Como si la vida pesara

Luis Boloña

Me levanto de la cama somnoliento como si la vida pesara. Como ritual de sábado preparo café y me instalo en el sillón que contempla mis libros. Continúo la lectura de “Ahora y en la hora”, de Abad Faciolince, y decido -qué ironía- escribirle a mi coach para postergar el entrenamiento de hoy: “nos vemos después”.

Me sumerjo en los problemas que leo como en un intento de olvidar los míos y detener el mundo. La semana no ha sido fácil, gajes del vivir. Entonces leo -o escribo-. Me detengo para servir más café y mientras tanto escroleo en Instagram.

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Entonces la veo: María Teresa Guerrero, la flaca deportista de la TV, corriendo hacia el sol con una sonrisa y con sus brazos en señal de victoria. Un cielo decorado de nubes que roza el campo despejado y la melodía de “Tu obra en mí” enmarcan la escena: “Después de más de dos meses... corrí. Y lloré de gratitud. Mi cuerpo, mi alma, mis células... despertaron hoy. No fue solo correr. Fue volver a empezar”.

Entonces la veo: la flaca Guerrero corriendo cinco kilómetros a pesar del cáncer en sus ovarios y sus quimioterapias a cuestas.

Y yo, somnoliento, como si la vida pesara.

La vergüenza da vueltas a mi alrededor y me despierta de un sacudón. Pienso en el instante en que todo cambia: nada me pertenece. Pienso en el peso que otros son capaces de sostener con una sonrisa: los admiro. Pienso en la diferencia entre las dificultades, los problemas y las tragedias: ¿Dónde se ubica aquello que me preocupa? Los segundos que dura el video acaban con mi derecho a renunciar.

Como un resorte me pongo de pie, me visto de deportista y salgo a correr sin que mi cuerpo entienda el cambio de planes.

Y corro, y a medida que corro, escribo.

Corro, me cuesta y escribo; corro, respiro y escribo; corro, lo entiendo y escribo; corro, la flaca y escribo; corro, quiero rendirme y escribo; corro, Guerrero y escribo; corro, no hay problemas y escribo; corro, se puede y escribo; corro, el cáncer y escribo; corro, agradezco y escribo; corro, pido por ella y por todos y escribo; corro, resisto y escribo; corro, es posible y escribo; corro, lo logro y escribo; cinco kilómetros.

Hoy, sin conocerme, María Teresa alivió mi día.