Quito sin brújula: ¿qué se sabe sobre el caso Yunda?

El trámite de remoción presentado ante el Concejo Metropolitano de Quito, responde a una iniciativa ciudadana, impulsada por el Frente de Profesionales.
María Belén Arroyo
Yunda, médico de profesión, ganó popularidad como bajista del grupo Sahiro, que despuntó en la década de los ochenta

Jorge Yunda asumió la Alcaldía en mayo de 2019, con una debilidad de inicio: escasa legitimidad por su baja votación y déficit de representación, porque el apoyo a su candidatura se concentró en una zona geográfica en particular. Pero la crisis se venía incubando, desde que empezó el milenio, con o sin Yunda en el poder, la ciudad con tres millones de habitantes tiene un problema estructural...

No fue por el contrato de pruebas para COVID-19. Tampoco por los chats, que sugieren que su hijo cabildeó para que empresarios privados se beneficiaran de recursos municipales. Sin embargo, la madrugada del primer jueves de junio, 14 de 21 concejales votaron por la remoción de Jorge Homero Yunda Machado de la Alcaldía de Quito.

Un hecho sin precedentes. Las dos terceras partes del Concejo Metropolitano de Quito apoyaron la remoción del Alcalde. Al bloque de oposición, integrado por 11 concejales, se unieron tres votos correístas: Juan Carlos Fiallo, Mónica Sandoval y Brith Vaca.

Así, Yunda se quedó sin el blindaje político que le prodigó la Revolución Ciudadana, durante los dos primeros años de su gestión al frente de Quito. Asumió el cargo en mayo de 2019. “En la política no hay amigos, hay intereses. En la política se puede freír granizo, así me decían y lo he comprobado”, escribió en su cuenta de Twitter, después de la votación.

Médico, músico, radiodifusor y empresario de la comunicación, Yunda insiste en que se violentaron sus derechos. Que la maniobra para despojarle del cargo responde a intereses de ciertos concejales, quienes se repartieron cargos y comisiones en el Municipio.

Su dedo acusador apunta hacia el vicealcalde, Santiago Guarderas, quien llegó al Municipio con el auspicio de la misma (y cuestionada) organización política que apoyó a Yunda para la Alcaldía: Unión Ecuatoriana. Es la misma tienda que en un inicio impulsó a Giovanni Andrade como candidato presidencial para los comicios de 2021. Andrade es el presidenciable que admitió que el plan de gobierno, presentado ante la autoridad electoral, contiene párrafos enteros copiados de Wikipedia, pero afirma no ser responsable de ese plagio.

Guarderas, de su lado, afirma que quien traicionó el proyecto de ciudad fue el actual alcalde. Yunda nació en 1965 en Guano (Chimborazo). Cuando emigró a Quito se radicó en el popular barrio San Roque, en el centro de la ciudad. Su carrera de músico (bajista del grupo Sahiro) le dio visibilidad. Su fama aumentó con su faceta de radiodifusor, detrás de los micrófonos de la Corporación Canela, donde caracteriza al personaje Loro Homero.

El Alcalde cree que hay tintes racistas y discriminatorios en la arremetida en su contra. Al cierre de esta edición, sus abogados alistaban la estrategia ante el Tribunal Contencioso Electoral (TCE), para dejar sin piso la remoción. Por el momento, continúa en funciones como alcalde de Quito.

Dos mujeres, un alcalde

Dos mujeres impulsaron el pedido de remoción que motivó el voto en el Concejo Metropolitano. Carolina Moreno y Jéssica Jaramillo, ambas abogadas, integran el Frente de Profesionales por la Dignidad de Quito.

Moreno, especialista en Gestión Municipal, fue funcionaria en administraciones anteriores. Actuó como interpelante del pedido de remoción, motivada por una inquietud: si el Alcalde no rinde cuentas al Concejo Metropolitano, que es el órgano natural de fiscalización del Municipio, no rinde cuentas a nadie.

Jaramillo, abogada patrocinadora de Moreno, es especialista en Derechos Humanos y experta en temas de Género y Familia. Preside la Fundación contra la Violencia de Mujeres, Niños y Adolescentes. Integró una veeduría que investigó la gestión local durante la pandemia. Sus hallazgos, publicados en un libro lanzado a fines de 2020, le hacen pensar que Quito perdió el rumbo.

Dos causales de remoción, planteadas por el frente que ambas representan, fueron incorporadas en el informe de la comisión de mesa, tratado por el Concejo. Una de ellas establece que el Alcalde incumplió un artículo del Código Orgánico de Organización Territorial (COOTAD) pues no informó, al finalizar los ejercicios fiscales 2019 y 2020, sobre la ejecución presupuestaria, “a la máxima instancia de participación”, que es la Asamblea del Distrito Metropolitano de Quito.

La segunda causal determina que la autoridad municipal no presentó ni detalló ante el Concejo los alcances del proyecto vial corredor Labrador-Carapungo.

Jaramillo reivindica el alcance de este proceso, sin precedentes en el país, como resultado de la participación ciudadana y el ejercicio democrático.

La exposición de los argumentos, así como la respuesta de la autoridad, dieron lugar a una sesión de varias horas, al término de las cuales los concejales votaron. Este fue el segundo pedido de remoción conocido en esa jornada. En la mañana, el primer trámite de remoción presentado por el abogado Marcelo Hallo no siguió su curso, porque en plena sesión el proponente decidió suspenderlo.

Auge y caída

En 2019, los cuatro primeros candidatos a la Alcaldía representaban en conjunto el 73 por ciento de los votos: una dispersión inédita. En elecciones anteriores, entre los dos finalistas sumaban el 80 por ciento de la votación, según el arquitecto Fernando Carrión, quien fue director de Planificación del Municipio y exconcejal.

