Científicos revelan el sorprendente impacto que una noche sin dormir deja en el cerebro

La falta de sueño desencadena “apagones” cerebrales que afectan la atención y el rendimiento.

19 noviembre 2025 - Bienestar

Un nuevo estudio revela que pasar una noche sin dormir no solo provoca cansancio extremo: también hace que el cerebro entre en un estado intermedio donde, pese a estar despierto, comienza a comportarse como si estuviera dormido. Este hallazgo, publicado en Nature Neuroscience, abre una ventana inédita para entender por qué la atención se desploma cuando el sueño falta.

La investigación, realizada en Massachusetts con 26 voluntarios de entre 19 y 40 años, observó que la privación total de sueño desencadena procesos fisiológicos que normalmente solo ocurren durante las fases iniciales del sueño profundo.

$!Investigadores descubren pulsos de líquido y ondas cerebrales típicas del sueño en personas despiertas.

El cerebro agotado imita patrones del sueño real

Los participantes realizaron pruebas en dos condiciones: una noche de descanso pleno y otra de insomnio absoluto. Utilizando electroencefalogramas, resonancias magnéticas y rastreo ocular, los científicos midieron su rendimiento y las variaciones internas en el cerebro.

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Los resultados fueron claros: cuando las personas se quedaban sin atención, experimentaban pequeños “apagones” en los que el cerebro expulsaba y luego reabsorbía el líquido cefalorraquídeo, un movimiento que normalmente ocurre en las fases tempranas del sueño no REM. Estas pulsaciones coinciden con ondas cerebrales similares a las que marcan la transición entre la vigilia y el sueño.

Según la investigadora Laura Lewis, profesora del MIT, estas fluctuaciones se sincronizan con los momentos en los que la mente “se va” por agotamiento. Aunque el cuerpo sigue despierto, el cerebro activa mecanismos biológicos propios del descanso nocturno.

$!El insomnio extremo empuja al cerebro a un estado intermedio entre alerta y sueño profundo.

Los micropausas del cerebro: un sistema que se reinicia bajo presión

El estudio también registró cambios en el tamaño de la pupila que se alineaban con estas fallas de concentración. Antes de cada “apagón”, el sistema nervioso autónomo —responsable del ritmo cardiaco y la respiración— ajustaba señales que preparaban al cerebro como si estuviera por quedarse dormido.

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Zinong Yang, primer autor del trabajo, explicó que cada desconexión momentánea funciona como un microciclo: el cerebro expulsa fluido, baja la actividad, pierde atención y, al retomar la concentración, vuelve a absorberlo, “reiniciando” sus funciones en segundos.

Estos episodios pueden repetirse múltiples veces durante el día después de una noche sin dormir, lo que explica por qué incluso tareas simples se vuelven difíciles.

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