Una gran brecha comunicacional

Redacción Hogar
Las nuevas tecnologías al servicio de las personas con discapacidades han hecho que la brecha comunicacional se reduzca apenas un 5 %.

Según nuestra Constitución, todas las personas tienen el derecho a una comunicación clara y sostenible en su propio idioma o lenguaje, así se lo estipula, pero la realidad es que no siempre se cumple... Eso nos lo cuenta Johana Amaguaña, de 36 años, una docente que desde pequeña fue perdiendo la vista hasta quedar totalmente ciega a sus 27 años. Nos relata que muchas veces tiene que valerse de su sobrino para que la ayude a realizar trámites o pagos, ya que cuando debe leer o firmar un documento no existe la posibilidad de pueda hacerlo en braille o que le brinden la facilidad de un reconocimiento de voz autorizado.

CARENCIAS EN ÁRES PÚBLICAS

En el Ecuador existen un aproximado de 347.594 personas con distintas discapacidades de acuerdo al Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis). Es importante destacar que el braille es uno de los métodos de comunicación que las personas con discapacidad visual tienen para aprender a leer y escribir. “Para mí fue una motivación saber leer y escribir en braille, porque me dijeron que así podía trabajar. Esa fue mi motivación, no es que leo tan rápido pero sí me defiendo”, comenta Johana, quien vio en esta nueva forma de comunicarse una puerta abierta para volver a intregrarse al mundo laboral.

No obstante, más allá de su trabajo y de las nuevas herramientas que encontró en el camino para tener mayor plenitud en su comunicación, también halló que muchos especios e instituciones públicas no brindan las facilidades posibles para que pueda ser independiente a la hora de comunicarse.

Por otro lado, y con una historia un poco más zentenial, Paul Llontop de 27 años, graduado de la carrera de psicología, nos dice que a pesar de no ver, la tecnología fue su aliado para cumplir su sueño de estudiar. “Luis Bonilla, un profesor que siempre me apoyó, y yo hicimos un proyecto con otras personas, el cual nos permitió que las personas no videntes podamos realizar exámenes escritos en word, porque antes teníamos que darlo oral. Usamos el NVDA que es un lector de pantalla gratuito (provee a las personas acceso al contenido de la computadora por medio de una voz sintetizada) y convertidores de pdfs a documentos en word para texto, que eran escaneados, así nosotros lo podamos leer al convertirlo a word y oirlo con normalidad”, nos detalla el joven, que con aplicaciones que reproducen el texto en mp3 y el Talkback en el celular, hoy en día se dedica a dar charlas sobre la violencia de género.

Las nuevas tecnologías al servicio de las personas con discapacidades han hecho que la brecha comunicacional se reduzca apenas un 5 %.

EL APOYO DE LA TECNOLOGÍA

Y mientras que las personas con discapacidad visual luchan por el reconocimiento y enseñanza del braille en más espacios, las personas con discapacidad auditiva buscan su autonomía para comunicarse con la lengua de señas a través de COSORI, un servicio de mediación comunicativa entre personas sordas y oyentes que no conocen el lenguaje de señas, un proyecto avalado por la Federación Nacional de Personas Sordas del Ecuador (Fenasec).

Conversamos con el impulsador de esta idea, el guayaquileño Ronald Muñoz y miembro de la junta directiva de la Fenasec, quien mediante una videollamada y con la ayuda de un interprete nos explicó cómo funciona el plan, “por ejemplo, yo quiero llamar a un doctor y por la computadora, vía Skype, llamo y se hace una llamada de voz al doctor, marco al número 140 y tengo un intérprete que hace mi voz, y yo saludo y hablo en señas y el intérprete le dice lo que yo quiero con su voz al doctor, y el intérprete me responde con señas lo que dice el doctor. Así se facilita la comunicación. Antiguamente no existía COSORI y era muy difícil, había que estar dependiendo de otras personas que te pudieran ayudar o encontrar un intérprete que tenga tiempo para ayudarte”.

Actualmente, con la caída de la economía, debido a la pandemia, Ronald nos relata que se encuentran luchando para que el proyecto no se cierre, a pesar de la reducción de intérpretes de 8 a 4, “estamos apoyando a la comunidad sorda para que continúe utilizándolo y también dando testimonio de que lo utilizan y cuan útil ha sido para que pueda seguir implementándose”. Y es la verdad que si toda la población supiera de la lengua de señas ecuatoriana no sería necesario que las personas sordas dependieran de un intérprete para transmitir sus pensamiento y sentimientos.

INCLUSIÓN SOCIAL

Así como la lengua de señas y el braille, como cualquier otro idioma oral, permite expresar todo tipo de sentimientos y logra una clara comunicación entre los usuarios de estos lenguajes y el resto de la población, el intérprete ILSEC, Daniel López, concuerdan con los participantes que el único medio y principal vía para una accesibilidad a la comunicación en todos los entornos, es que se reconozca y se promueva desde las escuelas su enseñanza para que las nuevas generaciones estén integradas en su totalidad, sin excluir por utilizar un lenguaje diferente.

Las nuevas tecnologías al servicio de las personas con discapacidades han hecho que la brecha comunicacional se reduzca apenas un 5 %.

Guía de lenguaje inclusivo

El intérprete Daniel López nos brinda pautas para el uso de un lenguaje correcto y respetuoso para referirse a las personas con diferentes discapacidad:

- Sustituir “discapacitado” o “persona discapacitada” por “persona con discapacidad...”.

- Evitar expresiones como “padece de...”, “sufre de...” o ““afectado de...” por “tiene”.

- Cuidado con las comparaciones, no es lo mismo “el resto de la población” que “las personas normales”.

- No digas “sordomudos” ni “mudos”, utiliza términos como “personas sordas”, “sordo/a” o “ciego/a”.