“Hay que ejecutar de manera inmediata a esa mujer”. Este mensaje se escribió un día de 1944 en Londres. Su destino: la Resistencia francesa.
Aquella orden hablaba de la "hiena de la Gestapo", como se conocía a Violette Morris, la colaboradora nazi más temida en la Francia ocupada por Hitler y quien -se decía- disfrutaba delatando y torturando a sus prisioneros, narra el medio Playground.
Nacida en Francia en el año 1893, t odavía no se separaba de su marido cuando ya estaba compitiendo en lanzamiento de peso y disco y jugando al fútbol en dos equipos diferentes de París. También practicó waterpolo, hípica, lucha grecorromana, natación, tiro con arco y boxeo, donde peleó contra hombres.
Se divorció en 1923 y comenzó a vestirse como un hombre y a no esconder su bisexualidad. Según testimonios de la época, fumaba tres paquetes de tabaco al día y su lenguaje no era el que la sociedad esperaba de una mujer, cuenta Playground. Incluso, según el blog estadounidense Jalopnik, Morris llegó a practicarse una masectomía (extirpación de los senos) para poder conducir mejor los autos de carrera que tanto le apasionaban.
La opinión pública no parecía importarle a Morris, cuyo lema era “lo que puede hacer un hombre, lo puede hacer Violette”.
En diciembre de 1935, la Sicherheitsdienst, la agencia de inteligencia de las SS nazis, se contactó con ella. Querían que fuese invitada de honor en la Olimpiada de Berlín del 36, que Hitler utilizaría como vehículo de propaganda mundial.
Necesitada de reconocimiento, Violette aceptó. Y en Alemania cayó rendida a los pies del nazismo.
De vuelta en su país, comenzó a hacer de espía para los nazis. Mapas de París, informaciones sobre el tanque Somua 35 y material top secret referente a la Línea Maginot (la defensa militar construida por Francia para prevenir una invasión alemana) pasaron al régimen nacionalsocialista.
En mayo de 1940, Alemania traspasó la Línea Maginot y atacó Francia. Un mes más tarde, los nazis tomaron París y la foto de Hitler ante la Torre Eiffel aterrorizaba al mundo. Violette tenía un nuevo trabajo: infiltrarse en la Resistencia para neutralizarla.
Su eficiencia al delatar y sus métodos brutales en interrogatorios le valdrían el apelativo de “la hiena de la Gestapo”, la policía secreta nazi. Según recoge la revista Marca, su fama de sadista hizo que se convirtiera en un objetivo prioritario de la Resistencia.
La hiena de la Gestapo fue ametrallada en 1944. París fue liberado de los nazis cuatro meses más tarde. El cuerpo de Violette, enterrado en una fosa común, nunca fue reclamado por nadie.