'La desaparición de Amy Bradley': el enigmático caso sin resolver que arrasa en Netflix
Tres episodios revelan nuevas pruebas, testimonios inéditos y teorías sobre uno de los casos más desconcertantes de los 90.
Un crucero familiar por el Caribe se convirtió en una pesadilla sin final para la familia de Amy Bradley. Lo que comenzó como una celebración previa a una nueva etapa en la vida de la joven estadounidense, terminó en una desaparición que lleva más de 25 años sin resolverse. La serie documental “La desaparición de Amy Bradley”, estrenada en Netflix el 16 de julio, revive uno de los casos más desconcertantes de los años 90 y ya se ubica entre los contenidos más vistos de la plataforma a nivel global.
Amy Lynn Bradley desapareció en marzo de 1998 durante un crucero junto a sus padres y su hermano. Fue vista por última vez en la terraza del camarote familiar durante la madrugada, tras una noche de fiesta con su hermano. Cuando su padre despertó media hora después, ya no estaba. A pesar de que sus zapatos seguían en el lugar, la terraza fue limpiada antes de que los investigadores pudieran buscar pruebas. A partir de ese momento, se multiplicaron las preguntas y las teorías.
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La docuserie de tres episodios, dirigida por Phil Lott y Ari Mark, analiza con nueva perspectiva las múltiples posibilidades del caso: ¿accidente, crimen, suicidio o trata de personas? Con entrevistas exclusivas, pruebas inéditas y testimonios que no habían sido registrados en cámara, el documental expone nuevas pistas, como el acceso a foros desde IPs rastreadas en Barbados o el relato de un marinero que asegura haber visto a Amy meses después de su desaparición.
Uno de los puntos más controvertidos es la decisión de la tripulación del crucero de permitir el desembarco de pasajeros poco después de reportarse la desaparición. La familia cree que esta acción pudo facilitar la huida o el secuestro de Amy. Además, el testimonio de un hombre que dice haberla visto en una playa acompañada por dos hombres, uno de ellos vinculado al entretenimiento del barco, y las fotos filtradas en una web para adultos alimentan la teoría de que pudo haber sido víctima de trata.
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La producción no ofrece respuestas definitivas, pero sí una narrativa que deja al espectador cuestionándose cada teoría. Desde la posibilidad de una desaparición voluntaria hasta la sospecha de un encubrimiento a bordo del crucero, todo parece tener sustento. “Hay suficientes elementos para pensar que cualquiera de los escenarios pudo haber ocurrido”, señala Ari Mark, uno de los creadores.