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Canibalismo

lunes, 10 abril 2023 - 08:55
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    Habrá juicio político. Tras el dictamen de la Corte Constitucional, el presidente Guillermo Lasso ha decidido presentarse en el Parlamento y defenderse de la acusación de peculado. Al drama general de la indefensión social por el azote del crimen organizado, habrá que agregar la incertidumbre por el resultado. Todo esto ocurre porque Ecuador no ha superado su cultura política de canibalismo, que impide su gobernanza.

    En los 43 años de reciente democracia, el drama ha sido el mismo: oposiciones que pretenden gobernar desde el Parlamento, cuando los presidentes no tienen mayoría, obstaculizando sus propuestas. Con la excepción de Rafael Correa, quien tuvo el total control de la Asamblea, lo que tampoco fue saludable, pues se caminó al borde de la autocracia, porque en democracia la oposición es parte vital. Sin embargo, los demás presidentes tuvieron que ceder a través de mecanismos cuestionables como repartos de canonjías, medidas arbitrarias o sufrir el inmovilismo que ha padecido Guillermo Lasso, cuya suerte no dependerá de lo que ha hecho o deje de hacer, de los aciertos o errores cometidos, sino de los votos que alcance una oposición feroz.

    Hacer oposición en Ecuador se concibe como el único camino para llegar al poder y se transforma en un combate entre enemigos y no como debería ser el encuentro entre adversarios, que puedan consensuar estrategias para cambiar para bien del país. Y por ese combate irracional, el país no ha podido construir una agenda mínima, que permita poseer una educación y salud de calidad, contar con seguridad y que la Policía pueda defendernos del crimen y seguridad jurídica para garantizar la inversión nacional y extranjera, todo lo cual es esencial para lograr el desarrollo económico y social. Esto explica el hartazgo de los ciudadanos con la política, con los partidos y con las instituciones, lo cual ha traído como consecuencia una ruptura en el tejido social. Esa ruptura es terreno fértil para que opere el crimen organizado y que la violencia se torne ubicua, pero los políticos parecen no entenderlo.

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