La industria de la teca en Ecuador espera su expansión

Redacción
La industria de la teca en Ecuador espera su expansión
Orlando Zambrano reconoce que su proyecto de productos terminados con teca aún no es rentable

Aún sin industrialización a gran escala que genere impacto social y económico en el sector forestal, los productores de teca aprovechan incentivos estatales para conservar su protagonismo como exportador. Pero aún faltan más inversiones para su desarrollo.

En 2011, para compensar las emisiones de Co2 al ambiente de su compañía de fumigación, Fernando Torres Bejarano plantó ocho hectáreas de teca en una finca, en el cantón Bucay (provincia del Guayas), que es parte de una empresa familiar. La idea inicial, explica el empresario de 49 años, era certificar a su firma con el sello de carbono neutro. “Pero dos años después, el proyecto dejó de ser solo de responsabilidad social”, dice.

El impulso del Programa de Incentivos para la Reforestación con Fines Comerciales, del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAGAP), desarrollado por la Subsecretaría de Producción Forestal, tentó a Torres Bejarano a mirar a largo plazo. “Fue la catapulta para apostar a algo más grande”, señala.

Así nació Agridole, una pyme en la que han invertido 130 mil dólares en los últimos cuatro años para sembrar 57 hectáreas de teca. Este es un árbol no nativo en el país, con una rentabilidad apropiada de plantación a sus 20 años (tiene cosechas en años previos), y que es una de las 19 especies que el MAGAP incluyó en su plan de incentivos.

En su origen, este programa se trazó para devolver hasta el 75 por ciento del costo de establecimiento y de mantenimiento de las plantaciones en los primeros cuatro años. Pero desde finales de 2014, por una disposición transitoria del Gobierno en la Ley Orgánica de Incentivos a la Producción y Prevención de Fraude Fiscal, se extendió a 30 años.

Una decisión que al sector forestal, sobre todo al de teca, le asegura un camino sin malezas para apuntar a nuevas inversiones para plantaciones y, más adelante, para la industrialización de su materia prima. “El desarrollo de una manufactura de valor agregado llegará una vez que esté asegurado el abastecimiento continuo de madera de teca”, reconoce Antonio Pino Gómez-Lince, presidente de la firma Forescan.

Para este empresario, que exportó algo más de 400 contenedores de teca en 2014, el desarrollo comercial de esta madera no solo depende de los incentivos del Gobierno; también se requieren inversiones adicionales. “El sector de comercio forestal necesita al menos de 300 millones de dólares anuales, durante 20 años, para tener un pleno desarrollo”.

Según él, la participación de grandes fondos de inversión especializados en reforestación, con sede en el exterior, dinamizarían al sector, sobre todo para el crecimiento de las plantaciones, “que es lo que más se necesita. Hay que comprar tierras en las zonas rurales, seguir sembrando y esperar”.

La perspectiva de Pino guarda relación con el apetito silvicultor de quienes se interesan en el negocio forestal. O al menos eso demuestran las cifras de la Subsecretaría, que indica que el 40 por ciento de la superficie registrada dentro de su programa de incentivos (casi 17 mil hectáreas) pertenece a teca.

Y ésta es una de las especies mejor pagadas con los incentivos del MAGAP, dice Pablo Noboa, subsecretario de Producción Forestal del MAGAP. Esto porque la supervivencia de las plantaciones de teca registradas han alcanzado un nivel del 91 por ciento. Y la devolución del dinero invertido por los empresarios va en función a esa eficiencia en el establecimiento y mantenimiento de las plantaciones. Por este concepto en general, hasta el momento, el MAGAP ha entregado cerca de 6 millones de dólares.

CULTURA FORESTAL

De las especies incluidas en el programa de reforestación, como la balsa, el eucalipto y la melina, ¿por qué la teca ha tomado mayor protagonismo? Xavier Elizalde, director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de Productores de Teca y Maderas Tropicales (Asoteca), afirma que esto ocurre porque se trata de un recurso forestal emergente, a nivel global.

La teca es un árbol nativo del sureste de Asia usado como material de construcción, en carpintería, en adornos y muebles, y otros elementos. Pero justo las naciones con mayor superficie de esa especie tienen prohibido talar sus bosques; y esa escasez incrementó la demanda mundial, sobre todo de India, el mayor importador de teca con un millón de metros cúbicos en 2014. Su principal socio ahora es Ecuador, que le quitó ese sitio a Myanmar, donde también se impidió la tala de teca.

