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La capa de ozono está sanando

viernes, 7 abril 2017 - 12:21
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Antes del calentamiento global, uno de los temores ambientales más conocidos a nivel mundial residía en la capa de ozono. El manto gaseoso que rodea al planeta, empezaron a advertir científicos desde los 80, se estaba debilitando. Por los agujeros que aparecieron en su tejido se cuelan rayos ultravioleta emitidos desde el sol, un tipo de radiación dañina no solo para los humanos, sino para la vida en general.
 
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) advierte que la radiación ultravioleta (UV) puede causar cáncer de piel,  destruir cultivos y afectar ecosistemas marinos, entre otras consecuencias.  Era un problema que, de no ser atendido, podía provocar hasta dos millones de casos de cáncer de piel para 2030, según una predicción de la Organización de las Naciones Unidas. 
 
 
La gravedad de la situación llevó a los gobiernos del mundo a tomar medidas. Desde finales de los 80, más de 200 países se comprometieron a reducir las emisiones de gases que estaban destruyendo la capa de ozono. Los resultados de ese programa, conocido como el Protocolo de Montreal, ahora empiezan a notarse.
 
Un estudio publicado en la revista científica Science en junio dio a conocer una de las mejores noticias que ha recibido el medio ambiente en las últimas décadas: lentamente, la capa de ozono está sanando. El equipo de investigadores responsables del hallazgo, científicos provenientes del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y otras universidades, detectó que desde el año 2000, el hoyo que aparece anualmente en la capa de ozono sobre la Antártida se ha reducido en más de cuatro millones de kilómetros cuadrados.
 
La publicación concluye que, a pesar de que el proceso de recuperación se ha ralentizado en ocasiones debido a fenómenos naturales como erupciones volcánicas, en términos generales, el agujero en la capa de ozono está cerrándose.
 
“Podemos estar confiados de que hemos puesto el planeta en la ruta de la sanación”, explica Susan Solomon, autora principal de la investigación. En declaraciones divulgadas por el MIT, donde trabaja como profesora de Química Atmosférica y Ciencia Climática, Solomon agrega que estas son buenas noticias para la humanidad.
 
La académica destaca el esfuerzo sobre todo por tratarse de un logro en conjunto: “colectivamente decidimos deshacernos de unas moléculas dañinas, lo hicimos y ahora estamos viendo al planeta responder”, sostiene. 
 
Manto dañado
 
El logro ha sido el resultado de un trabajo de décadas. El MIT indica que se empezó a encontrar evidencia sobre el decaimiento de los niveles de ozono protegiendo al planeta en los años 50. Sin embargo, no fue hasta 1974 que los motivos empezaron a develarse.
 
Ese año, los científicos ganadores del Premio Nobel de Química, Mario Molina (México) y Frank Rowland (Estados Unidos), publicaron una investigación que señalaba a los clorofluorocarbonos –una familia de gases que se emplea en refrigeradoras, aires acondicionados y  aerosoles– como los principales responsables de agotar el ozono que protege al planeta de la radiación UV.
 
La teoría de Molina y Rowlandencontró a su principal detractor en DuPont, un conglomerado empresarial americano que se erigía como el mayor productor mundial de clorofluorocarbo-nos. Según archivos de la organización ambiental Greenpeace, los responsables de este grupo calificaban la idea del agotamiento del ozono como “un cuento de ciencia ficción”, “un montón de basura” y “un completo disparate”. 
 
Además, continúa el recuento de Greenpeace, DuPont sostenía en 1979 que “el agotamiento de ozono no ha sido nunca  detectado, todos sus números se basan en una serie de proyecciones inciertas”.
 
Para 1985, la evidencia era irrefutable. Entonces, la revista Nature publicó lo que sería uno de los “descubrimientos científicos más dramáticos de los tiempos modernos”: un agujero masivo se había formado en la capa de ozono sobre la Antártida y el daño podía seguir expandiéndose.
 
Los escenarios apocalípticos empezaron a surgir. Sin la protección del ozono, indica la EPA, los rayos ultravioleta podían incrementar las tasas de cáncer en ciertas regiones, además de causar otros daños a la piel, a los ojos e incluso al sistema inmunológico.
 
Unidos por el ozono
 
Cuando el problema no podía ser más evidente, los gobiernos del mundo acordaron la eliminación gradual de los clorofluorocarbonos y otras sustancias nocivas para la capa de ozono. El compromiso tomó forma en el Protocolo de Montreal, uno de los tratados medioambientales más exitosos de la historia, indica Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
 
Acordado en 1987 y en operación desde 1989, según datos de la UNEP, ha sido ratificado por 197 partes,  incluyendo a 196 países y la Unión Europea. Por su número de adherentes, se convirtió en uno de los primeros acuerdos “universales”. 
 
Sin el Protocolo de Montreal y sus acuerdos asociados, los niveles atmosféricos de sustancias que agotan el ozono pudieron haberse multiplicado por 10 para 2050, estima un informe presentado en 2014 por la UNEP y la Organización Meteorológica Mundial. 
 
La información de ese documento señala que, desde 1989, la emisión mundial de sustancias agotadoras de ozono se ha reducido hasta en un 90 por ciento. Gracias a estas medidas, el estudio concluía que “existen indicaciones positivas de que la capa de ozono está camino a recuperarse hacia mediados de este siglo”. 
 
Este año, la investigación liderada por Solomon confirma la tendencia de la capa de ozono a recuperarse. Junto a su equipo, la científica analizó el agujero de la Antártida todos los meses de septiembre desde 2000 hasta 2015, concluyendo que la apertura se ha reducido en más de cuatro millones de kilómetros cuadrados.
 
Para llegar a estos resultados, comenta Solomon, la ciencia mostró el camino, pero fueron los diplomáticos, los países y las industrias los que trazaron el recorrido fuera del peligro. Y ahora, finaliza la científica, podemos ver cómo el planeta está empezando a mejorar.

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