Tras la minería

Alfonso Espinosa de los Monteros

Alertamos sobre la presencia de mafias interviniendo en las actividades económicas y hasta en la política de los países de la región Andina. Ahora se la descubre en la actividad minera en Ecuador (Buenos Aires, provincia de Imbabura). No es simple “minería irregular” practicada contra las reglas ambientales, sin autorización legal ni métodos técnicos. Hay un cúmulo de actividades ilícitas controladas por grupos delincuenciales muy bien organizados: tenencia de armas, de explosivos, homicidios –por lo pronto se encontraron cuatro cadáveres– extorsión, explotación sexual. Todo, bajo el comando de grupos armados de la guerrilla colombiana, según mineros entrevistados.
 
Por la información que maneja el Gobierno, los mineros no solo van por un pedazo de oro, sino, por un salario de 150 dólares diarios pagados por poderosas empresas mafiosas con vinculaciones políticas, que atraen a migrantes y desempleados, la mayoría colombianos y venezolanos. Han montado también una infraestructura de explotación con trituradoras, piscinas, caletas para químicos, tarabitas y más herramientas.
 
Son 23 mil personas repartidas en la parte alta de la montaña –donde están los más ricos yacimientos– y en las laderas donde habitan los mineros. La fuerza pública ya ha desalojado a casi cuatro mil personas.
 
Este cuadro terrorífico tendría, además, el propósito de fomentar la violencia organizada con fines políticos, conocida aspiración de guerrilleros y narcotraficantes. Apoyamos la decisión del gobierno para seguir actuando con firmeza y sin descanso para eliminar este cáncer.