Nueva oportunidad para todos

Alberto Acosta-Burneo

Después de más de 15 años de tropiezos y hostilidades, la relación con Estados Unidos comienza a mejorar. La visita del presidente Moreno a Trump abrió la puerta a la firma de un tratado de libre comercio. No olvidemos que Ecuador, en 2006, no pudo concretar el acuerdo que estaban negociando los países andinos con Estados Unidos debido a la expropiación de la petrolera norteamericana Occidental durante el gobierno de Alfredo Palacio (que además nos costó una indemnización de casi 1.000 millones de dólares).
 
Al permanecer fuera del TLC andino, los productos ecuatorianos quedaron en desventaja, al tener que pagar mayores aranceles para ingresar al mercado norteamericano. Gradualmente, otros países han ocupado nuestro espacio. Nuestra participación en el mercado norteamericano de camarón cayó de 12% en 2014 a 7% en 2019, fuimos sustituidos por la India. Nuestra participación en banano cayó de 27% en 2009 a 16% en 2019, cedimos nuestro espacio a Guatemala y Costa Rica. En pescado, nuestra participación pasó de 8% en 2008 a 7% en 2019, perdimos terreno frente a Vietnam. Y así, podemos seguir enumerando...
 
¿Cómo nos puede beneficiar un acuerdo comercial? Los beneficios del comercio nacen de las ventajas comparativas. Expliquemos con un ejemplo. Un cirujano puede hacer todas las actividades mejor que su asistente porque lo supera en todas las tareas (ventaja absoluta). Sin embargo, su rendimiento es mayor si se dedica solo a operar y deja el resto de tareas al asistente (ventaja comparativa). Lo mismo sucede en el comercio, porque genera riqueza para todos los países, independientemente de su grado de desarrollo.
 
Además, el comercio nos impulsa a dedicarnos a aquello en lo que tenemos fortalezas, a especializarnos. Como resultado, aumentamos nuestra capacidad productiva y eficiencia. El comercio elevará la competitividad de nuestra producción porque reducirá el costo de los insumos y maquinarias. Los beneficiarios serán tanto pequeños como grandes productores, porque podrán ahorrar en la compra de: etiquetas, empaques, envases, insumos, etc.
 
Si solo hay beneficios en el comercio, ¿por qué hay productores que temen a los acuerdos comerciales? 
 
La apertura al comercio aumenta la oferta de bienes y reduce sus precios, obligando a los productores a competir, a ser más eficientes y a innovar. Exige flexibilidad y esfuerzo. Requiere, además, que el centro de la política pública sea impulsar la competitividad. Esto implica trabajar en la reducción de costos de producción (y abandonar la sustitución de importaciones cuyo objetivo es elevar los precios internos para supuestamente “ayudar” a la producción, cuando en realidad destruye su competitividad).
 
El comercio nos permite ahorrar al comprar bienes producidos más barato en el exterior y exportar aquellos en los que somos más eficientes en términos relativos. Al final del día, todos ganamos. Los productores pequeños y grandes se volverán más competitivos, y los ciudadanos podremos comprar más barato. ¡No dudemos de nuestras capacidades ni desaprovechemos esta nueva oportunidad para enmendar los errores del pasado y alcanzar los beneficios del comercio!