraria sacaban una caja con un cadáver. “Se conoce extraoficialnente que el Hospital del IESS en Loja, habrian fallecido cuatro personas por patología pulmonar. Las pruebas de COVID19 aun no están confirmadas, pero serian casos sospechosos", decía el texto que acompañaba al video. El video de su padre. El mismo video que luego fue replicado por otros medios y por otras redes sociales.
"La caja de madera que contenía el cadáver del presunto sospechoso de COVID19 que generó comentarios de odio y de pánico, era de mi padre. Un funcionario del IESS grabó ese video sin autorización, sin escrúpulos, sin ética, ni mucho menos respeto por el dolor de las familias".
Pamela explica que luego de la viralización de aquel video y de que la familia accediera a que la funeraria publicara el parte mortuorio de su padre, llegaron mensajes diciendo que Miguel Ángel era el primer fallecido por coronavirus en Loja, con su foto circulando en grupos de WhatsApp. "Empezaron llamadas de supuestos amigos, llamando a dar falsas condolencias para sacar información de la razón de muerte de mi padre", explica en su texto.
Tras una semana de ansiedad y angustia, de insistir por el resultado -pues la prueba de coronavirus fue realizada el mismo día de su muerte- la respuesta llegó. "Mi papá nunca tuvo coronavirus y no alcanzó a saber que era negativo. Por la forma en la que fue tratado, murió creyendo que tenía la enfermedad".