El sentido de la vida

Alegría Crespo

POR ALEGRÍA CRESPO
 
Hay días en que todos sentimos caer, en que sentimos que no nos dan las fuerzas… Es humano y está bien. Cuando tengo días así, recuerdo que la vida tiene un sentido, aquella fuerza invisible que nos mueve, aquel motor que no podemos describir y que nos da el impulso. Viene a mi mente uno de los libros que han marcado mi alma, que ahora está un tanto cansada: “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl. Lo reviso una vez más, es un tesoro. Saber que este médico, psiquiatra, creador de la logoterapia, fue sobreviviente de los campos de concentración en el Holocausto y que deja un legado vivencial y filosófico para darle sentido al dolor y, por ende, una razón de ser y adaptarlo para mejorar nuestra vida, es reconfortante.
 
Frankl me recuerda que “debemos aprender por nosotros mismos y enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa lo que nosotros esperamos de la vida, sino que importa lo que la vida espera de nosotros”. Es una pregunta compleja, pues muchas veces no sabemos qué esperamos de nosotros mismos. Sin embargo, en épocas de transformación, los invito a darse momentos de reflexión para encaminar la existencia hacia el máximo potencial. Frankl me recuerda también que nos pueden arrebatar todo de la vida, menos nuestra actitud. Esta palabra potente sobre nuestra postura frente a nosotros mismos, a los demás, a la sociedad, a los problemas... La actitud va desde el saludo, el trato, la forma de tomar los problemas o la capacidad de reacción frente a los imprevistos.
 
La actitud que tenemos también es un reflejo de lo que vimos en nuestro hogar, del hogar que hemos conformado, de las decisiones que hemos tomado y de las personas con las que nos rodeamos. La mente se programa y ejecuta. Lo importante es darnos cuenta que podemos reprogramar nuestra mente si reprogramamos nuestro proceder. Eres dueño absoluto de tu actitud, es tu posesión inquebrantable. Sin duda, las personas que han marcado nuestra vida son aquellas con actitud divergente, fuerte, con actitud vencedora, pues la vida nos ha enseñado que ha venido para hacernos valientes. Estamos en ese camino, así nos tropecemos. Que tu actitud sea tu carta de presentación.