¿Por qué callar si nacimos gritando?

Alegría Crespo

POR ALEGRÍA CRESPO
 
Frente a la mayor crisis humanitaria, sanitaria, social, económica y educativa del siglo, el mundo está en una debacle, pero me remitiré a Ecuador, pues es en este país donde grité al nacer y hoy grito de impotencia. El país se desangra, la corrupción ha llegado al límite y la desconfianza se respira en el aire. Frente a un sistema de salud colapsado, y miles de muertes como legado que piden que las recordemos porque sería injusto y doloroso para los caídos y sus familias dejarlos en el olvido, se debe replantear lo que queremos como sociedad.
 
La cantidad de binomios inscritos para la Presidencia del país es solo una pequeña muestra de la falta de unión y consenso. Se requiere preparación, formación, transparencia financiera, solidez de un partido político que ampare a sus candidatos y genere credibilidad en el pueblo, además de vocación de servicio social real. Esto es serio, por tanto, se necesita disciplina y valentía. El próximo gobierno estará enfrentado a reconstruir un país de los escombros, a untar una pomada en las llagas de la sociedad, a contener individuos ansiosos, deprimidos y angustiados. La valentía debe venir acompañada de calidad humana y de un equipo pertinente y preparado para cumplir a cabalidad cada función.
 
La sociedad está cansada, está vigilante y alerta, pero con los brazos caídos. Vamos retomando fuerzas para alzar los brazos, alzar la frente y pedir lo que nos corresponde como ecuatorianos: una vida digna, con salud y educación garantizadas, en la cual la corrupción tenga la pena máxima de sanción. Necesitamos que los planes de gobierno sean transparentados y que se vean reales posibilidades de éxito. En estos momentos, debe haber consenso, debe haber unión, el ego es enemigo y los valores deben primar. El país necesita un norte, un líder que lo haga resurgir como el Ave Fénix, la responsabilidad es enorme y el Ecuador está listo para sanar.
 
Que como ciudadanía seamos reflexivos, exigentes, críticos y observadores sociales para ser coprotagonistas de una nación que sobrevive, pero que debe vivir y debe vivir bien. Quien venga, debe venir a sanar.
 
Alcemos nuestra voz y recordemos por el bien del país: ¿por qué callar si nacimos gritando?