Reciclaje en Ecuador: ¿Cómo mejorar la gestión de residuos sólidos?
Un proyecto de la Universidad Católica de Cuenca busca reducir la cantidad de los desechos que terminan en los sitios de disposición final y dignificar el trabajo de los recicladores a través de la implementación de políticas públicas.
En Ecuador, cada día se generan más de 14.000 toneladas de residuos sólidos, y de esto apenas el cuatro por ciento se recicla. Lo demás termina en rellenos sanitarios, botaderos o, en el peor de los casos, a cielo abierto. Estas cifras son el eje del trabajo de José Solano para su proyecto de “Fortalecimiento de las capacidades municipales para la gestión de residuos sólidos a través de sistemas de basura cero”.
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Solano, quien es docente e investigador de la U. Católica de Cuenca y coordina el Laboratorio de Economía Circular del Centro de Investigación, Innovación y Transferencia de Tecnología (CIITT), dice que esta idea de fortalecer la gestión de residuos sólidos nació en pandemia, cuando junto a la U. Andina Simón Bolívar realizaron ciertas actividades para los recicladores de base, más relacionadas a la investigación o a dar charlas sobre salud y seguridad ocupacional, manejo de inventarios... “Luego tuvimos la posibilidad de presentar este proyecto a la KU Leuven, de Bélgica, y ganar un financiamiento de la U. Católica de Cuenca”.
De esa forma el proyecto buscó, desde su inicio en abril de 2023, contribuir a la mejora de la gestión de residuos sólidos con el desarrollo de una plataforma interactiva con información actualizada sobre la realidad del sistema de gestión y sus impactos socioambientales. “Buscamos que este proyecto, denominado ‘Comunidades Basura Cero’, se convierta en un programa permamente”.
Uno de los pilares del proyecto es el fortalecimiento de los recicladores de base, responsables del 80% del material recuperado en el país, pese a vivir con un promedio de ingresos de 119 dólares mensuales y sin acceso a seguridad social. “No podemos esconder la realidad: hay más de 1.500 recicladores registrados solo en Cuenca. Antes que excluirlos, debemos incorporarlos a un sistema digno”.
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En paralelo, se impulsan campañas de sensibilización en comunidades y hogares. El reto es que la separación en origen funcione y que las autoridades garanticen un destino diferenciado para los residuos. “De nada sirve que clasifiquemos en casa si el camión mezcla todo”, advierte. La meta es ambiciosa: articular a distintos actores a reducir drásticamente los desechos (basura), dignificar el trabajo de los recicladores y generar evidencia técnica que incida en políticas públicas.
El potencial es enorme: la mitad de los desechos en Ecuador son orgánicos y podrían convertirse en compost, reduciendo en miles de toneladas la presión sobre rellenos sanitarios. El resto, desechos inorgánicos, requiere de más industrias y cadenas de reciclaje eficientes, especialmente para plásticos, cartón y PET.
“Queremos comunidades empoderadas, con cultura de clasificación y reciclaje, con datos y evidencia técnica para impulsar ordenanzas y leyes que se apliquen. Si no cambiamos desde casa y desde lo local, el problema seguirá enterrándose, literalmente”, concluye Solano.