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"Viví pensando qué hice yo para provocar a mi violador"

miércoles, 18 septiembre 2019 - 05:50
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En plena discusión en la Asamblea para despenalizar el aborto por violación, María Mercedes Cuesta soltó un testimonio que provocó un debate nacional. La asambleísta revela qué la motivó a hacerlo.
 
Desde la sala de la casa que comparte con una amiga se escucha  su voz: ronca, atropellada, guayaquileñísima. Dice algo de unos pelos de  loca y de que no se va a maquillar porque  no quiere. Viste discreta: camisa blanca,  jeans, zapatos planos. Lo que es un estallido de vitalidad es la rapidez con la  que hace todo: los saludos, la trenza, los  lentes, las frases. Entra María Mercedes  Cuesta y todos los ojos van hacia ella, rotunda como una fuerza de la naturaleza.
 
Habla de lo que vino a hablar, de lo  que ha sorprendido a todo el país: su  cambio de postura en relación a penalizar  el aborto en casos de violación. La asambleísta Cuesta se levantó en el pleno y  dijo que se oponía a castigar a una mujer  violada si decide abortar. Dijo también  que ella fue abusada desde los seis años  por lo que sabe lo que es la violación.
 
“No quiero que una mujer violada  que aborte vaya a la cárcel. Punto. Si no  lo pueden entender, qué lástima. Si hoy  me violaran y saliera embarazada tendría a mi hijo, pero esa es mi decisión y  yo no puedo obligar a nadie a hacerlo.  No es que sea asesina, es que tengo que  intentar estar en el pellejo de la otra:  eso se llama empatía”.
 
¿Cuándo decidiste hacer pública la violación que sufriste desde niña?
El debate no me permitía hablar de  un solo tema y estaba sobre la mesa  lo del aborto no punitivo. Mi discurso  fuerte era el de drogas, pero se me salió  de las manos. No lo tenía planeado,  pero cuando improviso cualquier cosa  puede salir de mi boca. Tengo terror a  alejarme de mis notas porque ahí se va  la política que habla del artículo no sé  cuánto y habla mi alma. Dicen en Playas: booooótate. Me boté.
 
¿Por qué ahora?
¿Sabes qué? Viví toda mi vida pensando qué hice yo para provocarlo.  Cuando tenía 30 y pico de años entendí, con la ayuda de una psicóloga, que  no era mi culpa, que yo era una bebé.
 
Pero no es sólo eso: a mí me dijeron  cuando tenía 20 años que como tenía  una hija llevaba un letrero en la frente  que decía ‘fácil’, que nadie me iba a respetar. Eso es esta sociedad. 
 
¿Pensaste que te arrepentirías?
No. Yo hablé y después hice cortocircuito. Ya cuando me siento es que me da la ‘chiripiorca’. Y digo ¿qué hice? Ahí salgo corriendo. Me voy a la sala de al lado hecha un mar de lágrimas y lloro y lloro.
 
¿Cómo fue la reacción de tus compañeros?
Al día siguiente todo el mundo me  abrazaba, pero ya ahí me puse firme: ya,  se cerró el tema. Esto no es sobre María  Mercedes Cuesta que fue violada. Es un  tema de miles, de millones de mujeres,  no solamente en el Ecuador, sino en el  mundo. Yo soy una, pero millones han  pasado cosas incluso peores.
 
Tu hija también fue abusada de niña.
Sí, ese es el gran arrepentimiento  de mi vida. No haberme dado cuenta.  ¿Cómo pude no haberme dado cuenta?  Fue en donde yo trabajaba, yo la llevaba  a ella. ¿Cómo no lo vi? ¿Cómo?
 
Tu cambio de postura ha sido muy criticado.
Sigo pensando igual sobre el aborto, pero es mi opinión personal. No  hay peor ciego que quien no quiere  ver y durante mucho tiempo fui esa  ciega. Sobre eso no quería hablar. Esto  (castigar el aborto) no era un tema  negociable, pero empecé a ver cifras, a  hablar con mujeres violadas o que han  abortado. Encontré una realidad más  dura de lo imaginable. Hay niñas que  han sido violadas por su papá, por su  padrastro desde los seis y apenas llega  su edad fértil ya están embarazadas  de ellos. ¿Tiene que ir presa si aborta?  Humanidad, por favor.
 
¿Qué ayudó a hacer ese click?
Un editorial de Manuel Ignacio Gómez Lecaro que fue liberador (se refiere  a “El verdadero debate”, El Universo, 7  de enero, que dice, entre otras cosas, “la  pregunta que deben contestar nuestros  asambleístas es muy puntual: ¿debe una  adolescente o una mujer violada ir a la  cárcel por decidir abortar?”). Lo leí y dije  ¿cómo le hago yo esto a otra mujer? No  puedo.
 
Ahora, tiene que haber normas  muy claras. Tiene que haber una denuncia, comprobar que ha habido violación.  Y también tenemos que perder el miedo  y la vergüenza: a la familia, a quienes  manejan la justicia que actúan con tanta  ineficiencia que va una mujer violada a la  Fiscalía y le dicen ¿y usted estaba con esa  falda? Por Dios. Nadie quiere denunciar  porque resulta que después tu agresor  está libre y te ronda. Si tú lo denuncias  qué horror, has destruido una familia,  nos has puesto en el ojo del huracán. O  sea, ¿hello? ¿Yo? ¿La violada?
 
