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El 45% de las mujeres en Ecuador ha perdido su trabajo durante la pandemia

viernes, 24 julio 2020 - 10:57
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Jennifer Cobos se define como una mujer que siempre ha estado activa. Su pasión por la danza combinada con la docencia, la llevaron a ser maestra en una escuela particular y también a dar clases en una academia de Guayaquil.
 
Compartía el tiempo entre sus dos trabajos, su esposo y sus dos hijas, pero desde abril su ritmo de vida se desaceleró cuando en ambos lugares prescindieron de sus servicios profesionales por la crisis generada por el covid-19.
 
“En esos días mi esposo se enfermó por el virus y prioricé su salud y la de mi familia, pero cuando se recuperó me pregunté qué hacer. He trabajado toda mi vida”, comenta Cobos, de 31 años.
 
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer en Ecuador reveló que ante la pandemia, el 45% de las mujeres del país ha perdido su trabajo. Antes la cifra del desempleo en ellas era del 10%.
 
La mayoría de pérdidas se concentran entre las mujeres que estaban en trabajos ocasionales, relaciones comerciales o venta directa, de acuerdo al informe “Efectos de la emergencia sobre la vida de las mujeres: economía y cuidados”, realizado junto a Fundación Telefónica.
 
El estudio señala además, que 69 de cada 100 mujeres empresarias no han podido abrir sus negocios, mientras que el 76% indicó que se ha incrementado su carga de trabajo de cuidados en el hogar durante el confinamiento y la crisis.
 
En términos socioeconómicos, las consecuencias pueden ser nefastas para las mujeres y para el conjunto de la sociedad, explica a Vistazo la representante de ONU Mujeres en la Oficina de Ecuador, Bibiana Aído Almagro. “Podemos encontrarnos ante décadas de retroceso sino se toman las medidas adecuadas. Las mujeres están sufriendo los impactos de esta crisis con mayor intensidad”, manifiesta.
 
Aído menciona que la organización junto con CARE, también ha realizado una Evaluación Rápida de Género para América Latina y Caribe que muestra claramente esos mayores impactos. Uno de los resultados es que la crisis podría empujar a 28.7 millones de personas adicionales a una situación de pobreza, siendo mujeres la mayoría. 
 
Además, indica que en la región a 85 millones de niñas y niños se les ha suspendido el acceso a programas de alimentación escolar y en este contexto, las mujeres ya están consumiendo una menor cantidad de alimentos y comidas menos nutritivas de modo que sus hijos puedan disponer de más alimentos. Sin contar con que la violencia basada en género está aumentando y la capacidad de las mujeres para tener acceso a servicios de atención está disminuyendo. 
 
Lita Martínez, directora del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam) considera que la pandemia ha visibilizado más la desigualdad entre hombres y mujeres, porque aunque algunas empresas “traten de ser conscientes al momento de tomar una decisión, en la mayoría de los casos se prefiere mantener a los hombres en la nómina porque la mujer es la que se embaraza o generalmente pide permiso para el cuidado de su familia”.
 
Añade que las familias que tienen cabezas femeninas son las más vulnerables. “Si la sociedad no avanza, la feminización de la pobreza seguirá perpetuada”, dice Martínez.
 
Por su parte, Aído sostiene que es “alarmante saber que 48 de cada 100 mujeres que estaban en relación de dependencia permanente u ocasional declaran haber sido separadas, despedidas o suspendidas sin aviso de retorno. Esto nos permite ver que las mujeres han sido quizás de las primeras en perder sus empleos y seguramente serán las últimas en recuperarlos, pues muchas de ellas deberán asumir las tareas del hogar y de los cuidados”.
 
Reducción de salario, otra arista
El informe de la ONU Mujeres señala que 33 de cada 100 mujeres que continúan trabajando declaran trabajar menos horas, mientras que 57 de cada 100 han disminuido su salario.
En ese grupo se encuentra Verónica Castro, que desde el inicio de la cuarentena se encuentra en la modalidad de teletrabajo. Desde su casa se encarga de la contabilidad de una empresa, con un 20% de reducción de sueldo.
 
“Aunque estoy agradecida por conservar mi trabajo es más agotador combinar las tareas del hogar y la educación de mis hijos con mis actividades diarias. Ahora la carga personal y las responsabilidades se han aumentado”, dice Castro quien tiene dos hijos de 15 y 11 años.
 
La representante de ONU Mujeres en Ecuador, Bibiana Aído señala que si antes de la emergencia, la sobrecarga de trabajo de cuidados no remunerado sobre las mujeres  era uno de los principales obstáculos para su incorporación en el mercado laboral y sus posibilidades de ascenso en el mismo, esa barrera se puede hacer aún mayor en este contexto; incluso algunas mujeres podrían dejar sus trabajos por los cuidados extendidos.
 
“En este sentido, e intentando mirar la oportunidad en medio de la crisis, se requiere de un nuevo contrato social con diferentes actores involucrados: estado, mercado, comunidades y familias para el reconocimiento, la visibilización y redistribución del trabajo de cuidado no remunerado. Hay que reconocerlos como servicios esenciales y ver también su potencial con ámbito generador de empleo”, dice Aído.
 
Mientras se tomen decisiones públicas que impliquen cambios, Cobos tomó la iniciativa de repotenciar el negocio de su mamá y abuela de venta de comida típica los domingos. Señala que por ahora esa es su principal fuente de ingresos para compartir los gastos del hogar junto a su esposo. Su confianza está en su potencial y en que pronto retomará sus actividades profesionales.

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