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La ciencia de la meditación

sábado, 16 mayo 2015 - 02:55
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Con los avances en la comprensión de los beneficios que supone este hábito oriental para la mente y el cuerpo, la práctica de la meditación pierde su naturaleza, esencialmente religiosa, y gana nuevos adeptos.

Sería un combate francamente complicado. En diciembre de 2007, a los 29 años, el luchador de la MMA (Artes Marciales Mixtas), Lyoto Machida enfrentaría al camerunés Rameau Thierry Sokoudjou, una de las estrellas de Pride –evento internacional de Artes Marciales Mixtas que precedió la explosión del suceso de la UFC (Ultimate Fighting Championship). Sokoudjou era el favorito, pues hace poco había noqueado a otros dos brasileños en competencias anteriores. Para aumentar la tensión, Machida, que debía llegar a Las Vegas cinco días antes de la lucha, llegó solo un día antes del enfrentamiento.

“Mis amigos decían que el retraso era señal de que Sokoudjou me iba a despedazar”, recuerda. “Lo más prudente hubiera sido desistir”. Pero él no desistió, no fue despedazado y regresó a Brasil con el título de campeón mundial de peso mediano. Las incansables horas de entrenamiento fueron, sin duda, decisivas para su victoria. Pero el luchador brasileño radicado en Belém tuvo la ayuda de otra poderosísima arma, exponencialmente más suave, que es la meditación. “Gracias a ella, entrené en el octógono con la mente vacía, sin pensar que mi adversario era considerado el más fuerte”, dice Machida. “Eliminé la emoción, estaba plenamente atento a mi desempeño”.


"Gracias a la meditación entrené sin pensar que mi adversario
era considerado el más fuerte", explica Lyoto Machida.

Este luchador aprendió a meditar a los ocho años: su padre, Yoshizo, maestro en karate, le enseñó desde temprano algunos conceptos esenciales en las artes marciales, como la total concentración y la importancia de mantener la mente limpia, libre de distracciones. Con el tiempo, Machida conocido como “El dragón”, se dio cuenta de que las enseñanzas recibidas en la infancia serían fundamentales para su vida personal y, sobre todo, de atleta. “Cuando entreno, alcanzo hasta un 80 por ciento de mi capacidad de desempeño, fuerza y técnica”, dice. “En el combate, sin embargo, con toda la tensión típica de un gran evento, no consigo tener un desempeño 100 por ciento adecuado; entonces la meditación hace la diferencia”.

La imagen de un luchador de la violenta MMA en posición de loto, sereno y tranquilo, puede parecer paradójica, una contradicción de términos. Pero no lo es. Comúnmente asociada con la práctica zen, la meditación hoy en día, es un hábito común para los más diversos estilos de vida, conquistando especialmente a los hombres. Desde el luchador profesional hasta el artista plástico. Desde el ejecutivo al músico. Desde el chef hasta el cineasta. En su origen, la meditación está fundamentalmente asociada con la religión.


Belleza y rutina. Quien sigue a Gisele Bündchen en Instagram sabe
que la meditación forma parte de la rutina de la modelo.

Existen registros de esta práctica desde la prehistoria, con la entonación de cánticos en homenajes a deidades. Para los cristianos, consiste en una oración de reflexión y conexión con el amor de Dios. Para los islámicos, se compone de la repetición de palabras sagradas para la comunión con Alá. Para los budistas, la meditación es uno de los ocho pasos para la iluminación espiritual –simbolizada por la rueda de ocho ramificaciones, dharmachakra, en sánscrito. Entre las otras etapas están, por ejemplo, la perfecta comprensión (dominar la doctrina budista), la aspiración (perseverar hasta la iluminación), el habla (expresarse de modo agradable, verdadero, cortés y tranquilo) y la conducta (seguir los mandamientos budistas). En los últimos años, con los avances de los conocimientos científicos sobre los beneficios de la meditación para la salud del cuerpo y la mente, la práctica comenzó a distanciarse de su camino religioso –y, así, acumular más adeptos.

