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Hidroeléctricas: Todas son emblemáticas

lunes, 23 mayo 2016 - 10:43
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De las ocho hidroeléctricas “emblemáticas” solo una está terminada. Dos están casi listas. Tres más ven luz en el horizonte. Dos van aún por la mitad. Juntas duplicarán el potencial hidroeléctrico. Es generación que no contamina y ahorra combustible, pero la tarifa no bajará.

Del seis al 11 de agosto del año pasado las 10 turbinas de la Central Hidroeléctrica Paute dejaron de operar. Fue una para programada, pero no hubo necesidad de advertírselo al país. No hizo falta. El país no sufrió racionamiento alguno. Durante esos días se realizó la interconexión del tubo de descarga de Paute con el de carga de la futura central Sopladora, aguas abajo del mismo río.

Hasta hace un par de años, la energía que nos llegaba de Colombia cubría un 10 por ciento de las necesidades energéticas del Ecuador. Desde hace un par de meses y ante la crisis en varias centrales del vecino país, los cables se invirtieron y ahora nosotros les vendemos a ellos.

Si solo se ha inaugurado una central, Manduriacu, de ocho programadas, ¿será que tenemos ya demasiada energía? Según el presidente Correa, se están invirtiendo seis mil millones de dólares en el sector eléctrico. ¿Se habrá gastado demasiado?

LA JOYA DE LA CORONA

De las ocho centrales llamadas emblemáticas que el Gobierno se ha empeñado en construir, una sola, con 1.500 megavatios, representa el 53 por ciento de la nueva generación. Es Coca Codo Sinclair, ubicada entre las provincias de Napo y Sucumbíos, en el nororiente ecuatoriano.

Allí habrá ocho turbinas. Las cuatro primeras ya fueron encendidas con bombos y platillos por el vicepresidente Jorge Glas, acompañado de los ministros Rafael Poveda de Sectores Estratégicos y Esteban Albornoz de Electricidad. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, esos 750 megavatios que ya pueden salir de la casa de máquinas, no se reflejaban como activos en el “Resumen diario de operación” que, en tiempo real, publica el Centro Nacional de Control de la Energía (Cenace). Las demás centrales térmicas e hidroeléctricas cubren satisfactoriamente la demanda nacional.

Hace un año se inauguró Manduriacu. Ubicada entre Pichincha e Imbabura, es una central que en potencia es 23 veces más pequeña que Coca Codo y que aprovecha las aguas del río Guayllabamba. Si dividimos el costo de construcción para la cantidad de megavatios que cada una genera, resulta que Manduriacu es la más cara de las ocho (2,82 dólares) y Coca Codo junto a Delsitanisagua, las más eficientes (1,50 dólares por MW).

En los costos entran en juego todos los obstáculos naturales que hay que superar para instalar estos complejos sistemas de generación. Toda hidroeléctrica consta básicamente de una represa de captación, un túnel de varios kilómetros que lleva el agua hacia las máquinas, un juego de turbinas generadoras, un complejo sistema de transformadores y una hilera de grandes torres metálicas que sostienen los cables de alto voltaje que evacúan la electricidad. Buscar la mejor manera de instalar todo con el menor costo y el menor impacto a la naturaleza es el desafío de los técnicos.

En la ya famosa Coca Codo Sinclair por ejemplo, se pensó primero, en 1992, que podía generar unos 860 megavatios en dos etapas. Para ello se iban a ocupar 127 metros cúbicos de agua por segundo. El gobierno de entonces archivó el proyecto por temor a la actividad constante del volcán Reventador, vecino de la hidroeléctrica.

Pero en 2008 una consultora italiana estudió nuevamente la zona y concluyó que quitándole 100 metros cúbicos más, cada segundo, al río; construyendo un túnel más ancho y; agrandando una quebrada que sirve como reservorio secundario o embalse compensador, se podía aumentar la generación a 1.500 MW. De esta manera la central podría funcionar hasta en un 80 por ciento de su capacidad casi todo el día y al 100 por ciento en las cuatro “horas pico”. Y así se hizo. En estos días se están instalando las dos últimas turbinas austríacas que se espera empezarán a probarse a mediados de año y toda la planta estaría operativa en el último trimestre.

LOS ESTIAJES SE ALEJAN

Al inicio de este gobierno y sobre todo con la instalación de la Asamblea Constituyente, se cambió la estructura legal de todo el sistema eléctrico. Tantos cambios en el manejo de las empresas tratando de mejorar su eficiencia administrativa que, quizá por eso, se descuidó la generación.

En 2009 se prolongó el verano y empezó a faltar agua en Paute. Los apagones no tardaron y se quemó un fusible: El ministro del ramo. La crisis movilizó recursos para adquirir de urgencia seis generadores que se instalaron en varias ciudades, principalmente en la Costa.

El siguiente paso fue repotenciar las viejas centrales térmicas existentes. Así se duplicó la de Esmeraldas, creció la de Machala y entraron a terapia intensiva varios generadores de Guayaquil y Quito.

Una ventaja que tiene nuestro país es que la época de lluvias de la Costa no es la misma que la de la Sierra. Y como las hidroeléctricas están situadas en las estribaciones occidentales de los Andes unas y orientales otras, gozan de temporadas diferentes. Así, mientras Paute en agosto está desbordado, la central Marcel Laniado ubicada entre Guayas y Manabí estará sedienta.

El problema es que el potencial hidroeléctrico aprovechable en la vertiente oriental es muchísimo mayor al occidental. De un lado tenemos dos monstruos como Paute y Coca Codo. Del otro lado hay solo dos operativas que juntas no completan 400 MW y otras dos en veremos. La solución es mantener expedito el parque térmico ya que él solo puede aportar con la mitad de la demanda nacional.

ENERGÍA "FOR EXPORT"

Se calcula que, dependiendo de la época del año y considerando que el crecimiento del país se ha desacelerado, nos sobrarían unos mil megavatios para la exportación.

La interconexión andina sería la solución. Por ahora tenemos solo una conexión constante y fiable con Colombia, país al que le estamos ya vendiendo electricidad. Lamentablemente para nosotros el problema de escasez en el vecino país estaría superado en septiembre o antes, según el presidente Santos. De todos modos, los 200 millones de dólares que les podríamos facturar este año, nos caen como anillo al dedo.

A futuro, pero dependiendo de los otros países, atravesando el interconectado colombiano podríamos vender luz en Panamá o Venezuela. De igual manera hacia el sur. Pero Perú también está en planes de exportación y su cliente potencial sería Chile. Sin embargo, las históricas disputas territoriales entre los dos países pueden demorar la integración. Otro escollo, superable pero costoso, es que la frecuencia de la energía eléctrica que usan Ecuador y Perú, es diferente a la de Chile. Una buena opción sería que Perú ilumine el norte de Chile, mientras Ecuador se ocupa del norte peruano.

Hasta tender esas redes pueden pasar tres o cinco años, mientras tanto, tendremos una sobreoferta interna de megavatios y varios miles de millones de dólares que pagar a 15 años plazo y con 6,8 por ciento de interés anual como sucede con Coca Codo. Por ello, el costo del kilovatio hora que llega a nuestros hogares no va a bajar, según nos reveló el ministro Coordinador Rafael Poveda. Él dice que al costo de producción, unos cuatro centavos, hay que sumarle al menos cinco o seis por transporte y comercialización. Como solo pagamos nueve, persistiría un pequeño subsidio. En resumen, igual nos electrocutamos. Solo que ahora la corriente es nueva y limpia…

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