Jorge Velarde cuenta su vida con un pincel
Desde niño sintió que pintar iba a ser una aventura de vida para conocerse a plenitud. Pasaron cinco décadas y la inquietud sigue intacta.
Velarde tiene 45 años inmerso en un mundo de exploración personal. Fue un niño extremadamente tímido y gracias al dibujo sintió que conectaba con la gente. “No tenía amigos y cuando alguien iba a la casa me encerraba hasta que se vaya. Era una imposibilidad que tenía. Éramos ocho hermanos y yo era distinto. Empecé a intuir que podía comunicarme con la gente gracias al dibujo”, comenta el pintor que no se define como artista: “La simpleza que pinto no busca dar discursos o consignas, no me interesa comunicar ni decir nada a nadie. Yo soy un pintor que intenta conocerse a sí mismo”, añade. “La franqueza de la búsqueda facilita que la gente se identifique porque todos somos muy parecidos”.
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MASOQUISTA Y SINCERO
En la exposición de Velarde en “La casa del barrio” -en la calle Panamá y Montalvo- las obras provocan, hacen reír y de alguna manera retratan el día a día de un hombre casero entregado a su esposa retratándola en situaciones idealizadas. “Pinto a mi mujer desde que la conozco, ella es una protagonista activa, yo más bien me pinto haciendo cosas extremas. Pareciera que soy masoquista, es parte de mi búsqueda”, acota el guayaquileño que no quiere ser tomado en cuenta como artista contemporáneo. “Este arte tiene vicios, es moralista y tiene aire de superioridad, todos son muy inteligentes y pretenciosos. A mí me parece atorrante”, señala.
En la muestra el público parece adentrase dentro del mundo muy personal de Velarde. En un cuadro pintado sobre madera se autorretrata viendo televisión con lentes 3D que tienen formas de piernas de mujeres, a dos metros se lo descubre en la portada de un cómic como “Puñete-man” o “surfista marciano”, otro lienzo enseña su mujer jugando bolos derrumbándolo como si fuera uno de los bolos. La obra de Velarde es única porque envejece con él y la incógnita sigue siendo la misma para el autor: ¿Quién soy yo?
DE QUE SE ALIMENTA
En su casa vía a la costa las plantas abundan en su patio. Entre los arboles de mango, las higueras, guanábanas, mandarinas, yucas, zapallos y piñas el pintor disfruta la naturaleza con su esposa. “Ella es hija de pescadores pero tiene alma de campesina. En su juventud estudió literatura y un día me dijo: Solo puede haber un artista en la familia y eres tú”.
Velarde es de pocos amigos, no va al cine aunque lo haya estudiado, no sale a comer tampoco asiste a los conciertos. Lo que pocos saben es que tiene una vida muy activa dentro de la iglesia. “Soy católico practicante y busco la fe desde hace más de 35 años. Es un camino muy personal”, relata el pintor tan atípico como autentico. “Pintar es una herramienta, un impulso vital. Si no pinto me muero. En mis primeros años pintaba y no hacia exposiciones. No vendía y me mantenía mi mujer. Tuve seis años sin vender y pintaba todos los días. Lo importante era hacerlo, sin este impulso no existía”, finaliza.
Sin querer queriendo Jorge hace carrera contando su vida con un pincel. En un rincón de la exposición un cuadro me llama la atención. Representa un fantasma asustando a una mujer que parece desmayarse. ¿Qué significa este cuadro Jorge? “En el año 2015 tuve un infarto, estuve cerca de la muerte. Antes de que me hagan el cateterismo hice el boceto del cuadro, era como verme muerto y regresar para ver a mi mujer”, contesta con una pequeña sonrisa.
No se pierdan la exposición “Historias de terror” de Jorge Velarde en la Casa del barrio, a final de cuentas no son más que historias de amor...