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La corrupción es la pandemia, la educación es la vacuna

viernes, 14 agosto 2020 - 01:31
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    POR ALEGRÍA CRESPO
     
    E n la vida tenemos episodios que marcan nuestra  historia cronológica con un “antes de” y un “después de”. Hoy nos encontramos en uno de ellos,  en un punto de quiebre llamado pandemia, enfrentándonos a miedos e incertidumbres que no teníamos contemplados. Sin duda, el coletazo más grande en esta crisis sanitaria es una crisis social basada en la corrupción.  Los estragos son enormes: la corrupción nos daña, nos  decepciona y quita fuerzas.
     
    Antonio Escohotado, filósofo, jurista y educador español, dice que un país es rico porque tiene educación,  porque las muestras de respeto entre las personas son  infinitas. La pregunta es: ¿Ecuador es un país educado?  La respuesta, lastimosamente, es no. Ecuador sufre de  una pandemia lacerante, que es la corrupción, y la única  manera de extirparla es desde la raíz, con la familia y la  escuela como aliados estratégicos.
     
    El sistema educativo debe tener un enfoque cívico y  ético, y reforzar los valores como eje transversal de un  currículo sólido. Nos encontramos frente a una cultura inmediatista, que mide el éxito basado en el dinero,  que quiere causar impacto rápido. Cabe hacer una pausa y recordar que todo lo transformador y perdurable se  da con perseverancia, paciencia y disciplina, habilidades  que son urgentes en estos momentos.
     
    Es responsabilidad de los educadores, tanto desde el  hogar como desde la escuela, que las nuevas generaciones  vengan cargadas de valores. No tenemos otra opción. Puede tomar décadas, pero el cambio debe empezar ya. Cada  día que pasa es un día menos en esta lucha histórica.
     
    Hubo un “antes de” y habrá un “después de” en esta  pandemia. Pero lo importante es el “durante”. Algo rescatable es que la familia ha vuelto a ser protagonista de  la educación de sus hijos; que sea entonces el eje de formación en valores porque no hay mayor lección que el  ejemplo. De esta manera, podremos hablar de educación en todo su potencial, rebelándonos ante la corrupción como un pueblo educado. Como lo menciona Escohotado, nos habremos transformado solo cuando aquel  que pueda robar, no lo haga. Porque la corrupción es la  pandemia, y la educación es la vacuna. 

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