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Trasplantar vida

jueves, 5 noviembre 2015 - 05:00
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La médula ósea ya no es la única fuente de células para trasplantes, hoy también se pueden obtener del cordón umbilical y de la sangre de un donante o del mismo receptor, dependiendo de la enfermedad que lo afecte.

A lo que se conocía como trasplante de médula ósea, hoy se lo llama trasplante de progenitores hematopoyéticos. Hay que aclarar que el término “progenitores” no implica que las células provengan del padre o madre de quien recibirá el trasplante, sino que se refiere a células madre. “Antes la única fuente que teníamos para obtenerlas era a través de numerosas punciones a la altura de la cresta ilíaca y de donde se sacaba médula ósea. Ahora hay otras fuentes como las provenientes de un cordón umbilical y de sangre periférica” señala la doctora Bella Maldonado, jefa de la Unidad de Trasplante en el Hospital Solca Guayaquil.

DEL CORDÓN UMBILICAL

Para obtenerlas de cordón umbilical, parte del equipo de trasplantes está presente durante la cesárea que se planifica para el procedimiento. El ginecólogo hace el corte del cordón umbilical y se lo entrega a la persona del equipo de trasplante para que luego extraiga las células progenitoras que serán trasplantadas en el paciente receptor.

Utilizar sangre del cordón para un trasplante tiene ventajas y desventajas. Las células obtenidas aquí son inmaduras por lo que no tienen mucha antigenicidad, es decir provocan poco rechazo en el receptor, las cifras muestran casi un 60 por ciento de compatibilidad. Pero la desventaja es que ofrecen una cantidad de células limitada, “de acuerdo a mi experiencia el número de células que se obtienen de un cordón sólo sirve para un paciente receptor de hasta 35 kilos, es decir, un niño. Para un adulto se deben usar dos cordones al menos”, indica la especialista.

DE SANGRE PERIFÉRICA

La otra fuente es la sangre periférica. Para obtenerla se le administra una medicación al donante durante cinco días para estimularlo a producir células progenitoras de manera exagerada, al quinto día cuando está en la cima de esa súper producción, ya no caben en la médula y pasan a la sangre periférica. Entonces se coloca un catéter para extraerla de manera selectiva a través de una máquina especial que sólo toma las células medulares que se hizo producir de manera adicional al donante, quien se queda con su nivel de células normal en la médula. Posteriormente, las células extraídas se administran al paciente receptor.

“Este tipo de trasplantes pueden ser hechos con la misma sangre del paciente (autólógo), en el caso de pacientes que no tienen afectada su médula, o de un donante (alogénico) que puede ser familiar o un donante no emparentado, no familiar”, explica la doctora Maldonado, quien ha liderado más de 126 trasplantes de progenitores hematopoyéticos en el Hospital SOLCA en Guayaquil. Más de la mitad de estos trasplantes han sido alogénicos (con donante).

“En este tipo de trasplantes hay mayor complejidad ya que, aunque se empleen células de donantes cien por ciento compatibles, pueden producirse rechazos si al ser insertadas en la médula el organismo no las reconoce como propias. El trasplante autológico (del mismo paciente) tiene la ventaja de que no se genera rechazo, pero tiene la desventaja de que al momento de extraer la sangre alguna célula maligna (con mieloma por ejemplo si es la enfermedad que padece el paciente), pase a la sangre y se vuelva a reproducir al colocarla al paciente. La recaída es una de las complicaciones posibles en este caso”, concluye la especialista.

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