Seamos un hub financiero

Alberto Acosta-Burneo

POR ALBERTO ACOSTA-BURNEO
 
Todavía hay quienes se lamentan que la dolarización es una camisa de fuerza que impide al Gobierno imprimir billetes para “sacarnos” de la crisis. Creen que aumentar la cantidad de billetes nos volverá ricos (olvidan que esa fue la política de Venezuela). Estos son los errores de esa visión:
 
ERROR 1: La cantidad de dinero debe aumentar permanentemente para generar bienestar. REALIDAD: El dinero es solo un medio de intercambio. Por eso, no es la cantidad de billetes lo que importa en última instancia, sino la cantidad de bienes que podemos intercambiar con ellos (su poder de compra).
 
ERROR 2: La caída de precios es un grave problema que el Gobierno debe evitar generando inflación para que la economía crezca. REALIDAD: Cuando la oferta de dinero sube más lento que la producción, los precios caen y el dinero alcanza para comprar más. El desafío productivo en este entorno es asegurarse de que los costos de producción caigan más rápido que los ingresos.
 
ERROR 3: Los techos a las tasas de interés reducen el costo del dinero. REALIDAD: Los controles de precios no pueden crear dinero del aire. Tasas de interés altas reflejan una relativa
escasez de capitales. Los techos a las tasas de interés vigentes solo logran excluir del crédito a los clientes más riesgosos cuyas operaciones no son viables por debajo del máximo oficial.
 
Lejos de ser una barrera, la dolarización es una fuente de oportunidades si sabemos aprovecharlas. Tener dinero sano nos permite pensar en el futuro, dejar de consumir una parte de los ingresos y destinarlos a la inversión para elevar la producción. Sin embargo, el ahorro interno es escaso, por eso debemos enlazarnos al abundante ahorro internacional para acelerar el crecimiento. Tener una moneda sana de uso internacional elimina el riesgo cambiario para quienes quieran traer sus capitales al Ecuador. Adicionalmente, debemos derribar las barreras al flujo de capitales creando un marco tributario competitivo que elimine el Impuesto a la Salida de Divisas y modificando el marco jurídico para garantizar el derecho a la propiedad de los inversionistas y la libre movilidad de capitales.
 
Transformémonos en un hub financiero internacional para que ingresen bancos internacionales y que los locales incursionen en el mundo. Esto requiere sustituir el arcaico código monetario vigente, por uno basado en las mejores prácticas internacionales de Basilea. El intervencionismo estatal en el sistema financiero debe ser abandonado eliminando su potestad de fijar a qué segmentos prestar, a qué tasas, con qué garantías, cuánto pagar en sueldos, entre otros detalles.
 
Los ganadores de la modernización financiera del país serán los ciudadanos debido a los efectos virtuosos de acceder al ahorro internacional, que reducirá las tasas de interés locales, el incremento de empleos de calidad por la exportación de servicios financieros y la mayor disponibilidad de fondos a largo plazo para la inversión productiva. La crisis del COVID-19 exige flexibilidad para encontrar nuevas oportunidades. Es hora de atrevernos a cambiar para aprovechar al máximo el potencial de estar dolarizados.