Pero tú eres religiosa.
Yo no soy religiosa, soy espiritual.  Créeme que esto ha sido un golpe  tan duro para mí que en vez de  acercarme a la iglesia como insti tución me ha alejado. No me he alejado  de Dios, de la Virgen. Es más, ahora los  siento más cerca porque ellos conocen  mi corazón.
 
Algunos católicos han sido feroces contigo.
Esta es una sociedad hipócrita, se  da golpes de pecho, y dicen ‘ahí va la  fulana que no sé qué’. Es una élite que  piensa que porque comulga está por  encima de los demás. No me vengas  con vainas. La condena de los que se  dicen católicos es espantosa, los mueve  un fanatismo horroroso. Todo fanático  es despreciable. Me han dicho horrores. Pero, ojo, también los de los pañuelos verdes. Lo que tengo claro es que yo  no estoy en esos dos bandos: yo quiero  que lleguen a un acuerdo poniéndose  en los zapatos de las mujeres.
 
¿Te has arrepentido?
Ni un segundo.
 
¿Entonces? ¿Ha cambiado tu idea sobre el aborto?
En lo personal es la misma: es vida  desde la concepción. Yo tengo en mi cabeza clarito cómo retumbaba el corazón  de mi hija. Fui madre soltera a los 19  años y jamás dudé. El papá me dijo que  la aborte y yo dije no, dentro de mí hay  un ser humano producto de mi amor.
 
¿Y si una chica de 19 como eras tú decide que no puede ser madre?
Es muy duro dar una respuesta  porque no todas las realidades son  iguales. Si en mí estuviera la decisión yo trataría de que hubiera  una política pública en la que trabajen  el Ministerio de Trabajo, de Educación,  de Salud. Que esa mujer pueda ir a una  casa de acogida hasta que dé a luz, pero  que se respete su empleo por ley, que el  Estado se encargue de su bienestar, de  sus revisiones ginecológicas y que si ella  decide no ser mamá por las razones que  sean lo dé en adopción.
 
¿La adopción te parece la solución?
Ahora mismo en Ecuador tienes  todos los obstáculos del mundo para  adoptar. Hay más de dos mil niños que  están encarcelados, no hay otra forma  de decirlo, y si viene alguien que quiere  adoptar le dicen que no. Las trabas son  impresionantes. Empecemos a trabajar  con coherencia. Provida, dennos una  solución. Yo invito a los provida y a  los pañuelos verdes a sentarse en una  mesa a dialogar, no a gritar ‘asesinas’.
 
Yo invito a los que llaman asesinas a las  mujeres que abortan que adopten un  niño. Yo quisiera que no haya mujeres  violadas, yo quisiera que nadie abortara,  pero esa no es la realidad. ¿Qué  hago? ¿Sigo siendo Alicia en el país de  las maravillas? No puedo.
 
¿Entonces apoyas el aborto?
Es difícil replantearme la oposición al aborto, pero pienso que nadie  tiene derecho a llamar asesina a nadie. No es sencillo. Sé que una mujer  que aborta es una mujer desesperada,  pero hay que superar muchas cosas  para llegar al punto de legalizar el  aborto en todos los casos, debemos  madurar como sociedad, educarnos.
 
¿Y mientras?
Para mí es muy difícil responder a  esa pregunta.
 
¿Qué piensas de lo que pasó en Ibarra?
Vi el video y lo primero que pensé  fue: ‘policías inútiles’. Después me puse  a pensar: todos están apuntando, pero  nadie se anima a disparar, ¿por qué?  ¿Qué está fallando aquí que un policía  no se atreve a disparar? Seguro ellos  dicen ‘si disparo voy preso’. Lo que tenemos que hacer es darles herramientas  para que puedan actuar y sepan bien  qué les va a pasar. Ellos también están  indefensos. Yo creo que el Estado nos  ha fallado, pero no es ahora, no es este  gobierno. El Estado pone a la víctima en  una posición en la que termina siendo  juzgada y condenada.
 
¿Y las declaraciones del Presidente pidiendo antecedentes a los venezolanos?
Súper desacertado. No es un tema  de venezolanos, es un tema de violencia. No tiene nada que ver la nacionalidad del agresor. La violencia está súper  arraigada, no solamente en el Ecuador,  sino en todo el mundo.
 
¿Qué le dirías a ‘Martha’?
Martha, mi obligación es ir a la  Asamblea y pelear por ti y por las otras  Marthas. Estos tres que te hicieron lo  que te hicieron van a pagar: tienen que  pasar su vida entera en la cárcel.
 
¿Qué viene ahora?
Ahorita recibí un mensaje de una  chica: la violaron cuando tenía 12  años. En este tiempo he recibido tantos testimonios de personas que dicen  ‘a mí me pasó lo mismo’. Hombres y  mujeres. Ha habido un cambio en mí.  Ahora estoy mucho más comprometida en hacer lo que es realmente justo,  pero se acabaron las compasiones. Ya.  A virar la página. Ya no más ‘pobre  María Mercedes’: vamos a trabajar.  

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