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Decisiones correctas... pero

viernes, 6 septiembre 2019 - 10:43
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    Una de las decisiones  catastróficas para la  industria petrolera  ecuatoriana en la década pasada fue la fallida repotenciación de la Refinería de Esmeraldas. No solo que el país perdió una  inversión de 2.500 millones de  dólares, sino que tampoco resolvió  la necesidad de importar derivados, que anualmente significa un  gasto promedio de 3.500 millones  de dólares. El gobierno del presidente Moreno ha decidido corregir el problema concesionando la  operación de la refinería actual a  una empresa internacional y construyendo una nueva refinería. Son  decisiones correctas, pero su éxito depende de dos condiciones  fundamentales. 
     
    La primera es  que las empresas que participen  en las convocatorias deben tener  experticia probada y reputación  impoluta; y la segunda, que los  procesos sean transparentes desde la convocatoria hasta la adjudicación. No obstante, los primeros  anuncios siembran dudas.
     
    Mediante un decreto se concede 30 días para que se presenten  ofertas para la construcción de la  nueva refinería. El tiempo parece insuficiente para que lleguen  compañías de primer orden. Se  ha anunciado ya un interesado: la  empresa mexicana Coliseum Ingeniería. Coliseum es constructora de vías y edificios y otras obras,  pero no tiene experticia en refinerías, que debe ser un requisito  no negociable. Se ha sostenido  que tendría la representación de  la alemana Thyssen Krupp, que sí  tiene la experiencia. Sin embargo, Thyssen Krupp inició en abril  de 2019 un juicio en contra de  otra empresa mexicana por haber  usurpado la representación en el  proceso de construcción de la refinería de Dos Bocas, en México.
     
    Después, se ha dejado en el limbo la ubicación de la refinería. Se  habló de Esmeraldas en un principio. Esto económicamente es lo  más lógico porque ahí existe toda  la infraestructura, y lo más importante: llega el petróleo. En otro  sitio habría necesidad de gastar en  transporte, ya sea a través de un  nuevo oleoducto o por barcos, lo  cual afectaría el precio final y por  ende a los consumidores.
     
    Ecuador no puede seguir experimentando ni ser opaco en los  negocios de la industria petrolera.  Por miopía ideológica, corrupción  y despilfarro la década pasada fue  una década perdida para el petróleo. El país continúa con la misma  producción de 520 mil barriles que  tenía en 2007. En el mismo periodo, Colombia fue de 530 mil barriles a un millón de barriles al día.  Y mientras nuestro país gastó en  una repotenciación fallida 2.500  millones, en Colombia construyen  una nueva refinería privada para  producir 100 mil barriles diarios,  por 3.000 millones de dólares.
     
    Las malas decisiones cuestan  dinero, significan pérdidas de  empleos y en el caso de los negocios públicos de un país son un  terremoto para la confianza de los  ciudadanos en sus mandatarios.  Aprendamos de los errores. 

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