Actualmente, Ecuador cuenta con alrededor de 40 mil hectáreas de teca; más del 90 por ciento de esas plantaciones están en Guayas, Manabí, Esmeraldas y Los Ríos.

Justo en esta última provincia, específicamente en el cantón Palenque, está Forescan, la empresa dirigida por Antonio Pino Gómez-Lince. Esta es una de las firmas con plantaciones de teca más antiguas del país, superior a los 15 años de edad, cerca del tiempo adecuado de cosecha. “Para pasar de plantación a negocio forestal, hay que invertir mucho dinero durante varios años”, indica.

Un trabajo que realizan desde 1999, por lo que ya cuentan con árboles de diferentes edades. “Es lo ideal para cerrar el ciclo de rotación forestal: sembrar, dar mantenimiento, ralear (entresacar árboles) y exportar cosechas finales todos los años”, comenta.

Al menos por ahora, Pino apunta solo a exportación de materia prima y no a invertir para transformar a producto terminado. “Las plantaciones de teca en Ecuador, a diferencia de Brasil, Panamá u otros países, no son corporativas sino que pertenecen a pequeños productores”, asegura. Por ende, dice, si alguien quiere instalar una fábrica, se le hace complicado hacer contratos con muchas personas para abastecerse continuamente.

Sin embargo, dice el empresario, han encontrado apertura desde el Ministerio de Industrias y Productividad (MIPRO) para que, a través de consultorías, se aceleren planes de transformación de teca de mayor volumen a productos con valor agregado. “Quizá en dos o tres años se pueda dar”, reconoce.

Por ahora, según Xavier Elizalde (Asoteca), hay algunas iniciativas privadas, a pequeña y mediana escala, para dar valor agregado. “Esto se da especialmente para acabados de construcción y muebles”, señala. Esos contados esfuerzos se dan en parte, por el bajo consumo per cápita anual de madera en el país, que ahora es de 0,44 metros cúbicos. “Uruguay, por ejemplo, tiene un consumo de 3,01 m3”. El objetivo del gremio, puntualiza, es aumentarlo a 0,88 m3.

Uno de los negocios que impulsa la industrialización de la teca es Madetec, firma especializada en carpintería, con 25 años en el mercado. Su gerente general, Orlando Zambrano, explica que el trabajo con teca nació de una visita a una hacienda. Allí vio cómo los compradores hindúes se llevaban madera de cierto diámetro, y dejaban las pequeñas trozas. “Reciclamos esa madera sobrante y empezamos a hacer pruebas para ver qué productos podíamos elaborar”, dice.

Para acopiar la materia prima compraron una propiedad en la vía Balzar-El Empalme, y para su proceso industrial adquirieron un autoclave, que es un sistema de inmunización de la madera.

Así, desde hace tres meses, Madetec ya vende puertas, batientes, tableros, vigas laminadas, entre otros artículos, hechos de teca; incluso algunos están en los locales de Ferrisariato. Y aunque Zambrano reconoce que el proyecto, por ahora, no es rentable porque “el proceso de industrialización es mayor y le quita capacidad productiva a mi compañía para trabajar con otras maderas”, estas dificultades no cortan la raíz de su interés, que es incursionar en este segmento antes que otras firmas.

Para hacerlo a gran escala, agrega, necesita invertir entre tres a cuatro millones de dólares en una primera fase. En eso considera importante que el MIPRO se haya interesado en el sector. “Sería importante exportar teca con valor agregado, pero lo principal es promover esta industria para reducir la importación de madera”, puntualiza.

Pino cree que sería alentador, para el desarrollo de esa industria, que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI) y Compras Públicas prioricen el uso de madera de plantaciones en reemplazo de maderas de bosque nativo o de elementos importados. “Así se incentiva el consumo interno”.

Los pasos dados hasta ahora, dice Pablo Noboa (MAGAP), son los adecuados. “En casi cinco años, las hectáreas de teca se duplicaron”, comenta. Y el ritmo de crecimiento, asegura, no bajará. “Tendremos una gran cantidad de teca a futuro. (…) Pero generar una industria nacional de exportación, con tan pocas hectáreas para eso, no es posible”. Él apunta más a un desarrollo comercial interno, que sirva para educar al consumidor ecuatoriano.

Mientras eso sucede, los empresarios investigan cómo aumentar la productividad de sus plantaciones, ya sea con programas de mejoramiento genético clonal o con nuevos paquetes nutricionales. La meta, al final, es crecer el bosque comercial de teca, no solo para depender de los pedidos desde India, sino para crear una demanda local.