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Un país agotado

lunes, 8 noviembre 2021 - 16:51
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    Guillermo Lasso y Leonidas Iza pueden caer en un profundo error de apreciación a la hora de evaluar los resultados de las protestas que arrancaron el 26 de octubre. Y no leer bien al país puede resultar peligroso.

    Es posible que el poco respaldo ciudadano a la movilización sea interpretado por el Presidente de la República como un voto de apoyo a la estabilidad de su gobierno, lo cual no significa estar de acuerdo con el rumbo que ha tomado su plan económico, donde las traumáticas urgencias macrofiscales parecen desplazar el sueño de la reactivación.

    También se equivoca el Presidente de la Conaie al creer que su causa genera algún espacio de convocatoria constructiva. Dos años pueden ser suficientes para esculpir el liderazgo de cualquier político que se supone interpreta el pesar de los más necesitados, pero en el caso de Leonidas Iza, el deterioro de su discurso es evidente.

    Lo único claro, hasta ahora, es que en la disputa entre Lasso e Iza está un país agotado... Agotado de que la política se tome su nombre para hablar de desarrollo y bienestar, de espaldas a la evidencia técnica y sin replantear conceptos.

    Que la absorbente discusión de lo público siga girando únicamente en torno al precio de los combustibles, terminó por hartar a una sociedad dividida desde el paro de octubre de 2019 y sumergida, meses después, en la peor crisis económica, producto de una pandemia que sorprendió a un Estado quebrado por el dispendio y clientelismo.

    Fue como si la gente, dos años después, entendiera con rabia, inconformidad y resignación que a estas alturas es imposible vivir con gasolinas y diésel a precios del año 2003, en un país que debe saltar hacia la modernidad y, además, asumir gastos más onerosos como la red de salud o la lucha contra la desnutrición.

    Si Leonidas Iza, la Conaie y Pachakutik no procesan este cambio de paradigma, el movimiento indígena perderá vigencia y la oportunidad de avanzar con determinación en los otros temas que urgen ser resueltos como la transformación y el futuro del agro ecuatoriano.

    Hay toda una agenda por plantearle al Gobierno en materia productiva. Obligarle a que su promesa de créditos baratos a largo plazo se ejecute ya o que los planes de inversión que tanto anuncia el Presidente, tengan como prioridad la tecnificación de nuestras tierras, para que el campesino ecuatoriano, de todas las regiones, entre en la agroindustria y se extienda su frontera comercial.

    ¿Cuántos temas como estos quedan postergados en el absurdo regateo de los centavos y las amenazas de bloqueo, cada vez que el Gobierno anuncia subir los combustibles?

    Ese inmovilismo causó este agotamiento popular que mal haría el Presidente en mirarlo con indiferencia, el momento en que cierre con los transportistas el plan de compensaciones y fijación de tarifas, pues ahí será cuando la población más empobrecida sienta que le ha llegado el verdadero paquetazo.

    Más allá del éxito de la vacunación, el Gobierno ha dejado enfriar su agenda de reactivación productiva, exponiéndose a un desgaste prematuro que puede ser muy difícil detener, cuando un pueblo agotado sienta que no hay trabajo ni espacio para la recuperación.

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