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La Ruta Viva de los sobornos de Odebrecht

martes, 16 julio 2019 - 12:25
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Una filtración de archivos secretos de la constructora brasileña Odebrecht permite descubrir que los cariocas no confesaron toda la verdad, que los sobornos en América Latina ascenderían a 2.600 millones de dólares, cuatro veces más de lo que ya se sabía.
 
Hace un año, en Bélgica, un Rafael Correa aprendiz de periodista, entrevistó para un canal ruso, a Leonel Fernández. Fue una tertulia entre dos expresidentes en la cual, además de hablar de educación, intercambiaron lisonjas.
“(Leonel) es uno de  los grandes estadistas de América Latina, tres veces presidente de nuestra querida República Dominicana… Es uno de los líderes políticos de la Patria Grande…”, dijo Correa, quien gobernó al Ecuador durante diez años.
 
“He estado en Ecuador varias veces y sé el legado que dejaste en obras de infraestructura. Esa carretera que va desde el aeropuerto hacia la ciudad capital, Quito, es notable”, dijo Fernández, quien estuvo ocho años seguidos al mando de su país.
 
Hoy, esa misma carretera “notable”, llamada “Ruta Viva”, los une indirectamente. Esta vía de 13 kilómetros que costó 300 millones, más el Metro de Quito, eran una de las obras sobre las que no habían, hasta ahora, sospechas ciertas de corrupción.
 
Lo mismo sucedía en República Dominicana respecto a una central termoeléctrica en la que dos investigaciones oficiales no habían olfateado el delito.  
 
Una filtración hecha al portal ecuatoriano La Posta, seguida de un trabajo de cuatro meses de 50 periodistas de ocho países agrupados en el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), develó lo que lo que la constructora brasilera seguía ocultado. Tras las nuevas revelaciones se conoce que lo pagado en sobornos ascendería a 2.600 millones de dólares, casi cuatro veces más que lo que los directivos de Odebrecht habían aceptado a la justicia norteamericana tres años atrás. En el Ecuador, al trabajo periodístico se unió diario El Universo.
 
 
Crimen Imperfecto
Odebrecht, una gigante constructora brasileña, creció sorprendentemente en los tres primeros lustros del Siglo XXI, haciendo grandes negocios en varios países y, sin importarles mucho la ideología de los mandatarios. 
 
Poco a poco se ha ido conociendo que los contactos empezaban cuando un candidato aparecía con posibilidades de llegar a la presidencia de su país. Uno de ellos fue el peruano Jaime Bayly. Él contó que luego de haber sido tentado para una candidatura presidencial, en una reunión se le acercó alguien a nombre de Odebrecht y le ofreció un millón de dólares para la campaña. “No es regalo, es un préstamo”, le advirtieron. Bayly dijo que allí mismo renunció a su sueño de llegar al Palacio de Pizarro. 
 
El primer campanazo de la corrupción de Odebrecht en América Latina lo dio el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. En diciembre de 2016 reveló lo que denominaron “el mayor caso de sobornos extranjeros de la historias”. Más de doce  países involucrados. Ese informe revelaba la existencia de una sección de la constructora que se dedicaba exclusivamente a los sobornos. Departamento de operaciones estructuradas, le llamaban. Tras esto, como dice el ICIJ, “cayeron gobiernos y algunos funcionarios de alto rango y ejecutivos de Odebrecht pasaron de transitar por los pasillos del poder a dormir tras las rejas”.
 
Ecuador no estuvo exento. Se supo que más de 30 millones de dólares en coimas a funcionarios gubernamentales habían sido repartidas. Se habló de la hidroeléctrica Manduriacu, del trasvase Daule-Vinces, del acueducto La Esperanza, de la refinería del Pacífico y del poliducto Pascuales-Cuenca.
 
Era aún el gobierno de Rafael Correa. Presuroso, el entonces secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, viajó a Brasil. El diario Folha de Sao Paulo reveló que además de contratar al estudio Tozzini Freire, acudió con ellos al Ministerio Público Federal. La versión oficial es que fue a pedir que se “comparta al Gobierno de Ecuador información de eventuales hechos de corrupción de los últimos 30 años”. La información nunca llegó.
 
 Meses después viajó el fiscal Carlos Baca para “traer la lista de Odebrecht”. Lo acompañó uno de sus asesores, Pedro Espinosa, quien ahora sabemos que había trabajado en la Presidencia y que sería una de las personas que movilizaba sobres con dinero corrupto entre las cúpulas de Alianza País. Baca también había sido asesor en Carondelet. La “lista” no apareció.
 
 
El software secreto
Las nuevas filtraciones son archivos del sistema Drousys, una bitácora encriptada de las coimas que repartía la compañía. En febrero pasado, un fragmento de este sistema cayó en manos de César Montúfar, un político que como ciudadano presentó acusación particular contra el exvicepresidente Jorge Glas. 
 
Eran unos correos que daban indicios de sobornos en la contratación del Metro de Quito. La obra de 2.009 millones de dólares que está en su fase final, fue iniciada por el alcalde Augusto Barrera y la fase dos contratada por su sucesor Mauricio Rodas. Entonces, la Fiscalía allanó las oficinas del Metro, incautó computadores, pero no encontró nada. La investigación fue archivada. 
 
Montufar hace caer en cuenta de que los contactos eran al más alto nivel como se ha demostrado ya en otros países. Que era el mismo dueño, Marcelo Odebrecht, quien autorizaba las coimas. “Es imposible que Rafel Correa en el caso de las obras gubernamentales o que los alcaldes de Barrera y Rodas no hayan estado enterados de esto”, alerta el político.
 
Por su parte, Barrera señaló que durante su gestión "Odebrecht perdió el concurso" cuando participó en la fase 1 del Metro, que se suscribió durante su administración.
 
Además, dijo que la fase 2 del Metro, donde hay la contratación con Odebrecht, se hizo un año y medio después de culminar su periodo como alcalde.
 
Con los descubrimientos se ha confirmado que el dinero pasaba por varias cuentas en Panamá, Andorra, o en algunos estados caribeños, antes de llegar a sus destinatarios finales. Que hasta el seguro contratado por ley para las obras era repartido como sobornos. Odebrecht contrataba con una empresa ecuatoriana, pero indicándole en qué aseguradora extranjera debía reasegurar. La aseguradora extranjera solo hacía de puente para que una tercera se haga cargo “del riesgo”. Una cláusula especial libraba de responsabilidad a la aseguradora ecuatoriana si la extranjera -cómplice de Odebrecht- no respondía. El dinero terminaba en la oficina de sobornos y de allí empezaba otro periplo hasta el bolsillo del funcionario corrupto o sus testaferros.
 
Nuevos nombres también han aparecido. Uno de ellos, ministro de Hidrocarburos de Correa y hermano del hasta hace poco Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. El ministro en su momento dio una rueda de prensa desmintiendo que haya recibido dinero alguno en cuentas offshore. El análisis del sistema secreto insinúa lo contrario. En otros casos nos e conocen aún los nombre de los destinatarios finales, pero sí las cuentas por las que se habría movido el dinero. El país espera resultados más concretos. 
 
Los desvíos de Odebrecht en el Ecuador, r egistrados en el sistema Drousys: 
 

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