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Droga, enfoque equivocado

viernes, 6 septiembre 2019 - 11:01
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    El consumo de drogas y los  problemas de salud mental  suelen estar relacionados.  La adicción a las drogas  agrava los problemas mentales, por  lo que se requiere tratar los dos al  mismo tiempo. Las drogas terminan  con muchas vidas y causan un dolor  enorme a quienes rodean a los adictos. Sin embargo, el actual esquema  de lucha contra las drogas está condenado al fracaso. Expliquemos por  qué y planteemos alternativas.
     
    La estrategia adoptada contra las  drogas es el prohibicionismo. Esto ya  se ha probado en varias ocasiones en  contra del alcohol y la prostitución  (ninguna de estas prácticas ha sido  erradicada y ya no se consideran un  delito). Lamentablemente, el consumo de drogas goza de salud inmejorable gracias al prohibicionismo.
     
    Desde una perspectiva económica, la prohibición de la producción  de droga eleva sus precios a niveles astronómicos, transformando  esta actividad en la más rentable. Recordemos que los precios llevan  información: son el mensaje de los  consumidores hacia los productores indicándoles que quieren más  droga. El resultado, es que cada día  aparecen más productores dispuestos a responder este llamado; a ganar ese rendimiento extraordinario  que compensa los riesgos asociados  de trabajar en una actividad actualmente ilícita.
     
    Otro efecto perverso del prohibicionismo es que no distingue  edad en los consumidores. Al ser tan  rentable, se desarrollan sofisticados  esquemas de distribución y comercialización que ponen la droga al  alcance, incluso de los más jóvenes.  La droga está ampliamente disponible en cualquier lugar: parques,  escuelas, calles, etc.
     
    ¿Cómo combatir a las drogas? La  salida es adoptar una estrategia en  paralelo desde la oferta y demanda.  Desde la oferta, la solución es hacer  que las drogas dejen de ser el negocio  más rentable de la economía. Esto se  logra solo a través de su legalización  y estrecha regulación (no hay nada  más desmotivante para un inversionista que la regulación estatal). 
     
    El trabajo más importante debe  venir desde la demanda (los consumidores). No podemos olvidar que  la economía de mercado es el resultado de los deseos de los consumidores. La intervención estatal es inútil  para corregir las decisiones que considera “inmorales”. El que prefiere  lo “inmoral” y es prevenido por la  violencia de alcanzarlo, buscará una  manera de obviar las prohibiciones  y alcanzar sus objetivos (mercados  negros, coimas, violencia, etc.).
     
    Los estatistas creen que, para  transformar a una persona en un  ser “moral”, basta con usar la fuerza.  Olvidan que la virtud solo existe en  libertad. Quien propone la coerción  estatal para detener lo que consume  un individuo, abre la puerta para la  intervención dictatorial sobre cualquier decisión en nuestras vidas.
     
    La única alternativa efectiva  para luchar contra las drogas está  en la educación, para modificar las  decisiones individuales a través de la  persuasión racional y pacífica. Es un  proceso más lento, pero seguro. No  olvidemos que usar la coerción sobre  un individuo libre es, en sí misma, la  mayor forma de inmoralidad.

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