por Ligia Proaño Fabara
La semana pasada, Jonathan Guzmán, morador del sector del Parque Matovelle, en el norte de Quito, encontró a un perro amarrado a una baranda metálica, con una cuerda y un papel sujeto a ella. En la nota, escrita con faltas de ortografía alguien pedía que lo adoptaran porque sus dueños ya no podían cuidarlo.
LEA TAMBIÉN: ‘Adopta Guayaquil’: nueva página web permite dar hogar a mascotas rescatadas
“Desde lejos parecía que lo habían dejado abandonado, amarrado para que no siguiera a sus dueños”, relató Guzmán. “Cuando me acerqué, vi que el perro era muy manso, estaba quieto, triste. Lo desamarré, tomé la carta y me lo llevé a casa. Se veía muy flaco y con hambre”.
Jonathan cuenta que no es la primera vez que ayuda a animales en situación de abandono. Junto con una amiga veterinaria, ha rescatado y dado en adopción a varios perros, asegurándose de que vayan a familias responsables.
“Siempre pedimos que llenen un formulario, con preguntas sobre cómo van a cuidar al animal, si lo tendrán dentro o fuera de casa, si están conscientes de los gastos veterinarios”, explica. Sin embargo, reconoce que no siempre es fácil: “Cuando es un cachorro todos quieren adoptarlo, pero con perros adultos, como Yogui, la gente duda”.
Tras el rescate, Yogui fue llevado a una clínica veterinaria donde se le realizaron radiografías, exámenes y una ecografía abdominal. Gracias a un plan especial llamado kit de rescatado, el hospital cubre parte de los costos para animales rescatados.
LEA TAMBIÉN: Pensilvania da un paso histórico: mascotas dejarían de ser tratadas como objetos en casos de divorcio
El diagnóstico reveló que Yogui no era tan joven como parecía, pero se encuentra fuera de peligro. Fue esterilizado, vacunado, desparasitado y tratado por una leve inflamación de próstata. Hoy está en recuperación, come bien y ha mostrado un carácter tranquilo y cariñoso.
“Es un perro noble, muy educado. En casa no hace destrozos, obedece, y cuando salimos al parque me sigue a todos lados”, dice su cuidador. “Solo quiero que encuentre una familia que le dé amor de verdad, que lo cuide y lo considere parte de su hogar”.
Más allá del rescate, el cuidador temporal de Yogui busca crear conciencia sobre la responsabilidad que implica tener una mascota. “Quisiera que la gente entienda que los animales no son cosas. No están para cuidar la casa ni para servirnos, sino que son seres vivos que sienten y merecen respeto”, reflexiona.
Su mensaje es claro: adoptar es un acto de amor y compromiso, no una decisión momentánea.Y mientras Yogui sigue esperando una familia, su historia recuerda que, incluso en medio del abandono, siempre hay personas dispuestas a tender la mano.