Mientras generaciones pasadas soñaban con la casa propia y los hijos, los millennials están cambiando el guion familiar. Un estudio reciente realizado por Honest Paws reveló que el 72% de los millennials prefiere tener un perrito antes que formar una familia con hijos, una decisión que no solo desafía los modelos tradicionales de crianza, sino que también redefine el concepto de “paternidad”.
Según la investigación, siete de cada diez jóvenes optan por una mascota porque implica menos gastos, demanda menos tiempo y permite mayor libertad para viajar o enfocarse en sus carreras. Pero detrás de esta elección no hay solo cálculo, sino un profundo vínculo afectivo que ha dado paso al fenómeno de los “Pet Parents”.
Lejos de ser simples compañeros de casa, los perros, y también los gatos, se convierten en hijos de cuatro patas. Esto implica cuidados médicos, educación, alimentación consciente y, por supuesto, juegos y mimos como parte de su bienestar emocional.
Este cambio refleja una transformación cultural: las mascotas ya no son solo animales de compañía, sino parte central del núcleo familiar. Y aunque no usen pañales ni vayan a la universidad, los perritos y gatitos están ocupando un lugar cada vez más protagónico en las vidas y corazones de sus humanos.