León Roldós Aguilera: "Hay demasiados ahijados de padrinos con poder"

León Roldós Aguilera, ejerció la Vicepresidencia de la República entre 1981 y 1984. Ha sido un referente permanente de la política nacional en las últimas cuatro décadas. Hoy nos brinda su mirada al Ecuador de 2021: a la corrupción judicial, a la pugna de poderes, las conspiraciones y, a qué juega la oposición.
Cecilio Moreno Mendoza

León Roldós Aguilera, ejerció la Vicepresidencia de la República entre 1981 y 1984. Ha sido un referente permanente de la política nacional en las últimas cuatro décadas. Hoy nos brinda su mirada al Ecuador de 2021: a la corrupción judicial, a la pugna de poderes, las conspiraciones y, a qué juega la oposición.

Su oficina, aunque ubicada en el piso 13 de un moderno edificio de la avenida Francisco de Orellana de Guayaquil, es sencilla y sin lujos. Es como un reflejo de su vida, de su cultura y de sus buenos modales, algo escaso en la política nacional. Allí nos recibe con la amabilidad de siempre y con un café ofrecido por su secretaria que lo acompaña 36 años.

Abogado Roldós, en una de sus últimas columnas de El Universo, usted dice: “Al tumor maligno hay que extirparlo”. ¿A qué tumor se refiere?

Sobre todo, al de la corrupción. La corrupción en el Ecuador está multiplicándose en todos los escenarios. Pero yo cito hoy día uno adicional a los que ya se conocían: las daciones en pago a la banca pública. Digamos, para intentar graficarlo: terrenos que limitan al Norte con la nada, al Sur con la nada, al Este con la nada, al Oeste con la nada. Llega un juez constitucional y ordena a la entidad pública que lo tome como dación en pago. ¿Eso cuándo se va a vender? ¡Nunca! ¡Nunca se va a vender! Esto ratifica que si algo en este país prolifera son las formas de corrupción terribles. Este es el país donde la corrupción se multiplica peor que los chinches.

¿Ni la justicia hace justicia dentro de ella?

Realmente la sanción a los jueces tiene que ser ya visible y desnudar la corrupción judicial en el Ecuador, que es realmente preocupante. Yo creo que quienes están en el Consejo de la Judicatura pueden hacerlo. Pero me refiero a que éste es un proceso nacional; no es un problema de dos o tres actores singularmente considerados.

¿Por qué es importante señalar a la Función Judicial?

Porque los juicios nunca acaban. Usted ha visto cómo los juicios se patean y patean para más adelante. Por ejemplo, los procesos seguidos por la provisión de medicinas e insumos, nunca terminan de llegar a fallos o llegan a fallos que luego se tumban. Hay demasiados intereses, demasiados cruces en materia judicial en el Ecuador. Hay demasiados ahijados de padrinos con poder.

¿Y cuál sería un primer paso?

Yo creo que el primer paso a dar es hacer algo igual a lo que sucede cuando hay una herida con pus: abrir la herida. Que todo el mundo la conozca. Es decir, por un momento yo no quiero partir del supuesto de que hay que denigrar a persona alguna, pero creo que el hecho de la supuesta reserva termina conspirando contra el resultado, porque todo va protegido. Cuando hay una herida tiene que abrirse la herida porque el país tiene que percibir que hay corrupción. A las denuncias hay que darles como bombo en fiesta. Se necesita la presión colectiva sobre el Consejo de la Judicatura y sobre los otros niveles que tienen que actuar.

La muerte cruzada

Cinco meses después de iniciado el gobierno de Guillermo Lasso, ya se habla de pugna de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo, de posibles consultas populares y hasta amenazas mutuas de destrucción.

¿Está en peligro la democracia?

Creo que hay mucha irritación y esto conlleva a que se vuelva difícil realmente llegar a encuentros a conciencia. Pienso que la fraseología se ha multiplicado y esto ha llevado a que más pesen las formas que el fondo. En muchos temas hay una descalificación de actores, de sujetos. Y esa descalificación complica las cosas.

¿Encontraría usted alguna similitud con el escenario político que enfrentó su hermano, el presidente Jaime Roldós, también al inicio de su gestión? Roldós hablaba de “los patriarcas de la componenda”, Lasso del “triunvirato de la conspiración”.

A ver, yo creo que hay un problema de calidad en la Asamblea Nacional. Creo que ese es un hecho real. Lo estamos viendo. Pienso que, a diferencia de entonces, en que hubo una clara conspiración, conspiración tomada en el sentido de asumir posiciones que llevaron a que Jaime señale la tacha de los patriarcas de la componenda. Creo que ahora así no se inició. Pienso que en los días que vivimos, los opositores podrían llegar a coincidir, pero solamente por estar en contra de, pero no necesariamente para formar un macrobloque.

¿El triunvirato de la conspiración existe realmente?

¡No! Yo no creo que hay un concierto de la trilogía, que fue la primera expresión que usó el presidente Lasso. Él primero usó la palabra trilogía, después habló de triunvirato. Creo que el triunvirato no hay. Creo sí, que hay actores importantes que están enfrentado al presidente Lasso. Eso sí hay. Y claro, el presidente Lasso considera que los tres principales actores en esto son Nebot, Correa e Iza. Aunque Leonidas Iza directamente no tiene una fuerza dentro de la Asamblea, porque Pachakutik en la Asamblea no es equivalente a Iza.

¿El movimiento Pachakutik piensa diferente a la Conaie?

