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Los refugiados cambian de ruta tras cierre de fronteras

jueves, 17 septiembre 2015 - 03:45
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Horgos (Serbia).- "¿Esperamos en Serbia o lo intentamos por Croacia?". Esta es la pregunta que se hacían hoy muchos refugiados de Medio Oriente, varados en Horgos, en el lado serbio del límite territorial con Hungría, cuya frontera ha sido sellada.

Cientos de sirios, afganos e iraquíes pasaron la noche al aire libre, con la esperanza de poder seguir su viaje hacia Europa occidental, sobre todo a Alemania.

"No sabemos qué hacer, llegamos ayer con 18 familiares y amigos y estamos viendo a gente que se va para Croacia pero, ¿y si vamos para allá y nos cierran también las fronteras?", se preguntaba Haci Mrad, un sirio de unos 40 años de edad.

Un afgano, que viaja con su mujer y su hijo de 4 años, lo tiene más claro: "vamos a descansar un poco y nos vamos para Croacia, antes de que decidan seguir cerrándonos las fronteras".

La situación en Horgos fue caótica. Ante la falta de información, los refugiados siguiendo al segundo las redes sociales para ver cómo continuar su travesía rumbo a Alemania.

Soportando unos inusuales 30 grados a la sombra en pleno mes de septiembre, también tenía que aguantar "unas horas" más una familia siria de ocho miembros, entre ellos dos niños de no más de 3 y 5 años.

"Nadie nos dice nada claro y no podemos tener más días a los niños en estas condiciones", se lamentaba una las mujeres del grupo.

Salieron desde Siria hace dos meses, pasaron por Estambul, cruzaron el Mar Egeo a Grecia en un bote, luego cinco días en una zona arbolada "con frío y sin nada para comer". Todo un periplo de dificultades para que, cuando llegaron a Hungría, sus fronteras estén blindadas.

"¿Por qué nos cierran las puertas? ¿por qué no nos quieren en ningún sitio si Siria está en guerra, no podemos hacer otra cosa?", se lamenta esta mujer que aseguró que iba a esperar en Horgos "por si Hungría abre sus puertas". "Huimos de la guerra en nuestro país y ahora llegamos y dormimos en el suelo", se lamenta.

Entre las últimas personas que se debatían entre esperar por si el Gobierno húngaro abre la frontera o subirse a uno de los autobuses que los conduce hasta la frontera serbo-croata está también Unis, un iraní de 18 años.

Al final, decidió quedarse en Horgos con un grupo de voluntarios estadounidenses para repartir alimentos y el dinero necesario para comprar los billetes de autobús hasta Croacia.

Tres euros cuesta el billete de autobús desde el norte de Serbia hasta la ciudad fronteriza de Sombor, que se encuentra a unos 90 kilómetros de Horgos.

"No puedo hacer otra cosa que ayudar porque ellos ayudan a mi pueblo y, mientras aquí quede gente voy a ayudarles", asegura.

Al final del día, apenas quedaba gente en Horgos. Casi todos decidieron irse a Croacia, donde las autoridades están ahora desbordadas ante la ola de migrantes. EFE

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