¡Superemos el miedo al cambio!

Alberto Acosta-Burneo

Por Alberto Acosta Burneo
 
La cuarentena para combatir el COVID-19 frenó la actividad productiva. La economía sufre una iliquidez, que no es el resultado de una escasez de dólares, sino de la interrupción en la cadena de pagos. Al haberse detenido la producción, se detuvieron las ventas, los cobros y los pagos de proveedores, sueldos, impuestos, etc. Estamos viviendo una crisis originada en la producción, que terminó contagiando a los consumidores que, por falta de ingresos, redujeron sus compras. La economía ecuatoriana se contraería este año en –6,3 por ciento (FMI), y se destruirían alrededor de 500 mil empleos. ¿Cuánto tiempo nos tomará retornar a la “normalidad”?
 
Será más complejo que “volver a trabajar el lunes”. Es probable que el impacto del virus se extienda más allá de un año. Analicemos. 
 
PRIMER DESAFÍO: Toma tiempo reactivar todos los eslabones de la producción, que es un proceso que requiere de insumos y bienes de capital. La cuarentena paralizó gran parte de las cadenas productivas. La reactivación requiere que todos los eslabones productivos vuelvan a producir. Por ejemplo, un emprendedor que hace mermeladas deberá esperar a que la producción de frascos de vidrio se reactive, que se retomen las importaciones de papel para etiquetas y tintas, que la imprenta abra sus puertas, la producción de cartón, etc.
 
SEGUNDO DESAFÍO: El capital de trabajo de los emprendedores se ha esfumado. Durante el largo periodo sin ventas, igual debieron realizar algunos pagos urgentes. La liquidez desapareció. Para retomar actividades, no todos podrán acceder a financiamiento para recuperar capital de trabajo. Quienes por su precaria situación financiera no califiquen para financiamiento adicional, tendrán que reiniciar sus operaciones de manera reducida con el escaso capital de trabajo que les quede. El arranque será muy lento (e incluso algunos no podrán arrancar nuevamente).
 
TERCER DESAFÍO: Sin ventas, las facturas por cobrar se han acumulado y no existe certeza de cuánto tiempo tomará recuperar esos recursos.  El problema se ve agravado porque la falta de ventas se trasladó inmediatamente a un retraso en pago de sueldos y destrucción de empleos.
 
CUARTO DESAFÍO: El virus cambió nuestras preferencias. Algunos cambios son temporales, hasta que aparezca una vacuna que erradique al virus. Por ejemplo, la demanda acrecentada de gel desinfectante. Y otros cambios son permanentes: mayor uso de servicios de entrega a domicilio y comercio en línea. Esto significa que muchas actividades tendrán que reinventarse. Este proceso no es sencillo ni rápido. Los bienes de capital y procesos productivos no siempre son fácilmente convertibles a otros usos. Pensemos, por ejemplo, en un cine al que el público ya no quiere ir para evitar aglomeraciones. Para darle otro uso, debe invertir en adecuaciones. Habrá actividades que no reabrirán.
 
El científico Charles Darwin aseguró en su teoría de la evolución que las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más rápidas ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. ¡Para prosperar en medio del COVID-19, eliminemos trabas burocráticas y legislaciones arcaicas para liberar el espíritu emprendedor! ¡Superemos el miedo al cambio!