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Empleadas

sábado, 22 diciembre 2018 - 10:17
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Cuando era adolescente no existían las redes sociales, ni la internet, pero en el colegio teníamos el chismógrafo. Un cuaderno que pasaba de mano en mano, y en cada página tenía una pregunta. Lo interesante aparte de responder, era leer las respuestas de los demás. Había chismógrafos mejores que otros, dependía del atrevimiento de la encuesta y de lo revelador o gracioso de las respuestas. ¿Quién te gusta del curso? ¿Por qué? ¿Prefieres la playa o la sierra? ¿Qué es lo más turro que has hecho borracho/a? ¿Qué profesor te cae mal? ¿Eres virgen?... Al ver Roma recordé algo que leí en un chismógrafo: “¿A quién le tienes más confianza, a tu mamá o a tu papá?”, preguntaba, y alguien puso: “A la empleada”. Como en un protoevento viral el resto empezó a contestar lo mismo.
 
Ganadora del León de Oro en Venecia y una de las favoritas para el Oscar a la mejor película en habla no inglesa, Roma está Ambientada en México D.F. a inicios de los 70, es la primera película en español de Alfonso Cuarón desde Y tu mamá también (2001), y es su obra más personal: el nombre de la película se refiere al barrio donde vivía su familia, y está dedicada a Libo Rodríguez, la empleada doméstica de la casa de su infancia, en quien se inspiró para crear el personaje de Cleo (Yalitza Aparicio).
 
Cleo es una de las dos jóvenes empleadas “puertas adentro” de un hogar de clase media alta en plena crisis. El padre ausente, la madre tratando de “aguantar por los hijos”, el desorden de cuatro niños acostumbrados a tirar todo al suelo... Y Cleo -que no se queja, lava la ropa, ordena la casa, limpia la caca del perro, cuida con cariño a los chicos y es la cómplice de sus juegos- parece un faro en medio de ese caos. Pero tendrá su propios problemas cuando conoce a Fermín.( Jorge Antonio Guerrero) un muchacho agresivo de quien se embaraza. 
 
Roma es también la historia de la relación entre la señora de la casa, Sofía (Marína de Tavira), y Cleo. Sofía despliega con su empleada un trato que va de la generosidad al grito, de la empatía con la mujer que la ayuda a sostener su hogar a la crueldad cotidiana de descargar en ella sus frustraciones. del agradecimiento por el amor incondicional que Cleo siente por sus hijos a los celos de que este sea tan correspondido.
 
Si algo se ha criticado de Roma es que construye una imagen de Cleo cálida pero distante, inasible. La protagonista habla muy poco, la cámara de Cuarón la captura sobreviviendo a sus tragedias estoica y casi impenetrable, desde “una mirada burguesa” se ha dicho, que más que un personaje produce un estereotipo.
 
No estoy de acuerdo. Lo que pasa es que Cuarón –un tipo que ha creado el mundo fantástico de Harry Potter, la distopía futurística de Hijos del hombre y una ciencia ficción como Gravity- ha decidido acercarse al universo de Cleo (quizá tan distante y desconocido como aquellos) desde la estrategia del detalle absoluto, casi hipnótico, de la fotografía en blanco y negro, de planos amplios llenos de elementos y gestos reveladores. Hay que buscar la complejidad de Cleo en aquellas escenas donde su equilibrio (incluso el literal) la distingue del resto. Durante un temblor en lugar de rezar o buscar refugio como el resto, permanece tranquila y concentrada. Cuando contesta el teléfono lo limpia antes de pasarlo a Sofía, pero la noche, en lengua mixteca critica y se ríe de la tacañería de la jefa. Acepta sin chistar su embarazo no deseado, pero su maternidad tiene dolorosas contradicciones. Le gusta apasionadamente el cine.  
 
La relación que se establece en Latinoamérica entre trabajadores de servicio doméstico y las familias para las que trabajan ya ha sido explorada por cineastas de varios países, desde la ficción y la no ficción (dando a luz joyas como “Santiago”, del brasilero João Moreira Salles). Después de todo, la mayoría de nuestros cineastas de provienen de la clase medio alta, en un lugar del planeta donde los derechos laborales van llegando a cuenta gotas, y propician relaciones tan entrañables y al mismo tiempo distantes entre los empleados y las familias. Justo por estos días, el quiteño Sebastián Cordero (a quien Cuarón le produjo Crónicas) filma su primer documental, que será acerca de su nana. 
 
Cuarón ha dicho que sin Netflix hubiera sido imposible producir una historia como la de Roma. Y sí, es de la lástima de que en Ecuador solo se la pueda ver en cine en Quito (en la sala independiente 8 y medio), pero es de que celebrar que esta película esta exista. No solo por sus innegables virtudes artísticas sino por el registro histórico que constituye y discusión social que propicia. Una de las escenas más impactantes y soberbias recrea con un realismo que pone los pelos de punta la Masacre de Corpus Cristi  ( https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46562349), la terrible represión a protestas estudiantiles que por muchos años el estado pretendió ignorar. Por otra parte Roma ha motivado el debate sobre derechos reproductivos de las mujeres https://www.letraslibres.com/mexico/politica/roma-y-la-conversacion-sobr... el DF el aborto ya es legal, pero es un tema pendiente en otras ciudades. Y sobre todo, en un país donde las trabajadoras de hogar todavía no tienen seguridad social, el éxito de Roma (con el consentimiento de Cuarón) ha sido un espaldarazo para esa larga lucha de las empleadas mexicanas ( https://www.eluniversal.com.mx/articulo/marcelina-bautista-bautista/naci...). 
 

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