La exconductora de televisión y deportista ecuatoriana María Teresa Guerrero, conocida popularmente como La Flaca, continúa compartiendo con honestidad y entereza los avances de su lucha contra el cáncer de ovario bilateral, una enfermedad que le fue diagnosticada meses atrás y que transformó radicalmente su vida. Desde Estados Unidos, donde actualmente reside, la también atleta ha documentado en sus redes sociales cada etapa de su tratamiento, convirtiéndose en un referente de fortaleza para miles de personas.
Recientemente, Guerrero anunció el inicio de su cuarto ciclo de quimioterapia, una fase que ha traído consigo tanto desafíos físicos como señales alentadoras. “Mis niveles tumorales están bajando muchísimo, y aunque esta semana la quimio pega fuerte, mi cuerpo está respondiendo con valentía”, escribió en una emotiva publicación en Instagram. Su testimonio resalta no solo el progreso médico que está viviendo, sino también el impacto positivo de su actitud resiliente.
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Durante este proceso, la ex presentadora ha recibido el apoyo de amigas cercanas, a quienes definió como un “regalo al corazón”. A pesar de la distancia, Guerrero mantiene un lazo emocional fuerte con Ecuador, en especial con su madre, quien también atraviesa un momento delicado de salud. “Me encantaría estar allá con ella, pero ahora entiende que mi sanación está aquí. Gracias a mis hermanos que la acompañan”, compartió con gratitud.
Más allá del tratamiento oncológico, Guerrero ha encontrado en esta experiencia un nuevo propósito de vida. “No cambiaría este diagnóstico. Me ha hecho más fuerte, más valiente, más humana. Me ha dado un propósito más claro: influir para bien”, expresó. A través de sus redes, ha usado su historia para sensibilizar sobre la importancia de los chequeos ginecológicos regulares y el autocuidado, especialmente entre mujeres jóvenes.
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Su testimonio no solo informa sobre su estado de salud actual, sino que inspira. La Flaca Guerrero se ha convertido en un símbolo de lucha, conciencia y transformación. Su voz, hoy más que nunca, trasciende las pantallas y deja un mensaje claro: la prevención salva vidas, y compartir la experiencia también puede sanar.