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Reparar una lesión en el cartílago

domingo, 19 julio 2015 - 04:32
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Un paciente de 33 años de edad, sin ningún antecedente patológico de importancia, pide una consulta porque después de visitar a varios especialistas continúa con un dolor intenso en la rodilla izquierda. “Cuando lo vi tenía más de seis meses de evolución desde la aparición de los primeros síntomas, no recordaba ninguna caída, golpe u otra causa traumática aparente. Pero mencionó que años atrás corría distancias largas, lo había dejado por cinco años y lo retomó ocho meses atrás… Tenía un índice de masa corporal sobre 28 (lo normal en personas que se ejercitan es bajo 24). El paciente calificó su dolor como ocho, en una escala del cero al diez”, señala el doctor Paul Terán, cirujano Ortopedista Traumatólogo.

El especialista relata que una vez realizado un adecuado examen físico se encontró la sospecha de una posible lesión articular, que fue corroborada con los resultados de resonancia magnética que mostraban una lesión osteocondral (patología que compromete tanto al cartílago como al hueso) bastante grande, de aproximadamente 2.5 por 2 centímetros, localizada en una zona donde la rodilla recibe la mayoría del peso corporal, que provocaba en el paciente una incapacidad moderada a grande para realizar todas sus actividades.

Se propuso entonces un procedimiento quirúrgico, a lo que el paciente respondió que tres especialistas antes le habían sugerido varias alternativas operatorias y que él no quería bajo ningún concepto someterse a cirugía. Le pidió al doctor Terán que buscara alternativas no quirúrgicas para su problema.

“La primera medida que tomamos fue hacerlo bajar de peso con la ayuda de nuestra nutricionista y planteamos un tratamiento ortopédico con ondas de choque focales de alta intensidad, las cuales hicimos en número de cinco sesiones con intervalos de una semana y bajo protocolo del ISMST, al finalizar aplicamos plasma rico en plaquetas activado en buen volumen dentro de la articulación, además se ayudó a la rodilla tratada con descarga de muletas por tres semanas y tomó el suplemento de colágeno una vez al día.

Tres meses después de la primera visita, el paciente ya no sentía dolor e insistía en volver a correr. Una resonancia magnética comprobó que el tamaño de la lesión había disminuido en aproximadamente 80 por ciento de su tamaño original”. El doctor Terán indicó al paciente de que se modificara su disciplina deportiva orientándolo a la natación y bicicleta, lo que mejoró considerablemente no solo el dolor sino su capacidad funcional. Se ha mantenido en un peso óptimo. A los seis meses de tratamiento se realizó otra resonancia y la lesión apenas se aprecia.

“El paciente dice que el dolor sólo aparece al realizar ciertos movimientos extremos pero es casi imperceptible y continúa insistiendo en que le permita volver a correr largas distancias”, concluye el especialista.

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