Socialismo indígena

Alberto Acosta-Burneo

POR ALBERTO ACOSTA-BURNEO
 
La revuelta de octubre de 2019 puso en evidencia el profundo adoctrinamiento de ciertos grupos indígenas en el marxismo. La teoría marxista asegura que solo se puede lograr una revolución social mediante la violencia. Su esencia es el historicismo: pensar que existe un flujo histórico inevitable y que el socialismo, necesariamente, sustituirá al capitalismo.
 
En América, el marxismo indigenista halla su inspiración en el pensador peruano Mariátegui, quien aseguró que el comunismo indoamericano está cerca porque los indígenas ya conocieron el comunismo en el pasado. Los incas, con su énfasis en lo colectivo y solidario, representaron un socialismo sui géneris y diferente al socialismo europeo. Pero Marx y Mariátegui se equivocan con sus profecías.
 
PROFECÍA: Una revolución violenta engendrará inevitablemente el socialismo. REALIDAD: Existen países que probaron las “delicias” del socialismo que han retornado al capitalismo (ej. Rusia o los países de Europa del Este).
 
PROFECÍA: Grandes capitalistas ganan incesantemente participación, mientras que los pequeños la pierden. REALIDAD: El tamaño de una empresa no garantiza su permanencia en el mercado, sino su capacidad de responder a las necesidades de los clientes (el tamaño no salvó de la quiebra a gigantes como Kodak o Atari y grandes empresas empezaron en un parqueadero como Apple o Disney).
 
PROFECÍA: Los salarios continuarán descendiendo hasta llegar al límite de apenas sostener la vida humana. REALIDAD: Desde la época de Marx, los salarios reales han subido
aceleradamente en el mundo capitalista y la pobreza se ha reducido (la población mundial viviendo con menos de $1,9/día bajó de 36 por ciento en 1990 a 9 por ciento en 2017 según el Banco Mundial).
 
El mariateguismo indígena nos augura una nueva profecía: “la luz final del túnel proviene de la afirmación creída, buscada e impostergable: comunismo indoamericano o barbarie” (Estallido, 2020).
 
¡Basta de cuentos! La violencia siempre engendra más violencia y destrucción. La única actitud racional es reconocer que nosotros somos responsables de nuestros actos. Que el progreso no es inevitable, que solo nosotros podemos lograrlo defendiendo sus fundamentos: democracia, justicia igualitaria y la libertad. ¡Nosotros somos los actores de nuestro destino!