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¿Quién jodió a América Latina?

miércoles, 12 febrero 2020 - 03:19
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Se han escrito miles de ensayos para entender la llegada del comunismo a América Latina. No obstante, ninguna tesis parece tan novedosa como la planteada en la novela Tiempos Recios, escrita por el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa y en circulación desde fines de 2019.
 
La novela tiene como escenario histórico el derrocamiento de Juan Jacobo Árbenz en Guatemala, en 1954, acusado de ser un comunista. En realidad, Árbenz no era comunista, sino social-demócrata y buscaba mejorar las condiciones de trabajo de los guatemaltecos, sobre todo de aquellos empleados por la bananera United Fruit.  Además, Arbenz se había empeñado en cobrar impuestos a la poderosa empresa, que no los había pagado desde los inicios de su operación. La empresa tenía en Estados Unidos aliados poderosos, uno de sus abogados, John Foster Dulles, fue Secretario de Estado durante la presidencia de Eisenhower, pero además, en los años 30 como abogado negoció un acuerdo entre la United y el gobierno de Guatemala. Su hermano Allen Foster Dulles fue director de la CIA durante la misma presidencia y tenía un puesto en el consejo directivo de la United. Otros políticos importantes como Henry Cabot Lodge, embajador ante Naciones Unidas, era importante accionista de la empresa. Finalmente, se vivía la Guerra Fría, donde el aliado de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, se había convertido en el enemigo.
 
Vargas reconstruye el nacimiento de la United Fruit y cómo gracias al asesoramiento de una naciente empresa de relaciones públicas, la desconocida Guatemala pasa a ser centro de las noticias de primera plana, argumentando que Árbenz era simpatizante de la Unión Soviética. Los hechos son reconstruidos con precisión en la novela, aunque los nombres del fundador de la United y de la agencia de relaciones públicas son ficticios. Faltó un detalle importante, el jefe de Relaciones Públicas estaba casado con la secretaria del presidente Eisenhower.
 
Los hermanos Foster Dulles.  Allen, director de la CIA saluda a John, Secretario de Estado durante el gobierno de Eike Einsenhower. 
 
Para derrocar a Árbenz, la CIA escogió al coronel Carlos Castillo Armas. Castillo recibió entrenamiento y apoyo financiero y desde Honduras dirigió la invasión, que sin mayor problema destituyó a Árbenz. Terminó exilado en México, sin poder comprobar que no era comunista.  Un hombre importante en el apoyo a Castillo fue el dictador de República Dominicana Rafael Trujillo, a cambio de que a futuro le invite a una  visita oficial a Guatemala.
 
En el poder, Castillo se enamora de la mujer más bella del país, una reina de belleza. Miss Guatemala es uno de los ejes centrales de la novela de Vargas y probablemente en la historia. Una vez en el poder, Castillo rompió toda relación con la Unión Soviética y los países del bloque (Polonia, Rumania, Hungría, Alemania Oriental, Yugoeslavia). Eliminó las leyes que molestaban a la United Fruit, pero no invitó nunca a Trujillo, esto le pasaría una factura inmensa, según el libro.
 
Trujillo envío a un hombre de confianza que se hizo responsable de la represión durante el gobierno de Castillo. Además, entró en contacto con miss Guatemala y un norteamericano que era el hombre de la CIA.  Castillo estaba aparentemente bien establecido cuando es asesinado por un hombre soldado raso, que después se suicidó. 
 
Nunca se determinó con certeza las causas y el verdadero autor de su asesinato. Sin embargo, Vargas, en "Tiempos Recios" lo atribuye a Rafael Trujillo: una venganza por haberse olvidado de sus promesas.
 
Carlos Castillo Armas el militar entrenado y financiado por la CIA, que derrocó a Árbenz. Murió asesinado, probablemente por orden del dictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo.
 
Los sucesores de Castillo Armas, quisieron involucrar a Miss Guatemala en el asesinato. Ella fue ayudada a escapar hacia el Salvador por el hombre de Trujillo y el agente de la CIA y de ahí a República Dominicana. La hermosa mujer termina como amante del asesor de Trujillo.
 
Allí ocurre uno de los episodios más hilarantes del libro. Trujillo seguía siendo jefe supremo de República Dominicana, pero nombró a su hermano Héctor como Presidente. A oídos de Héctor había llegado el rumor de la belleza de Miss Guatemala. Por ello, la invita al Palacio y saca un cheque  en blanco, firmado para que ella ponga su precio. Indignada, miss Guatemala lo cachetea y muerde la oreja.  Tiempo después el jefe supremo, obliga a Héctor a pedirle perdón de rodillas por la ofensa.
 
El libro concluye con una visita y entrevista de Vargas Llosa a miss Guatemala, quien ya octogenaria vive en una casa llena de adornos y pájaros, en Estados Unidos, cerca de la capital.  Ella, con picardía, no niega ni afirma si fue o no agente de la CIA.
 
Al terminar la obra, Vargas concluye: “Fue una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotskista y fidelistas. Y sirvió para radicalizar y empujar el comunismo de Fidel Castro”.
 
Vargas añade, que el Che Guevara estaba en Guatemala cuando ocurrió el golpe contra Árbenz. Vendía enciclopedias de puerta a puerta para mantenerse.  En Guatemala conoció a Hilda Gadea, una peruana, quien fue su primera esposa. “De allí extrajo probablemente unas conclusiones que resultaron trágicas para Cuba: una revolución de verdad tenía que liquidar al Ejército para consolidarse, lo que explica esos fusilamientos masivos de militares en la Fortaleza de la Cabaña, dirigidos por el propio Ernesto Guevara”.  De su paso por Guatemala también saldría la idea de que era indispensable para la Cuba revolucionaria aliarse con la Unión Soviética.
 
Vargas concluye: “Otra hubiera podido ser la historia de Cuba si Estados Unidos aceptaba la modernización y democratización de Guatemala”, que intentó Árbenz… "Hechas las sumas y las restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz”.
 
 

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