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La vida en tiempo de coronavirus

viernes, 3 abril 2020 - 07:58
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José María “Chema” Cebrián es arquitecto, tiene 43 años y vive en un décimo piso del barrio de Huerta del Rey de Valladolid en España. “Chema” vive la cuarentena con su esposa, Irene Gervas, enfermera. Los dos con sus 11 hijos, todos con coronavirus. ​Nadie entra ni sale de la casa de los Cebrián, que se casaron cuando Irene tenía 27 y Chema, 28.

Sus hijos podrían integrar un equipo de futbol mixto puesto que son 11. Empezamos: Carmen, de 15 años; Fernando, que cumplió 14; Luis, de 12; Juan Pablo, de 11; los mellizos Miguel y Manuel, de 10; Alvaro, de 8; Irene, de 5; Alicia, de 4; Helena, de 3, y José María, que tiene 1 año.

Todo empezó el 14 de marzo cuando el gobierno anunció el estado de emergencia y el confinamiento. Ese mismo día Irene, la mamá, sintió mucho dolor de cabeza y muscular. Nunca pensaron que se trataba del virus. “En ese momento lo veíamos como algo distante, de esas cosas que a uno no les va a tocar. En Madrid ya se veían casos, pero aquí, en Valladolid, no”, confiesa “Chema”.

Por su trabajo como enfermera, a Irene le hicieron el test para detectar si estaba infectada o no. El martes 17 les notificaron que el examen había dado positivo y para entonces “Chema” ya había caido también. “El mismo día que nos enteramos del positivo de mi mujer yo ya estaba en la cama. Era tarde para todo”, dice José María.

En cuestión de días, fueron cayendo los chicos. “Los síntomas en los niños han sido muy intensos pero muy cortos. En pocas horas te empiezan a decir que les duele la cabeza, la panza, les sube la fiebre. Empiezan a vomitar. Tienen un día o un día y medio que te preocupan, pero al día siguiente están fenomenal. Es maravilloso volver a escuchar que tienen hambre y que quieren comer.” Montaron un operativo del que participan abuelos, tíos, familiares, amigos, vecinos. Hasta el alcalde de Valladolid se comunicó con ellos para ofrecerles ayuda.

Fernando, que cumplió 14 el 24 de marzo en confinamiento, es el embajador de asuntos exteriores de la familia: sale y baja hasta el estacionamiento del edificio donde les dejan, apoyadas en el piso, las bolsas del supermercado. Una tarea nada fácil sabiendo que la familia de 13 consume un promedio de 6 litros de leche a diario y que hay que cargar un sinnúmero de bolsas a casa.

Y ni hablar cuando llega la hora de asistir a clase online: “Lo difícil aquí es conseguir una computadora o una tablet. No hay para todos. Nos vamos turnando”, admite Chema, que está teletrabajando desde su casa. Es arquitecto y enseña en una escuela de diseño de Valladolid. Chema cuenta que intentan pasar los días de encierro "con buen humor, con paciencia y rezando mucho, tengo que decirlo".

Los Cebrián son muy religiosos. Irene y Chema, todas las mañanas, participan desde casa de la celebración de misa por YouTube y por las tardes rezan todos juntos el rosario.

“Hubo días duros. Ya estamos camino de la tercera semana y creo que estamos todos ya casi recuperados, pero el médico nos dice que debemos estar atentos, que ha habido mucha carga viral en nuestra casa y que hay que estar expectantes”, dice.

La mayor de los Cebrián Gervas, Carmen acaba de cumplir 15 años el 3 de abril, ya es el cuarto cumpleaños en cuarentena que los Cebrián festejan en las dos semana que llevan sin salir de casa. Y cuando le preguntan a “Chema” si no se arrepiente de tener tantos hijos suelta una sonrisa y confiesta: “No cerramos la fábrica. Seguimos estando abiertos.”

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