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No hay deuda que no se pague

jueves, 6 agosto 2015 - 07:59
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    A pesar de los excelentes precios del petróleo, en 2013 iniciamos una nueva etapa de agresivo endeudamiento para sostener la inversión pública.

    En 2009 el gobierno ecuatoriano declaró la moratoria en parte de su deuda externa por considerarla ilegítima a pesar de que sí contábamos con los recursos para honrarla. Posteriormente la recompró con un fuerte descuento permitiendo un aparente ahorro de 2.400 millones de dólares. A primera vista se podría calificar como una victoria, pero profundizando en el análisis el perjudicado en esta negociación fue el Ecuador.

    Transcurrían los años de embriaguez petrolera y Ecuador se declaraba libre al fin de los malvados acreedores y organismos multilaterales. Los abundantes petrodólares, sumados a la recompra de la deuda permitieron que el nivel de endeudamiento del país baje aceleradamente de 28,8 por ciento del PIB en 2006 a 15,1 por ciento en marzo de 2010.

    La euforia del milagro ecuatoriano impulsó el gasto público a niveles hasta entonces desconocidos. A pesar de los excelentes precios del petróleo, en 2013 iniciamos una nueva etapa de agresivo endeudamiento para sostener la inversión pública.

    Ya no podíamos acudir a los mercados internacionales que se habían cerrado para el Ecuador luego de la moratoria. Pero esto no fue un inconveniente ya que China empezó una búsqueda de materias primas por América Latina a cambio de financiamiento costoso (interés entre 7 y 8 por ciento).

    Sostener el gasto se tornó en un desafío y la carta china fue insuficiente. En 2014, el gobierno suavizó su discurso en relación a los mercados financieros internacionales. Autorizó que el FMI retome sus evaluaciones al país y en junio regresamos al mercado internacional de capitales con una emisión de 2.000 millones de dólares a 10 años plazo.

    A pesar de que en esa época el precio del petróleo bordeaba los 100 dólares por barril, los mercados de capitales nos dieron la bienvenida exigiendo un elevado rendimiento efectivo de 7,75 por ciento. Ese mismo año, Colombia realizó una colocación a 30 años plazo a 5,74 por ciento, dos puntos porcentuales menos de lo que le había costado al Ecuador.

    Al año siguiente con precios del crudo deprimidos, Ecuador emitió 750 millones de dólares a 5 años plazo con un rendimiento efectivo de 10,51 por ciento. Colombia también lo hizo con una emisión a 30 años plazo a 4,99 por ciento, esto es 5,5 puntos porcentuales menos que Ecuador.

    ¿Por qué a Ecuador le resulta más costoso conseguir financiamiento externo que a Colombia o a otros países de la región? Por nuestro historial de pago que tiene más rayas que un tigre. Alegremente aceptamos financiamiento, pero al momento de pagar nos damos cuenta de que nos hemos excedido o buscamos argumentos para repudiar nuestras deudas. Lo que aparentó ser un ahorro con la última moratoria, lo estamos devolviendo a los acreedores a través de mayores intereses en los nuevos empréstitos.

    La última gran bonanza petrolera sucedió en los años 70 y Ecuador salió de ella altamente endeudado para vivir las siguientes décadas en permanentes ajustes. Ahora que estamos saliendo de una nueva bonanza petrolera, no repitamos los mismos errores. Evitemos entrar en una espiral de endeudamiento y ajustemos pronto el gasto e inversión públicos hasta donde nos alcance la sábana. Recordemos que, en el largo plazo, no hay deuda que no se pague.

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