¿Cómo matar el emprendimiento?

Alberto Acosta-Burneo

Por Alberto Acosta-Burneo
 
El país todavía no supera las luchas estériles de ideologías que creen que la vida en sociedad es una lucha eterna entre grupos antagónicos: capitalistas vs. trabajadores, productores vs. consumidores, ricos vs. pobres, etc. Estas disputas solo benefician a los políticos que logran capitalizar los sentimientos de odio y envidia, pero no contribuyen en la que debería ser nuestra única lucha: en contra de la pobreza.
 
El problema es que estas ideologías fracasadas se basan en un error: considerar que la riqueza es estática. Como una torta en la que si uno coge un pedazo más grande, otro se queda con un pedazo más pequeño. En ese mundo irreal, el que unos ganen implica necesariamente que otros pierden. 
 
Pero en el mundo real, la riqueza aumenta permanentemente por las decisiones de inversión permitiendo que todos puedan mejorar al mismo tiempo. Esto significa que, mientras las relaciones sean voluntarias, la búsqueda del interés personal beneficia a todos. Recordemos que el enriquecimiento solo lo logra quien satisface mejor las necesidades del resto (sus clientes). Así es como los emprendedores mejoran la vida de todos.
 
Lamentablemente, en el país castigamos al emprendimiento y la inversión. A los microempresarios se les dedicó un “impuesto a la renta miope”. Se trata de un impuesto del dos por ciento sobre las ventas que pagan incluso cuando registran pérdidas. En época de vacas flacas, los microempresarios deben pagar un impuesto sobre una renta que no generaron.
 
La situación tampoco es mejor con los emprendedores de mayor tamaño. La carga corporativa en Ecuador alcanza 42,6 por ciento (aquí se incluye participación de trabajadores, impuesto a la renta e impuesto a los dividendos) superando el promedio regional de 31,6 por ciento.
 
Reconozcamos que la única manera para crear bienestar es generando riqueza real a través de la producción (dimensión desconocida para nuestros populistas). Cuando el ahorro se transforma en inversión, eleva nuestra capacidad de producción, genera empleo y pago de salarios beneficiando a todos. Impulsemos el círculo virtuoso de ahorro-inversión producción. ¡No matemos más emprendimientos!