Una de las técnicas más populares es la meditación trascendental, desarrollada en la década de los 50, y que tiene practicantes como Clint Eastwood y Hugh Jackman. La Sociedad Internacional de Meditación registró, de 2012 a 2014, una aumento del 140 por ciento en la búsqueda de esta práctica entre hombres –un tabú que se desvanece, como en otras actividades humanas delicadas y sensibles que ya son autorizadas para machos, sin preconceptos. Súmese además la comprensión científica y se obtiene por resultado la bonanza perfecta. Los científicos despertaron su interés en la meditación durante los hippies y psicodélicos años 70. En aquel tiempo, el principal objeto de investigación era el cortisol, la hormona del estrés. Se comprobó que el hábito de vaciar la mente ayudaba a controlar las tasas de dicha sustancia en la sangre –siendo así adoptado como una prevención contra dolencias cardiovasculares.

A partir de mediados de los años 90, con el perfeccionamiento de los exámenes de imágenes, capaces de captar al cerebro en pleno funcionamiento, la meditación perdió definitivamente su aura sacra. Al comparar la actividad cerebral de personas que meditan con la de aquellas que no están habituadas a este tipo de reflexión, los investigadores consiguen probar que la meditación tiene impacto sobre las estructuras cerebrales.

Uno de los trabajos más emblemáticos sobre el tema fue realizado en 2005 con monjes budistas por el neurocientífico Richard Davidson, investigador de la Universidad Wisconsin-Madison (Estados Unidos), y uno de los principales estudiosos del tema. A ocho religiosos, con 10 mil a 50 mil horas de meditación, a lo largo de 15 a 40 años, se les midieron sus ondas gama por electroencefalogramas. Dichas ondas están directamente asociadas con las capacidades de atención y conciencia. Otros 10 voluntarios, sin la rutina de meditación; pasaron por la misma prueba. De la comparación entre los dos grupos brota una constatación: en el cerebro de los monjes, la amplitud de las ondas gama era superior a la de los demás participantes. Una amplitud nunca antes vista en ningún otro electroencefalograma de personas saludables. El trabajo fue publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.

En 2012, el Hospital Albert Einstein, en Sao Paulo, realizó un estudio con dos perfiles de participantes: meditadores regulares y personas sin ninguna experiencia con meditación. A todos se les pidió que realizaran pruebas de atención. Entre varias preguntas, ellos debían decir en qué color estaba escrito el nombre de otro color –la palabra “rojo”, por ejemplo, aparecía pintada de verde. A medida que respondían, sus funciones nerviosas fueron monitoreadas por imágenes captadas en una máquina de resonancia magnética funcional.

“Las personas que no tenían el hábito de meditar accionaron más áreas cerebrales para realizar el test. Es decir, hicieron más esfuerzo cerebral que el grupo de meditadores para completar el mismo desafío”, dice la neurocientífica Elisa Kozasa, una de las autoras del estudio, publicado en la revista científica NeuroImage. Uno de los tipos de meditación que más atrae a los nuevos meditadores es el de mindfulness –o “atención plena”. A partir de esta técnica, de origen budista, en 1979 el biólogo americano Jon Kabat- Zinn desarrolló, en la Universidad de Massachusetts, un programa para la reducción del estrés en el tratamiento de una serie de dolencias. Desde allí, la atención plena se ganó al mundo.

El método tiene como objetivo el mejoramiento de la concentración en lo que se está haciendo aquí y ahora. Si la persona estuviera cenando, por ejemplo, su mente debe concentrarse únicamente en el acto de ingerir el alimento –desde el sabor y consistencia de la comida hasta los movimientos de masticación y deglución. Uno de los primeros ejercicios: masticar y saborear lentamente una pasa durante 15 minutos. La gran diferencia entre la atención plena y las otras técnicas de meditación es que ésta puede ser practicada en cualquier lugar, en cualquier momento. No es necesario desconectarse del mundo para practicarla. La atención plena puede ser entrenada durante el baño, el almuerzo, una caminata o incluso cuando se espera un ascensor.

Lo fundamental es aprender a realizar las actividades con atención total a lo que se está haciendo. La mente bien entrenada toma decisiones difíciles con más rapidez, es más creativa y tiene el razonamiento más afilado, entre otras ventajas. En los hospitales, la meditación es usada como coadyuvante en el combate y alivio de los síntomas de los más diversos males. Esa práctica invadió también el mundo corporativo: empresas la ofrecen a sus funcionarios. Llegó a las escuelas: jóvenes que meditan en el aula consiguieron mejores calificaciones y mostraron mayor nivel de concentración. Además, se observó una mejora en la relación entre alumnos y de los estudiantes con los profesores. La etimología ayuda a explicar el amplio abanico de beneficios de la meditación. Meditatum, en latín, significa ponderar. No tiene cómo hacer mal.

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