Yo diría que diferente a Iza. Leonidas Iza es un actor singular. Es una persona que asume posiciones ideológicas en las que reivindica acciones de violencia.

¿Por qué lo hace?

Porque Iza vive un proceso político que no lo viven ni Jaime Nebot ni Rafael Correa. Mientras ellos están en la coyuntura política, en cambio, el otro vive o quiere vivir un proceso político.

¿Entonces son tres actores políticos actuando por separado?

Yo no creo que estén concertados. Puede haber coincidencia en posiciones muy coyunturales, pero no creo que hay un concierto entre los tres.

¿Quizás solo los une el deseo de tumbar a Guillermo Lasso?

A ver, yo no creo que en este rato Nebot quiera tumbar a Lasso. Pienso que Correa sí. Correa abiertamente ha expuesto su posición, no ha andado por las ramas. Correa busca poner en la Presidencia a alguien que sea de alguna manera una persona que llegue a acuerdos con él. Iza quiere procesos políticos a lo Túpac Amaru, en el Perú. Esto es, vámonos a la rebelión. Son tres posiciones diferentes. En el caso de Nebot, una posición fija de cero impuestos y algo más en la parte política. En el caso de Correa, que se caiga, que se vaya, que lo saquen. Y si él tiene que montarse en la línea de la rebelión indígena, se monta en esa línea de la rebelión indígena, ya lo hizo la vez pasada, en octubre de 2019. Las posiciones ideológicas de Iza están claras en las Resoluciones del Consejo Ampliado de la Conaie del 22 de octubre de 2021.

Leonidas Iza sí ha dado muestras de buscar el poder...

El poder, pero no singularmente. El poder como proyecto político. En este país hay dos poderes, el de los ciudadanos comunes que votan en las urnas para presidente de la República y, el poder indígena estructurado que coyunturalmente se une con sectores sociales. De hecho, lo coyuntural es importante porque les permite marchar con los sectores sociales. Yo creo en la diversidad, pero dentro del marco global del Ecuador. La diversidad no es un poder indígena frente a un poder político nacional.

¿La muerte cruzada es posible?

Siempre será posible, pero el problema está en que no está claro quién podría beneficiarse de una muerte cruzada. Diría que hace 30 días era claro que una muerte cruzada la ganaba Lasso. Creo que ahora, en que se han dado tantas circunstancias conflictivas, el escenario es distinto. Entonces, quien pesca en una muerte cruzada es quien ostenta al poder; no se olvide que la muerte cruzada es la elección nueva de todo. Elección de Asamblea Nacional y elección de presidente de la República.

¿Es conveniente que en la Constitución exista esta figura?

Sí, es importante, pero para ejecutarla cuando haya realmente un proyecto político posible de llegar a ser poder. Lo contrario, simplemente es como un taco de dinamita para que todo vuele y luego ver qué pasa. Sin embargo, no creo que sea conveniente ahora. No se olvide que el Presidente para legislar en muerte cruzada, requiere pronunciamiento de la Corte Constitucional, que es de calidad jurídica, no de simple alineamiento...

Ley tributaria contra el tiempo

La megaley “Creando oportunidades” no fue admitida por la Asamblea. Se argumentó su inconstitucionalidad debido a que trata varios temas a la vez. Tras varios días de discursos el presidente Lasso decidió enviarla en tres partes. Una primera en materia tributaria, una segunda laboral y una tercera para promover inversiones.

¿Cree que finalmente el Ejecutivo llegará a conseguir un acuerdo con el poder Legislativo?

En la parte laboral muy difícil. Ahí se pueden unir Pachakutik y sectores de izquierda con el correato. Pero creo que esa reforma debe trabajarse. Creo que la parte tributaria puede lograr algo, porque ahí, en cambio, yo no veo que sea una consigna del movimiento Pachakutik estar en contra de toda reforma tributaria. Lo complicado será jugar con los tiempos.

¿Qué puede ocurrir con el proyecto de ley tributaria?

Puede pasar de que, terminado todos los debates, se la negaran. Ahí sí no hay salida. Pero con habilidad, un presidente puede jugar a los vetos parciales. Para que un veto sea rechazado requiere una mayoría especial, de las dos terceras partes de la Asamblea. Entonces, la posibilidad de dictar una ley posveto es muy probable. Hay que evitar que sea negada. Sin embargo, hay un problema de tiempos. Si no se aprueba hasta el 31 de diciembre, le coge en materia tributaria el año próximo y eso significa que algunos temas tributarios podrían quedar para entrar en vigor en 2023. Si hubiera sido un proyecto pretrabajado y lo mandaba oportunamente, hubiera podido pelearlo, aunque sea dividiéndolo. Ahora los tiempos son presionantes.

¿Qué deberían hacer?

Sacar lo tributario salga como salga, pero sin ser negado. De esa manera, habrá ley tributaria.

¿Y con las otras leyes que propone el Presidente, qué pasaría?

Tienen que enviar proyectos depurados. En lo laboral, el proyecto tiene que ubicarse a niveles que genere coincidencias, no necesariamente con las cúpulas sindicales, pero sí con los sectores sociales. A la gente sí le preocupa que una nueva ley laboral signifique el entierro del viejo Código del Trabajo. Me refiero al riesgo de que sacaran a todos los trabajadores que puedan del viejo régimen para ponerlos con el nuevo. Tiene que haber la señal de que no se va a dar aquello. Eso es fundamental.