Obstáculos para contratar

Alberto Acosta-Burneo

Justo, digno, equitativo son algunos de los adjetivos más usados en toda política laboral. Lamentablemente, estos nobles objetivos distan mucho de los incentivos creados por estas leyes y, más aún, de sus resultados. “Defender” a los trabajadores de los “malvados” empleadores es la misión de la legislación laboral vigente inspirada en el marxismo. Esto se traduce en un micromanejo de la relación laboral basado en la desconfianza: excesiva rigidez en jornadas de trabajo y fuertes restricciones a la terminación de la relación. En consecuencia, el empleo adecuado es un “privilegio” de apenas cuatro de cada 10 ecuatorianos. Expliquemos cómo la legislación vigente “logró” ese resultado.
 
A través de la fijación de salarios mínimos, los políticos ganan aplausos, pero destruyen empleos. Si, por ejemplo, el salario mínimo se fijara en 1.000 dólares mensuales se destruirían todos los empleos cuyo rendimiento por trabajador sea inferior a ese valor. 
 
Las actividades con bajo nivel de tecnificación y baja productividad por trabajador son las más afectadas. El resultado: las empresas contratan menos trabajadores, retienen solo a aquellos con mayor experiencia y reemplazan por tecnología a los menos productivos.
 
La terminación de la relación laboral es fuertemente penalizada desalentando la contratación de personal. Si a un emprendedor no le va bien en su negocio y debe cerrar su operación al año, deberá pagar casi cinco sueldos por indemnización. A los 10 años la indemnización sube a 14 sueldos y a los 20 años a 59 sueldos (porque se debe cancelar la jubilación patronal). ¡A los 25 años la indemnización llega a 70 remuneraciones!
 
Los errores de contratación son severamente castigados, por lo que se transforma en una decisión costosa y de alto riesgo. Luego de haber invertido en reclutamiento y capacitación, a ninguna empresa le conviene despedir, a no ser que: las ventas no sean las previstas o que el empleado no tenga el perfil requerido para el puesto. Pero la excesiva inflexibilidad del mercado laboral hace que los errores de contratación paguen elevadas indemnizaciones por despido. Esto reduce la eficiencia de la economía porque impide que las personas sean empleadas en las actividades que se ajustan mejor a sus capacidades.
 
Para el trabajador, un mercado laboral inflexible implica escasas oportunidades de ascenso porque existen pocas opciones de empleo. Es un mercado en donde los empleados deben aferrarse a su trabajo (aunque no les satisfaga) porque no hay otras oportunidades en las que puedan desarrollar todo su potencial.
 
Es hora de que pensemos en las mayorías excluidas del mercado laboral formal, que ya suman cinco millones de ecuatorianos. En aquellas mujeres a quienes la ley prohíbe trabajar por horas mientras sus hijos están en la escuela o en los jóvenes que tienen como prioridad estudiar, pero necesitan un ingreso adicional…
 
Urge crear una nueva ley que entienda que la verdadera estabilidad laboral es el resultado de un trabajo bien hecho, en una relación voluntaria, en donde trabajador y empleador están satisfechos. Si queremos más empleo, no podemos seguir teniendo las leyes laborales más inflexibles de la región.