Carrión expuso su visión en el foro virtual “Activos por Quito”, un espacio de debate impulsado por la también exconcejala Margarita Carranco.

Con 18 candidatos en la contienda, Yunda ganó con el 21,3 por ciento. Más del 80 por ciento no lo apoyó para alcalde. Fue estrecha la diferencia respecto de Luisa Maldonado (18,4 por ciento); Paco Moncayo (17,74 por ciento) y César Montúfar (17 por ciento).

Por primera vez, el territorio pesó en elecciones locales. En un mapa del Distrito Metropolitano de Quito, las zonas que votaron por Yunda pintarían los barrios periféricos. Por Luisa Maldonado, del correísmo, optaron los barrios del sur. Paco Moncayo ganó en varias parroquias urbanas y César Montúfar, en los valles.

Quito dejó de ser la ciudad de forma alargada y angosta, insiste el urbanista. Es similar a una mano con cinco dedos, que son: el acceso desde Machachi por el sur; Tumbaco y Cumbayá; Los Chillos; Calderón y Carapungo; y, la Mitad del Mundo. Los valles crecen a un ritmo cuatro veces mayor a la zona central de Quito.

Por el escenario de dispersión y el voto localizado territorial, Yunda ganó la Alcaldía capitalina con una legitimidad de origen muy baja, al igual que con déficit de representación, según Carrión.

A pesar de ser una figura pública, Yunda apenas logró arrastrar dos de las 21 concejalías en disputa. En tanto, la candidata Luisa Maldonado, dirigente barrial del sur impulsada por el correísmo, aseguró nueve concejalías. La identificación previa de Yunda con el socialismo del siglo XXI garantizó una relación simbiótica y una correlación favorable a su gestión como alcalde. Pero en Quito soplaban vientos anticorreístas desde 2014, cuando el triunfo de Mauricio Rodas sepultó el intento de Augusto Barrera por reelegirse.

En total, los 21 concejales representan a cinco organizaciones políticas, pero en la práctica, algunos actúan en favor de la circunscripción territorial que representan, sin un proyecto común de ciudad.

Al inicio de la pandemia, Yunda fue el primer alcalde del país en anunciar la suspensión de clases y restricciones para contener la crisis sanitaria. En marzo de 2020, una encuesta situó su margen de aprobación en el 89 por ciento: era el segundo de los alcaldes mejor evaluados de América Latina.

La compra de cien mil pruebas COVID-19, poco después, generó las primeras dudas. Según las denuncias de concejales de oposición, el insumo adquirido no cumplía las bases del proceso contractual y estuvo por semanas inutilizado, al no tener equipos y materiales para su procesamiento ya que el Municipio no tenía laboratorios adecuados. Esto motivó una investigación fiscal por posible peculado. A mediados de febrero de 2021, el alcalde debió usar un dispositivo de vigilancia electrónica (grillete). Fue llamado a juicio. Sus abogados insisten en que la motivación, en última instancia, es la persecución política porque no es una autoridad afín a las élites, sino al pueblo. El proceso judicial corre en paralelo; pero no tiene que ver con el pedido de remoción.

La crisis del milenio

Entre los años 2000 y 2020, Quito tuvo cuatro alcaldes, de partidos distintos. “En esa secuencia discontinua de autoridades se percibe una ausencia de un proyecto de ciudad”, explica el urbanista Fernando Carrión. La crisis de Quito “no se la pudo, o no se la quiso ver”, pero se venía incubando desde el fin de siglo.

Previamente, Quito vivió un ciclo, entre 1988 y 1998, en el cual el proyecto de ciudad se ancló en tres líneas básicas: la recuperación del Centro Histórico a partir de la inyección de recursos; el abastecimiento de agua potable por bombeo en lugar de gravedad (Papallacta) que garantizó la provisión y terminó con los cortes; y, la definición del esquema de transporte basado en el trolebús como eje central del sistema.

Dos alcaldes de una misma tienda lideraron la gestión municipal en ese período: Rodrigo Paz, de 1988 a 1992; y, Jamil Mahuad, desde 1992 a 1998. Mahuad no culminó su segundo período (fue reelecto en 1996), porque se postuló para las elecciones presidenciales. Para completar el mandato 1998-2000, el Concejo de la época eligió a Roque Sevilla, quien no era vicealcalde. Ese cargo lo ocupaba el radiodifusor deportivo Carlos Efraín Machado.

Carrión caracteriza la gestión de los alcaldes que se sucedieron con el cambio de siglo. Paco Moncayo privilegió las alianzas público-privadas. Augusto Barrera “implantó el urbanismo de proyectos y redujo la autonomía de Quito, que se convirtió en un municipio gobiernista”. Esto rompió la tradición de la Capital como crítica al poder central. Dos grandes proyectos impulsó Barrera: el aeropuerto en Tababela y el Metro de Quito.

La gestión de Mauricio Rodas se enfocó en ejecutar el Metro, que dos años después de terminar su mandato aún no entra en funcionamiento pues no se ha esclarecido con claridad el modelo de gestión. Hubo intentos de remoción en este período, pero no cuajaron.

Con Yunda, dice Carrión, “entraron con fuerza el clientelismo y la corrupción”. Quito perdió el proyecto de ciudad, se debilitó su capacidad planificadora. Hoy tiene tres millones de habitantes, 64 parroquias y 1.200 barrios. Ya no es una ciudad, sino una ciudad de ciudades.

La crisis que enfrenta Yunda no responde únicamente a una gestión municipal débil e improvisada. Es el resultado de años sin brújula. Salir de la debacle y debatir el modelo de ciudad para el futuro no es responsabilidad exclusiva del alcalde y los 21 concejales.