Met Gala 2025: cinco momentos icónicos de la noche
La alfombra azul del Met se convirtió en escenario de glamour, emociones y mensajes que trascienden la moda.
Nueva York volvió a vestirse de alta costura, lentejuelas y declaraciones de moda con una nueva edición de la Met Gala. La alfombra, este año azul, del Museo Metropolitano de Arte se convirtió en un desfile de audacia estilística, con homenajes culturales, anuncios inesperados y reencuentros memorables. La velada giró en torno al dandismo negro, pero como ya es tradición, cada invitado interpretó el tema a su manera. Aquí te contamos los cinco momentos que se robaron los reflectores (para bien o para mal).
La escena parecía sacada de una fantasía de alta moda: Diana Ross, ícono eterno, ascendía las escalinatas con una capa blanca que barría el suelo, escoltada por su hijo y por una nube de flashes. Justo detrás de ella, Zendaya, embajadora del estilo y musa de diseñadores, aparecía con un traje blanco entallado y sombrero a juego. El cruce de miradas, la reverencia mutua y el saludo efusivo fueron un guiño al poder intergeneracional del glamour. Zoë Saldaña, emocionada, también se acercó a rendir homenaje a Ross. La moda, en ese momento, fue puro respeto.
Antes incluso de pisar la alfombra, Rihanna ya había dado la noticia que encendería titulares: está esperando a su tercer hijo con A$AP Rocky. Lo confirmó él mismo mientras los fotógrafos gritaban de emoción. Ella, fiel a su estilo, hizo de su embarazo una declaración de poder y belleza, recordando que en la Met Gala siempre se puede esperar lo inesperado. Rihanna no necesita hablar: le basta caminar.
El Conejo Malo no pasa desapercibido, ni siquiera cuando lo intenta. Este año, apostó por rendir homenaje a sus raíces luciendo una reinterpretación de la tradicional pava puertorriqueña, el sombrero típico del jíbaro. Aunque su gesto fue aplaudido por su carga cultural, los críticos de moda no fueron tan indulgentes: muchos lo ubicaron en la lista de los peor vestidos. Aun así, Bad Bunny demostró que la identidad también se viste —y que no todos los riesgos se entienden de inmediato.
Si alguien encarnó la elegancia sin esfuerzo, fue esta pareja británica. Ella deslumbró con un vestido de Chanel que parecía esculpido en tiempo y diamantes. Él, sobrio pero con detalles que delataban estilo: encaje, tachuelas y actitud. Fueron la postal perfecta del romance moderno, demostrando que la alta costura también puede ser cómplice.
Un blazer negro, piernas al descubierto, copa en la mano y una entrada que decía “aquí estoy yo”. Hailey Bieber volvió a la Met Gala tras tres años y lo hizo sin su esposo, Justin, quien prefirió quedarse en casa y subir una foto desde su sofá. En su lugar, Kendall Jenner fue su acompañante, ambas en tonos oscuros, como si la noche las hubiera vestido a juego. Fue un momento relajado, pero contundente: no siempre hace falta compañía para deslumbrar.
