Si una política no funciona, hay que cambiarla

Alberto Acosta-Burneo

En 2023, la inversión total en la economía se contraería a 25,0 por ciento del PIB (caída de -1,2 puntos porcentuales). El FMI estima que la caída se concentraría en la inversión privada, aunque también caería la pública. Es un llamado de atención. Lo que se está haciendo (o dejando de hacer) no funciona. ¿Qué está sucediendo?¿Cómo cambiar este resultado?

Por el lado público, el fisco sigue pagando las cuentas de la farra de la década del correato: la deuda pública supera los 67.000 millones de dólares y recién en2032 retornará al máximo legal del 40 porciento del PIB. Esto no significa que tengamos que esperar una década para volver a ver obras de infraestructura o ampliación de servicios públicos. La alternativa es utilizar recursos privados a través de las asociaciones público-privadas (APP) y de concesiones.

Sin embargo, ha transcurrido la mitad del mandato de Lasso y todavía no se logra destrabar las APP. El gobierno, desde un inicio, anunció que mejoraría las APP. Junto con la reforma tributaria de 2021, modificó algunos artículos de la Ley de APP, pero no realizó una revisión integral a su reglamento. Recién a mediados de enero de 2023 (¡!) mencionó que actualizaría el reglamento y que abandonó la idea de crear una nueva ley. A este ritmo, será imposible que los capitales privados ocupen el espacio dejado por la implosión de la inversión pública que empezó en 2014.

Por el lado privado, las cosas no van mucho mejor. La Asamblea bloqueó las iniciativas oficiales para crear una ley de impulso a las inversiones, zonas francas y reformar la legislación del mercado de valores, ni hablar de una reforma laboral. Desde el interior del gobierno, los burócratas encargados del otorgamiento de permisos se han dedicado de detener el avance de nuevas inversiones. Y desde la política, la Conaie e Iza, de generar un ambiente de zozobra amenazando con desconocer el Estado de derecho al advertir: “Empresarios mineros no inviertan más, porque vamos a defender nuestros territorios. Cada centavo, cada dólar que hayan invertido, si tienen que perderlo, lo perderán”.

No olvidemos que la inversión es el motor del crecimiento porque es la única vía para elevar la capacidad productiva. Sin un cambio radical en la política pública en relación con la inversión, no habrá mejora significativa en el empleo ni más bienestar.