Después de un año, ¿por qué se desinfló la vacunación en Ecuador?

Ecuador apenas ha logrado un 44 por ciento de población vacunada por el refuerzo.
Alejandro Pérez
Ecuador ha invertido unos 1.000 millones de dólares en las vacunas.

En los primeros meses del gobierno de Guillermo Lasso, Ecuador se convirtió en ejemplo regional para inmunizar y superar la pandemia. Pero después de un año el proceso avanza a paso de tortuga.

Hasta la tercera semana de mayo, el Ministerio de Salud Pública (MSP) reporta que ha colocado casi 35 millones de dosis. Pero eso no es suficiente. Mientras Chile, que tiene una población similar a la nuestra, ya tiene un 95 por ciento del país vacunado con la tercera dosis, Ecuador apenas ha logrado un 44 por ciento.

Estamos ahora incluso debajo de Perú que ya puso el refuerzo a la mitad de su población, según información de Our World In Data, que recopila los datos de todo el mundo. ¿Cuándo o en dónde se perdió el rumbo? Las opiniones son divididas.

Mientras el gobierno dice que estamos en el mejor momento post pandemia debido a la exitosa vacunación y los bajos índices de contagio, expertos consultados por Vistazo señalan que hay un escenario de “falsa sensación de seguridad” y estamos perdiendo la lucha de la vacunación por los contradictorios mensajes de las autoridades.

Aunque Lasso logró inmunizar nueve millones de personas en 100 días, para finales de 2021, la gente ya no asistía con el mismo entusiasmo a pesar de que el gobierno seguía comprando vacunas.

Hoy, el proceso se ha desinflado.Si la gente no se vacuna, no solo se corre el riesgo de que ocurran nuevos brotes, sino también sería un desperdicio de las vacunas que ya están compradas y tienen una fecha de caducidad, alerta Enrique Terán, experto en Farmacología y docente de la Universidad San Francisco de Quito (Usfq). Ecuador ha invertido unos 1.000 millones de dólares en las vacunas.

CONTRADICCIONES EN EL MENSAJE

A criterio de la epidemióloga e investigadora de la Universidad de Cuenca, Andrea Gómez Ayora, hay tres momentos en los que el gobierno se equivocó en la comunicación.

El primero, en diciembre, cuando ante las festividades de Navidad y Fin de Año, el presidente Guillermo Lasso dijo que no se aplicarían mayores medidas restrictivas y, mucho menos, confinamientos.

Gómez dice que eso fue entendido por una parte de la ciudadanía como un mensaje de “estamos seguros, ya no hace falta vacunarse o tomar medidas de precaución”. Y en enero el país sufrió un aumento de casos, pero gran parte de esos contagiados no desarrollaron síntomas fuertes y no colapsaron los hospitales. Superado ese brote, la población dejó en segundo plano la vacunación de las terceras y cuartas dosis.

El otro mensaje contradictorio fue en abril cuando el gobierno, ante la inasistencia de la ciudadanía a vacunarse, decidió exigir el carné con tercera dosis para ingresar a sitios públicos. “Pero se dieron cuenta que solo un 30 por ciento de la población tenía la tercera dosis y que el resto no podría entrar a los centros comerciales”, dice Gómez. Ese mismo día a la tarde, 12 de abril, la ministra de Salud, Ximena Garzón se retractó y dijo que la tercera dosis no sería obligatoria.

“Lamentablemente, el éxito de la vacunación (en los primeros meses de gobierno) hizo que se comentan estos excesos de liberar las medidas, porque se da mensajes de que todo está bien y ya no hace falta cuidarse”, afirma Marcelo Aguilar, epidemiólogo y docente de la Universidad Central del Ecuador (UCE).

Según estos expertos, el tercer error fue cuando, el 28 de abril, Guillermo Lasso se quitó la mascarilla y dijo que no hacía falta usarla en exteriores ni en interiores. Acto seguido, algunos municipios contradijeron al gobierno y anunciaron que se mantenía la obligatoriedad de las mascarillas en interiores. “Ahí vemos unos grandes errores en la comunicación de riesgos”, dice Aguilar.

