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Consenso o violencia

jueves, 5 diciembre 2019 - 10:58
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    La economía está estancada,  los empleos adecuados escasean y las finanzas públicas padecen de una sequía  crónica. Para dinamizar la economía,  no basta con entender las causas de  la difícil situación que atravesamos  y plantear soluciones técnicamente  correctas. También debemos alcanzar consensos políticos mínimos.
     
    Lamentablemente, los tiempos  políticos no juegan a nuestro favor.  Las elecciones presidenciales de  2021 están cerca y el ambiente político está enrarecido. Los objetivos de  largo plazo: ser responsables y poner  en orden la economía, fueron sustituidos por objetivos de corto plazo:  destruir al gobierno actual y captar  el poder. Los eternos perdedores del  canibalismo político somos siempre  los ciudadanos.
     
    Los desafíos se pueden resumir  en dos. El primero, una profunda  crisis fiscal debido a una expansión  irresponsable en el gasto público  durante la bonanza. La brecha fiscal  por solucionar es de 5% del PIB por  año (más de 5.000 millones de dólares). El segundo, es superar la baja  competitividad. Durante la bonanza, los petrodólares y el endeudamiento elevaron la demanda, pero  la oferta no creció al mismo ritmo.  Las políticas socialistas crearon un  entorno poco atractivo para la inversión y restringieron la oferta vía la  sustitución de importaciones. Como  consecuencia, Ecuador se transformó en un país caro, con un tipo de  cambio real sobrevalorado.
     
    ¿Y si no corregimos los desequilibrios económicos? Este es el escenario más peligroso. No podemos  seguir viviendo indefinidamente del  endeudamiento. Llegará el momento en el que los inversionistas ya no  prestarán más para financiar nuestra fiesta. Entonces, la crisis fiscal  se corregirá “sola” vía cesación de  pagos del gobierno en medio de un  proceso desordenado y doloroso.
     
    La complejidad del desafío exige  apertura al diálogo entre todas las  facciones políticas para aportar con  soluciones que sean mínimamente  aceptables para todos. El peor escenario es un bloqueo político que  impida la corrección de los graves  desequilibrios y que siga aumentando el descontento general.
     
    El punto de partida para las negociaciones, que deben darse al interior de la Asamblea Nacional, es  reconocer la necesidad de poner en  orden las cuentas fiscales. Una vez  que hayamos llegado a un consenso sobre la definición del objetivo  principal, se pueden discutir los mecanismos para alcanzarlo. En ese  momento, se deben ceder posiciones. No son políticamente viables  los extremos de ningún lado: ni de  los que quieren que todo el peso del  ajuste venga por más impuestos, ni  de aquellos que exigen que todo sea  compensado vía reducción de gasto.
     
    La solución a la crisis fiscal no  se encuentra en una única medida  “mágica”. No bastarán, si son adoptadas de forma independiente, ni la  reducción de gasto ni más impuestos ni menos subsidios ni la renegociación de deuda china... La salida  es consensuar una mezcla de todas  estas medidas a la vez, combinadas  en su debida magnitud y tiempo.  Superemos el canibalismo político y  demostremos que podemos ponernos de acuerdo y ser responsables en  beneficio de todos los ciudadanos.  Recordemos que los conflictos se resuelven por el consenso o por la violencia. ¡Escojamos el consenso!

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