Las mujeres que lloran y también facturan

Mariana Bermúdez
De pronto reaparece Shakira y Karol G haciendo que las mujeres cantemos himnos empoderadores a nivel mundial.

Hablar de empoderamiento femenino es necesario y nuestro desafío como sociedad será convertirlo en una costumbre y estilo de vida, en un fenómeno socio cultural que lejos de perder fuerza, la gane diariamente no solo a base de canciones, movimientos o campañas, sino de un constante despertar de conciencia, educación y espacios de igualdad.

De pronto reaparece Shakira y Karol G haciendo que las mujeres cantemos himnos empoderadores a nivel mundial. A manera de programación neurolingüística, estos temas ayudan a apropiarnos de frases antes escandalizadoras porque contradecían este cuento que compramos en el que la pareja nos hacía el honor de completarnos.

Con fenómenos como “TQG”, se da un valor agregado a esta lucha, tras años de pérdida de identidad y de muchos casos de femicidio.

Antes, a las mujeres no se nos enseñaba que ya veníamos completas desde la fábrica y que somos tanto y más fuerte de lo que pensamos. Sin embargo, eso es algo que vamos descubriendo gracias al autoconocimiento y en cada embate, en cada sismo que presenta la vida.

Muchas mujeres lloran, se levantan y también facturan, empujadas por el amor a sus hijos y a su familia, sin saber que esa potencia viene únicamente de ellas mismas.

En Ecuador es necesario conmemorar el Día de la Mujer los 365 días del año. El mejor homenaje en esta fecha es recordar que una mujer empoderada no es ni la más fuerte, ni la más inteligente, ni la más guapa, ni la más exitosa o millonaria, sino la que más se ama. Cuando una mujer se ama de verdad, se vuelve invencible.

Una mujer empoderada tiene control y balance de manera consciente en todas las áreas de su vida: física, emocional y espiritual.

Para empoderarse hay que reconciliarse con nuestra energía femenina y la intuición. Estar empoderada no deberá ser una condición de suerte para unas, sino una responsabilidad propia para todas con el propósito de levantar día a día nuestro propio peso y ayudar a levantar a aquellas que todavía no saben el poder que traen dentro, ese poder que radica en el interior con un alcance casi mágico pero tan real, capaz de sanar con un tierno beso desde una pequeña rodilla lastimada, hasta el más gélido corazón.

¿Por qué a pesar de su composición, tantas mujeres no se sienten poderosas? Por las siguientes razones:

Heridas de la infancia no sanadas que le hacen tener una visión limitada, de indefensión y baja autoeficacia para resolver sus necesidades en todos los aspectos.Autoestima débil o distorsionada, la que contempla su autoconcepto, autoimagen y autorrefuerzo.Baja inteligencia emocional. Falta de educación ante el reforzamiento negativo por parte una sociedad machista.

¿Qué actitudes nos separan de nuestro poder?

La falta de asertividad, esa capacidad de expresar nuestras necesidades, de decir no cuando no queremos y equivocadamente decimos sí para tratar de agradar, encajar o librarnos de la culpa interna o externa.No ser congruentes. Decir algo, pero hacer lo contrario. Queremos respeto, pero nos irrespetamos a nosotras mismas, la sororidad implica respeto y bondad con todas las mujeres, no hacerles a otras lo que no nos gustaría que nos hagan. Mirarnos como alidadas y no como competencia.No aplicar Empatía. Ponernos en los zapatos de otra, permite hacer visible el aporte de cada mujer en todos los escenarios, desde las que trabajan en casa y fuera de ella. Una mujer que ayuda a las demás es realmente una mujer empoderada.

Mujeres: es el momento de creérnosla, de descubrirnos de adentro hacia fuera en donde hallaremos esa capacidad de salvarnos, reconstruirnos y transformarnos en las protagonistas de nuestra propia historia, en la que por fin estamos entendiendo que somos suficientes, completas y únicas, podremos si queremos, compartir estas particularidades con quien sepa apreciarlas y disfrutarlas. De esta manera se construirán familias de verdad, no solo para las redes sociales, sino para enseñar el efecto multiplicador del amor bajo la premisa: si me amo bonito, puedo amarte bonito y así les enseñamos a los que vengan, que no es suficiente amar, sino que te amen bonito y sanamente.