El experto explica que la pandemia no ha terminado. En países africanos, por ejemplo, hay poblaciones con bajas tasas de vacunación, donde se podrían producir rebrotes y nuevas variantes que se dispersen a los otros continentes.“Pensamos que estamos bien porque la gente ya no se muere, pero estamos engañados porque se sigue contagiando”, dice Enrique Terán. Las vacunas proporcionan un período de inmunidad que puede estar entre los tres y ochos meses, tras lo cual, quienes contraigan la enfermedad, pueden tener síntomas más severos. Por eso son necesarias las terceras y cuartas dosis, tarea en la que el gobierno está perdiendo.

ESTAMOS EN EL MEJOR MOMENTO, DICE EL GOBIERNO

El gobierno reconoce que la vacunación se desinfló y que hay una deuda con las terceras y cuartas dosis. Al menos así lo piensa el vicepresidente Alfredo Borrero quien dijo que se prepara una nueva campaña masiva de vacunación.

“Ya no podemos seguirles echando la culpa a los otros. Es el momento de nosotros dar una respuesta a los pacientes”, dice Alfredo Borrero

“Pero eso también es un tema de doble camino. Les pedimos a los ciudadanos que únicamente pongan el hombro y creen que con la segunda dosis ya está asegurada su inmunidad, y no es así”, dijo Borrero en una entrevista con Vistazo.

Y aseguró: “Tenga la certeza de las vacunas no van a ser desperdiciadas”. Vistazo también solicitó una entrevista con la ministra de Salud, Ximena Garzón, pero hasta la publicación de esta nota no se concretó.

De todas maneras, Garzón ofreció una rueda de presa el pasado 17 de mayo, en la que dijo que gracias a la vacunación y los esfuerzos del gobierno estamos en el mejor momento post pandemia. Según Garzón, si bien en la última semana se evidencia un ligero aumento de casos confirmados, estas personas no necesitaron cuidados u hospitalización.

Incluso afirmó que la positividad está en el 4 por ciento. Dijo que la semana previa se atendieron a 468 pacientes y esta semana solo 393. Añadió que en la última semana solo se registraron dos muertes por COVID-19 en todo el país: dos personas mayores de 55 años y que no tenían tercera dosis.

“Los indicadores epidemiológicos nos dicen que estamos en muy buenas condiciones”, aseguró. Llamó a seguirse vacunando, aunque no detalló si habrá un nuevo plan.

Garzón, junto al presidente del COE Nacional, Juan Zapata, también reiteró que la mascarilla no es obligatoria en espacios abiertos ni cerrados, y que ningún ciudadano puede ser sancionado por retirarse la mascarilla en un lugar público, sea abierto o cerrado. Esto en reacción a una resolución del Municipio de Guayaquil que exige la obligatoriedad de la mascarilla en espacios cerrados.

Después de presentar su balance, la ministra Garzón anunció que viajaría a Estocolmo (Suecia), para participar en la Junta Directiva del Instituto Internacional de Vacunas.

HACEN FALTA DATOS

Los expertos consultados dicen que el gobierno se equivoca, pues la pandemia no ha terminado y no se descartan rebrotes. Andrea Gómez, de la Universidad de Cuenca refiere que el gobierno presenta bajos índices de contagios y positividad porque no se aplican las suficientes pruebas. Cree que una falencia que se arrastra desde el gobierno anterior es la transparencia en los datos.

En esto coindice Enrique Terán, pues si el gobierno transparentara cuántas vacunas tiene disponibles, cuándo caducan y cuánto nos han costado, la ciudadanía sabría el valor de perder ese recurso y acudría a vacunarse.

Por su parte, Marcelo Aguilar, de la UCE, concluye que, con todos estos relajamientos de medidas propiciadas por el gobierno la gente se va olvidando de lavado de manos, usar alcohol y ahora hasta mascarilla, porque hay una falsa sensación de seguridad.

En sus primeros meses, el gobierno de Lasso logró unir a un país polarizado bajo la bandera de la vacunación. Consiguió evitar la mortalidad que acechaba a los otros países que no lograban acelerar la vacunación. Pero al cumplir un año, la vacunación en Ecuador se desaceleró. ¿Podrá recuperar el camino? El 24 de mayo Lasso se prepara para dar nuevos anuncios para su segundo año de mandato. La vacunación debería estar en la agenda.