'Malas influencias': la serie de Netflix que expone el lado oscuro de las redes sociales
Con solo tres episodios, Malas influencias se convirtió en la serie más vista en más de 30 países, abriendo un debate urgente sobre crianza digital.
¿Qué sucede cuando el sueño de ser famoso en internet se convierte en una pesadilla? Esa es la pregunta que sacude a millones de espectadores desde que Netflix estrenó 'Malas influencias: el lado oscuro de las redes en la infancia', una miniserie que ha revolucionado el debate sobre la explotación infantil en la era digital.
En tan solo 24 horas, la producción se posicionó como la más vista en más de 30 países, desbancando a 'Adolescencia', que lideraba el ranking global desde hacía un mes. Con apenas tres episodios, Malas influencias no solo entretiene, sino que incomoda, sacude y obliga a mirar más de cerca lo que ocurre detrás de las pantallas.
La serie gira en torno a Tiffany Smith, una madre obsesionada con convertir a su hija Piper Rockelle en una estrella de YouTube. Pero lo que empieza como un aparente juego familiar se transforma en una maquinaria de presión psicológica, manipulación adulta y una posterior investigación del FBI. La historia, aunque presentada en formato ficcional-documental, recoge casos reales y documentados sobre la explotación infantil digital.
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Con un enfoque que mezcla entrevistas, reconstrucciones y material de archivo, la producción se convierte en una radiografía demoledora de la infancia mediatizada: likes que pesan más que la salud mental, cámaras que nunca se apagan y padres que, en su afán de éxito, borran los límites entre el amor y el negocio.
Más allá del drama familiar, la serie lanza una crítica frontal al ecosistema digital actual. En ese universo, el algoritmo premia la constancia y lo impactante sin distinguir edades ni proteger a quienes más lo necesitan. Tiffany Smith encarna una figura cada vez más común: padres que proyectan sus propias ambiciones a través del éxito digital de sus hijos.
En su primera semana, Malas influencias acumuló 9,8 millones de visualizaciones, superando por poco a Adolescencia. Su éxito no solo se explica por lo polémico del tema, sino por su tratamiento valiente y comprometido. Especialistas en psicología infantil y comunicación han elogiado la serie por visibilizar una realidad preocupante: la utilización de menores como productos de consumo digital.
