Un brazo robótico, diseñado en Ecuador, podría ayudar a quienes tienen discapacidad auditiva

El proyecto académico, impulsado por la Universidad Católica de Cuenca, busca que ese dispositivo tenga la capacidad de traducir el español y el quichua al lenguaje de señas.

Investigador Milton Campoverde sostiene el brazo robótico que es parte del proyecto.
Jorge Cavagnaro

Milton Campoverde Molina, quien es docente investigador y coordinador del Centro de Investigación de la Unidad Académica de Informática, Ciencias de la Computación e Innovación Tecnológica (CIITT), de la Universidad Católica de Cuenca, lo explica en una frase: “Ayudar a las personas con discapacidad auditiva en el aprendizaje del idioma nativo”.

Él, junto a otros investigadores, desarrollan un proyecto de investigación científica con el que buscan crear un brazo robótico capaz de traducir el español y el quichua al lenguaje de señas. El objetivo es mejorar la comunicación de personas con discapacidad auditiva.

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La iniciativa nació en 2022, fue aprobada en 2024 y se prevé que concluya en marzo de 2026. El equipo multidisciplinario está integrado por cinco investigadores y tres estudiantes de las áreas de Robótica y Software.

Cada uno cumple un rol específico: desarrollo del sistema, programación del brazo robótico e integración con modelos de inteligencia artificial. “Trabajamos con compromiso y con el propósito de que esta tecnología mejore la calidad de vida de las personas con discapacidad”.

El proyecto parte de una necesidad concreta. Según datos del Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad, cerca de medio millón de personas en Ecuador tienen algún tipo de discapacidad; de estas casi el 13 por ciento es auditiva. Ese fue el punto de partida para buscar soluciones que faciliten la inclusión educativa y social.

Foto del brazo robótico dentro del área de desarrollo tecnológico.

El funcionamiento del sistema integra una tableta y un modelo de inteligencia artificial. La persona habla en quichua o español, la tableta traduce el mensaje y la IA interpreta las órdenes con los movimientos del brazo robótico, que reproduce las señas correspondientes.

Por ahora, el dispositivo realiza traducciones básicas y está diseñado para deletrear palabras, aunque enfrenta limitaciones técnicas: “Hay palabras que requieren movimientos imposibles con un solo brazo”. En el futuro planean desarrollar un modelo con dos brazos para ser más precisos.

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Aunque el dispositivo ya está construido, las pruebas con usuarios todavía no comienzan. Los investigadores trabajan en ensayos internos y prevén realizar pruebas en instituciones educativas, especialmente con comunidades donde se habla quichua. Una de las posibles aliadas será la Unidad Educativa Especial Claudio Neira Garzón, con la que ya han colaborado en desarrollos previos para el aprendizaje del lenguaje de señas.

El siguiente paso será lograr la transferencia tecnológica a través de la Academia STEAM de la U. Católica de Cuenca, donde se busca que niños, familias y docentes interactúen con el dispositivo y aprendan sobre comunicación inclusiva. Aunque Campoverde reconoce los desafíos: “No es fácil entregar un brazo robótico a una institución por los costos y por la infraestructura que requiere. Pero queremos que sirva como herramienta educativa y de sensibilización”.

El investigador destaca que no solo persiguen resultados técnicos, sino también humanos. “Esperamos que funcione y que realmente ayude. Más allá de la tecnología, lo que buscamos es mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad”.