Nórdicos: no es socialismo

Alberto Acosta-Burneo

Han pasado 30 años de la caída del muro de Berlín, cuando empezó la implosión del fracasado modelo socialista en el mundo. Sin embargo, en el trópico hay quienes todavía creen que el socialismo es viable.
 
El principio fundamental del socialismo es que el Estado sea el dueño de los medios de producción. Los nuevos “socialistas democráticos” creen que pueden redistribuir la riqueza y socializar la economía sin hacer daño a la producción ni a la productividad. Proponen: expropiaciones, incrementos masivos de impuestos y apropiación de los ahorros. Como ni Cuba ni Venezuela pueden ser considerados casos de éxito, nos quieren convencer que los países nórdicos son socialistas. Pero es totalmente falso.
 
En realidad, los países nórdicos son un ejemplo de libertad económica. La Fundación Heritage en 2019 ubica a los países nórdicos en el grupo de los 30 más libres del mundo (Ecuador está en un vergonzoso puesto 170 entre 186 países).
 
La propiedad privada está totalmente garantizada y los ahorros de los ciudadanos están libres del control gubernamental. Los países nórdicos superan ampliamente la calificación de Estados Unidos en respeto a la propiedad privada y se encuentran entre los 12 países con mejor calificación en el mundo (Ecuador en el puesto 147).
 
La educación y la salud funcionan mediante esquemas de copago en la mayoría de países. Se promueve la libertad individual al permitir escoger entre instituciones educativas privadas y públicas a través de vouchers educativos.
 
Los países nórdicos son líderes en libertad financiera. La banca privada financia la mayoría de la actividad productiva. También destacan por su atracción de capitales, seguridad jurídica y protección al inversionista.
 
No existe planificación central de la producción y su mercado laboral es de los más libres en el mundo (no existen salarios mínimos fijados por el gobierno). Además, son un ejemplo de la búsqueda de la eficiencia en el sector público a través de exitosos procesos de privatización de empresas de telecomunicaciones, generación y distribución eléctrica, correos, entre otras.
 
En relación a los impuestos, los países nórdicos tienen una tasa corporativa entre 20 y 23,5 por ciento, significativamente inferior a la de Ecuador (36,25 por ciento incluyendo participación de trabajadores). El factor que confunde a los defensores del “socialismo democrático” es la elevada tasa de impuesto a la renta personal que bordea el 50 por ciento. Piensan, equivocadamente, que se trata de un mecanismo de expropiación de ingresos como el que ellos defienden para alcanzar el socialismo.
 
Tenemos mucho que aprender de los países nórdicos y de cómo alcanzaron su éxito a través de medidas pro mercado: privatización de sectores ineficientes, libertad a la iniciativa individual y reducida intervención estatal en la producción. Los países nórdicos no son socialistas, sino países capitalistas exitosos. Como consecuencia de su éxito económico, han sido capaces de cuidar del bienestar de su población. No olvidemos que: ¡sin éxito económico, no hay bienestar!