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Ketty Arce Cerdillo: una doctora ecuatoriana al otro lado del mundo

miércoles, 4 noviembre 2020 - 05:45
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“Es la experiencia más dura que puede vivir un profesional sanitario, yo lo llamo los días grises. En el aire se respiraba miedo, incertidumbre, tristeza, se perdieron las risas de los pasillos del hospital”, cuenta Ketty Arce Cedillo, una doctora guayaquileña de 38 años que vive desde hace nueve años en India.

Ella está al frente del área de urgencias del Hospital de Bathalapalli de la Fundación Vicente Ferrer, el cual atiende solo a pacientes con covid-19 desde el 16 de abril. Bajo su responsabilidad están 70 camas de pacientes semicríticos y un personal de 84 personas, entre médicos, enfermeras, camilleros y personal de limpieza.

Su trabajo fue recompensado. Hace un mes fue premiada esta casa de salud por el gobierno local de Andhra Pradesh, al centro sur de la India, como el mejor centro privado para el tratamiento de esa enfermedad. Ese estado es el segundo con más contagiados del país asiático que registra más de seis millones de infectados.

Arce vive en Bathalapalli, una ciudad de cuatro mil habitantes, ubicada al sur de un país que tiene 1.353 millones de personas. Desde ese lugar, con población mayoritariamente rural, ella lucha contra la pandemia. Pero, ¿qué hace una ecuatoriana combatiendo al temido virus al otro lado del mundo?

Haciendo maletas

Ketty Arce se inclinó por la profesión de su mamá Ketty Cedillo Carrión. Lo hizo desde niña, cuando le acompañaba en las visitas que realizaba a los pacientes hospitalizados. Mientras que en el colegio iba ciertas horas a las casas de salud para tomar nota sobre su futura profesión.

Es así que se graduó de doctora, al igual que su mamá, en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil. En cambio su papá y sus tres hermanos se decidieron por ingenierías.

Con el título en mano se fue en 2005 a practicar medicina en el Hospital de Sant Pau, en Barcelona (España). Allí decidió que lo suyo eran las atenciones en emergencias y no la cirugía.

Es así que en ese país se especializó en medicina en familia y realizó maestrías en medicina de urgencias y en gestión hospitalaria.

En España tomó otra decisión fundamental. En 2008 conoció al médico español Gerardo Álvarez-Uria Miyares, especialista en enfermedades infecciosas. Y la chispa del amor se encendió.

Al poco tiempo, él se enrumbó a la India como responsable de un hospital de enfermedades infecciosas de una ONG española, que en ese momento trataba pacientes con VIH, y para equipar otra casa de salud especializada en tuberculosis.

Durante casi cuatro años, su relación fue a la distancia. Solo se veían durante sus vacaciones en España o India. Finalmente en 2011 se comprometieron y Ketty Arce decidió trabajar en India para “vivir juntos esta aventura”.

En el país asiático le esperaba a ella el reto de montar un departamento de urgencias con protocolos parecidos a los de España en el hospital que actualmente trabaja.

Aprender de nuevo

Su adaptación a la cultura india fue complicada. “Para ellos es la primera vez que tienen que trabajar con una mujer sudamericana, ecuatoriana y guayaquileña, como jefa del departamento de Urgencias , el área más crítica”, indica Arce, sobre sus colaboradores.

“Han sido años de ganarme el respeto de mis compañeros, a través de mi trabajo y adaptación a su cultura, así como ellos a la mía y a la de mi esposo”, añade.

En la región, con población mayoritariamente rural, se habla principalmente Telugu, mientras que los que saben inglés son los que han accedido al colegio y la universidad. “He aprendido algunas palabras en la lengua local que me ayuda a comunicarme con los pacientes para que se sientan más cómodos”, indica Arce.

Pero también tuvo que adaptarse a una sociedad muy conservadora, en la que están presentes valores patriarcales y a las mujeres desde niñas se las considera como una carga.

“Muchos de los intentos de suicidio que nos llegan son de mujeres jóvenes, que se encuentran sin salida a una situación que las oprime y de la cual no saben como escapar”, indica sobre una de las principales atenciones que realizaba antes de la pandemia.

Lucha incansable

“A pesar de prepararnos lo mejor que pudimos contra el covid-19, cuando llegaron los casos apareció el miedo, el pánico, el estigma por tratar estos pacientes. Yo como responsable tenía que estar convencida y segura, aunque por dentro tenía ese miedo e incertidumbre porque no sabía que iba a pasar aquí”, afirma Arce.

En esta casa de salud se atendieron a más de tres mil personas contagiadas del virus.

“Las muertes me derrumbaron, creo que como médico nunca había visto tantas muertes y en algunos casos injustificables, muertes repentinas, que te creaba la duda de saber si lo estabas haciendo bien, pero a la vez también ver pacientes recuperándose me motivaba para ir a luchar por ellos y con ellos”.

Para enfrentar el covid, Arce se apoyó en las experiencias de sus colegas en España y de sus compañeros de promoción de Guayaquil. Además, su esposo leía y estudiaba los artículos científicos en los que se presentaban resultados de los tratamientos que se aplicaban en otros países.

Durante esa incansable lucha contra la pandemia, Ketty Arce estuvo pendiente de lo que sucedía en su natal Guayaquil con sus familiares y sus colegas. Con ellos compartía recomendaciones y experiencias sobre el coronavirus que servían a los dos lados del mundo.

“Cuando veía las noticias sobre mi ciudad, mi corazón latía a mil. Las imágenes que se mostraban eran terribles de personas desesperadas por ser atendidas en los hospitales y tener la ‘medicina ‘ para sus enfermos, los ataúdes en las calles”, relata.

“Antes era una persona de hacer muchos planes de largo y corto plazo, ahora con toda esta situación que estamos viviendo se ratifica aún que lo mejor que podemos hacer es vivir y trabajar el día a día”, señala. Pero le gustaría terminar el proyecto de la nueva urgencia en otro hospital que quedó pendiente.

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